Algunas tienen condicionantes naturales porque están supeditadas a la actividad de la naturaleza, pero otras son tan confiables y constantes como la que más, por ejemplo las que vienen asociadas al movimiento de las aguas, como la de las mareas, las corrientes marinas y las osmóticas. Cualquiera de ellas podría abastecer completamente nuestra demanda energética presente y futura e incluso lo podrían hacer con varios países más.
La tecnología para utilizarlas está completamente desarrollada y en Argentina existen empresas que trabajan en la provisión de equipos para estos sistemas como es el caso de las turbina eólicas que se han fabricado en Mendoza. Además centros de excelencia científica como INVAP en Bariloche han demostrado sobradamente que están a la altura de cualquier desafío técnico que implique la decisión de utilizarlas localmente.
Solo aprovechando la proveniente de las mareas en la extensísima costa patagónica podríamos generarla como para abastecernos y exportar. Las posibilidades son variadas: boyas que toman energía del movimiento de las olas en la superficie del mar, centrales osmóticas ubicadas en la desembocadura de los ríos que aprovechan la diferente concentración de sal con el agua del mar. La diferencia de temperatura entre la superficie y las profundidades marinas también tiene el potencial de generar electricidad, además de las corrientes marinas, tanto en mar abierto como en las inmediaciones de la costa.
Pero, siempre hay un pero, no se trata de disponibilidad tecnología, ni tampoco de financiamiento; de hecho alcanzaría para resolver el cambio de la matriz energética una fracción del dinero que se usa para pagar los intereses de las LEBAC por ejemplo.
¿De qué se trata entonces?: de una decisión política, ¿Y por qué no se toma? Precisamente porque los que tendrían que tomarla, ergo: el Ministro de Energía, siempre han ganado dinero vendiéndonos combustibles fósiles.
Mientras tanto, nuestro ministro de ambiente, el rabino Bergman, ajeno a problemáticas tan prosaicas, por estas horas debe estar meditando que traje usará en los próximos carnavales, probablemente dudando entre un disfraz de pasto cuaresma u otro de hormiguita viajera.
Del que estamos hablando es de otro ministro, el de energía Juan José Aranguren, el funcionario que ganó dinero toda su vida vendiéndonos combustibles fósiles desde la petrolera Royal Dutch Shell, de la que fue presidente hasta dejar, al menos formalmente, el cargo en 2015 cuando asumió como Ministro de Energía y Minería de nuestro país.
Y subrayamos lo de formalmente, porque a pesar de ser ministro, y aunque contraviene leyes de nuestro país, además de la ética, siguió vendiéndonos combustibles subrepticiamente, , a través de la offshore Shell Western Supply and Trading Ltd, empresa radicada en un paraíso fiscal, que ganó casi todas las licitaciones que realizó nuestro país para la provisión de gasoil y otros combustibles en el exterior desde que Aranguren es ministro, en una acción claramente ilegal, además de inmoral, que hasta ahora parece no haber sido advertida por las autoridades de la oficina anticorrupción del actual gobierno.
A esta altura de nuestra nota creemos que ya podrán encontrar la respuesta a nuestro título: mientras individuos como este sean gobierno nunca usaremos energías renovables porque él y sus pares en el gobierno ganan dinero, y vaya si lo hacen, vendiéndonos combustibles fósiles.