El sobrino de Lencina amplió su testimonial y volvió a apuntar a su tío

Las fuentes aseguraron que el joven, sus datos personales se mantienen en reserva por cuestiones legales, llegó a la sede del Juzgado Federal de Paraná en calle 25 de Mayo donde estuvo reunido por más de dos horas con el funcionario judicial.
La nueva testimonial de quién la semana pasada se convirtiera en testigo clave para la investigación al afirmar en sede judicial que Miguel Ángel estaba con él cuando raptó a la menor y se la llevó a un descampado para luego hacerlo regresar tras darle 10 pesos, sorprendió a muchos.
Esta nueva declaración ante el fiscal echaría por tierra los argumentos esgrimidos por la familia de Lencina quienes, en el velatorio realizado en la sala para indigentes ubicada junto al Cementerio Municipal, aseguraron que al chico le había pagado la policía para que acusara a su tío del secuestro de Fernanda.
Inclusive, en la oportunidad del sepelio, llamó poderosamente la atención a los medios de prensa presentes que los Lencina expusieran públicamente al joven quien, tras la exigencia de la madre de El Paraguayo, Esther Torres, fue traído ante los medios de comunicación por su propia madre y, con total naturalidad, dio su nueva versión de los hechos. Allí enfatizó que “yo dije eso porque la policía me dijo que me iban a comprar zapatillas nuevas y que me iban a dar plata… pero todavía estoy esperando”, mientras miraba fijamente a su abuela que, reiteradamente, le exigía que hablara y contara lo que le había obligado a decir la policía desde un primer momento.

Los hechos, según el sobrino de Lencina

Cómo se recordará, muy temprano en la mañana del lunes 2 de agosto, ocho días después de la desaparición de Fernanda, el adolescente junto a su abuela paterna, llegaron semiocultos en un móvil policial hasta un descampado propiedad de la familia Pintos, situado casi sobre la curva del camino final que conduce a los dos cementerios de San Benito.
En ese lugar, ante funcionarios policiales y judiciales, el adolescente narró que esa tarde estaba junto a su tío en esa esquina que une las dos calles de tierra con la cinta asfáltica. Dijo que pasó una gurisa y que su tío le dijo algo subido de tono y que la muchacha se fue rápido y que luego pasó la gurisita rubia, a la que también le dijo algo en términos obscenos, a lo que la muchachita no sólo hizo caso omiso, sino que habría gesticulado molesta por la situación, también apurando su paso. El testigo comentó en su historia que su tío, Miguel Lencina, le espetó una suerte de amenaza, como diciendo que ya iba a hacerle esa cara cuando regresara por allí.
Según el sobrino del detenido, al pasar nuevamente, Miguel Lencina saltó sobre ella y tomándola por el cuello la inmovilizó y corrió con ella hacia una entrada del descampado en el cual se introdujo cargándola por la fuerza.
El joven seguía a su tío en ese momento y al llegar a determinado lugar recibe la orden de volverse, para lo cual, dijo, que Miguel Angel le dio 10 pesos y le ordenó que no lo siguiera.
No obstante, quienes dijeron escuchar los relatos del testigo manifestaron que también Lencina le exigió a Fernanda, antes de que los dejara solos, que le dijera su nombre, si sus padres tenían plata y el número de teléfono de su casa. Los detectives no pudieron obtener más datos del menor, y llegaron durante esa mañana hasta el mismo lugar que el pibe les indicó que habían llegado los tres antes de que Miguel Angel le diera la plata y lo echara.
Ese día, también sorpresivamente, apareció en escena la abogada Nora Lanfranqui, quien durante varios minutos dialogó con la abuela y el joven, y que luego, abordada por la prensa, negó rotundamente que hubiera decidido asumir la defensa de quien es todavía, a pesar de haber adoptado la drástica decisión de quitarse la vida, el principal sospechoso en el demencial episodio.

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