Juan Pablo II fue el primer Papa eslavo en la historia de la Iglesia y el primero no italiano en 455 años. Entre los cardenales papables que, a partir de ahora deberán encerrarse hasta definir un nuevo pontífice, la mayoría son de nacionalidad italiana, un solo argentino y pocos latinoamericanos pese a ser el sub continente con mayor cantidad de fieles en el mundo.
Profundo anticomunista, su conducción fue esencialmente conservadora aunque, luego de la caída del Muro de Berlín y cuando la bipolaridad dejó de existir y el mundo quedó pintado de un solo color : el capitalismo y las diferencias sociales se acentuaron produciendo millones de pobres, se acercó a posiciones cercanas a la confrontación con el neoliberalismo.
Para el teólogo Rubén Dri la conducción de Juan Pablo II “ha significado la aplicación de un proyecto muy ambicioso, un proyecto político-religioso de poder, que incluía desmontar la democratización al interior de la Iglesia que había promovido el Concilio Vaticano II. Esto logró reestructurar una Iglesia jerárquica, monárquica, infalible, suplantando el diálogo por la imposición, recuperando como valor fundamental la obediencia”.
A la hora de explicar cómo llevó adelante ese proyecto Dri lo explicó así “con una tarea de remoción de los obispos más comprometidos con los derechos humanos, con la defensa de las mujeres y de los homosexuales, y con los sectores populares del Tercer Mundo, en especial de América latina. Eso implicó perseguir o coptar a los teólogos de la liberación y en general a todos los críticos de la dogmática fundamentalista. Al mismo tiempo, se dio poder a organizaciones de derecha como el Opus Dei.
Tanto en nuestro país como en el mundo existen sobre él una de cal y otra de arena
En su reinado, el Papa produjo episodios de gran importancia para los argentinos.
El primero fue en 1979, cuando una mediación de su enviado, el cardenal Antonio Samoré, logró evitar la guerra con Chile por el Beagle. En junio de 1982, durante el conflicto con Gran Bretaña por las Malvinas, fue su primera visita a Argentina. Su principal misión fue procurar la paz, a la que se llegó pocos días después de su partida de Buenos Aires, con la rendición de las tropas argentinas.
El Papa volvería al país el 9 de abril de 1987, durante el Gobierno de Raúl Alfonsín, esta vez para realizar una fuerte campaña en contra del divorcio que era lo que la sociedad discutía en ese momento.
