Fuentes oficiales informaron ayer que el Grupo Clarín “se negó a entregar los balances de Papel Prensa del año 1976”, en el marco de la investigación por la Comisión de la Verdad coordinada desde la Secretaría de Comercio Interior de la Nación. De acuerdo con las fuentes, “la Comisión Nacional de Valores (CNV) había requerido esos balances, pero el Grupo Clarín se negó pese a que son públicos”, puntualizaron.
Tal como había informado BAE, cuando se anunció la investigación por parte de un grupo de abogados que representan al Gobierno nacional, los representantes habían pedido éste y otros documentos e informes, no sólo a la CNV, sino también a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y a la Unidad de Información Financiera (UIF).
El año es clave en la investigación dado que el traspaso de las acciones se firmó el 18 de enero de 1977 y las supuestas irregularidades sucedieron en los meses previos. El informe tendrá en cuenta los testimonios de Lidia Papaleo de Graiver, del ex dueño del diario La Razón José Pirillo y de Rafael Ianover, ex vicepresidente de la empresa, quienes de acuerdo con declaraciones pasadas de la representante del Estado, Beatriz Paglieri, al menos “dieron cuenta de que en realidad como mínimo no pudieron expresar su voluntad”, a la hora de traspasar sus acciones.
De acuerdo con lo dicho en una entrevista concedida al diario Tiempo Argentino por Paglieri, el informe de la Comisión de la Verdad, que según se supo se conocerá el próximo martes 24 de agosto, está “trabajando en tres ejes que transcurren simultáneamente. El primero es la apropiación, en la que encontramos la colaboración cívico-militar”. El segundo es cuando “Clarín y La Nación firmaron un pacto de sindicalización que fue denunciado y roto por el diario de los Mitre”.
Paglieri explica que “de ese pacto conocemos que era un acuerdo para crear una ‘mayoría automática’ para neutralizar a la segunda minoría, que es el Estado nacional”. Y el tercero incluye el valor competitivo que tienen los diarios, pues afirmó ese valor lo determina “tener el papel que representa el 30 o el 40% de su costo de producción, pero también decidir a quién venderle”. Y señala que “esto definió que unos crecieran de forma exponencial, otros desaparecieran y otros no nacieran nunca porque era imposible competir en esas condiciones, por lo menos en la industria gráfica”, puntualiza.
En ese sentido, uno de los testimonios más impactantes fue el de la viuda de David Graiver, Lidia Papaleo, quien en una carta enviada al ministro de Comercio Interior, Guillermo Moreno, da cuenta de presiones, amenazas y torturas. Y la que termina diciendo “prefiero ver los ojos y la cara de mis torturadores, antes que ver los ojos de Magnetto en el momento en que me amenazaba para que firmara”.