Desde esa época de inocencia y candidez nos sigue acompañando, siempre vigente. Siempre revelando a través de la belleza de su poesía, de sus canciones y melodías, la trama de significaciones que lastimaban un país que desbordaba crueldad, violencia, injusticia, autoritarismo.
“En aquella época la música fue para mí una forma de seguir viviendo un sueño en medio de la pesadilla que era la realidad” (Charly García). Es que el arte es refugio, pero también rebeldía y revelación. Es iluminar, a través de la creación de sentido, coyunturas políticas trágicas. A veces, cuando no se puede, elípticamente, apelando al esfuerzo de metáforas y simbolismos para filtrar el inconsciente colectivo en sus canciones.
El artista reinterpreta la historia, desoculta los acontecimientos subterráneos y anticipa sentidos. “Un verdadero artista logra, tras una elaboración consciente de la inconsciente presencia de lo siniestro, transmitir al espectador, en lo objetivado, una realidad particular de armonía y de movimiento, con un plan y una estrategia bien definidos” (Pichón Riviere). Es un ser de anticipación, un agente de cambio que ilumina, descubre y anticipa con su obra, una realidad oculta por el Poder.
El sentido profundo brota de las metáforas, las ambigüedades y los desplazamientos del significado, en un juego de texto y contexto profundamente esclarecedor. Más exigente al poeta, cuanto mayor es la censura, como lo ha dicho Charly.
Es difícil recorrer su inmensa obra artística, que desborda poesía a manantiales. Sigue presente porque ha representado, con su música, nuestras aspiraciones, preocupaciones, sueños y pesadillas, sigue siendo un portavoz maravilloso de lo que nos pasa. Más allá de algunas canciones en las que predominan aspectos líricos y abstractos, en muchas de ellas podemos reconocer hondos fragmentos de nuestra historia y de nuestra identidad. Un ejemplo que puede ser útil a la coyuntura es “Dinosaurios”. En esa canción está la esencia de nuestro drama colectivo, de lo que atraviesa con una daga, nuestro acontecer común. Denuncia en esa obra, que cualquiera durante la dictadura genocida, podía desaparecer. Que el secuestro y la desaparición de personas, ha sido el rasgo dominante de los Terrorismos de Estado, que han cruzado como un hilo negro, nuestra historia. Que la lógica de la aniquilación y el exterminio han sido las estrategias desde el llamado “proceso de organización nacional” para borrar la existencia de los pueblos originarios, hasta el autodenominado “proceso de re organización nacional” que produjo un nuevo genocidio, con la eliminación de cualquier opositor a la imposición de políticas económicas, políticas que aún sigue vomitando pobres y excluidos y produciendo una escandalosa concentración de la riqueza y desigualdad económica y social. No solo las desapariciones, sino también el robo de bebés y su cambio de identidad. Algo similarmente siniestro a lo que hizo Roca y la oligarquía que representaba con los niños en la matanza de los pueblos originarios. La apropiación y sustracción de identidad fue también una práctica de aquel terrible proceso de destrucción y desaparición de pueblos y culturas enteras. Viene al caso en un momento en el que la estigmatización de los pueblos originarios en el sur, originado en el robo de sus tierras por las corporaciones y cámaras empresariales ligadas a intereses turísticos, ganaderos e inmobiliarios, favorece su represión y el robo de sus legítimas tierras, defendidas incluso por la propia Constitución nacional, que pocos han traído a la discusión en estos días. Esto es posible solo por mandaderos políticos y mediáticos al servicio del poder de esas corporaciones que reivindican a Roca, construyen al legítimo habitante originario como un enemigo interno, asociándolo al delito y la violencia, generando una grave distorsión de la verdad.
El terrible tema de los desaparecidos y la represión que es central en la producción artística de Charly García ha contribuido por generaciones a dilucidar la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de mayo. Ha acompañado, como ese genial artista popular que es, a sus luchas y reivindicaciones que han sido la más noble y valiosa de nuestra historia, no solo Argentina, sino como humanidad. El artista ha sido parte de esa lucha.
Hoy, que a la lista de cumpleaños se suma también el de la fundación de Abuelas y el de su símbolo, Estela de Carlotto, la historia musical de Charly en ese sentido, realza y afirma su compromiso ético. Sobre todo, hoy, en el que la búsqueda de 300 nietos apropiados por la Dictadura cívico-militar las mantiene en pie de lucha a través de la campaña “Florece identidad”, lanzada a ese fin en el día Nacional del Derecho a la Identidad el pasado viernes. En ese terreno de lucha por el sentido histórico, por la interpretación de la historia, artistas como Charly, que los iluminan y esclarecen son tan necesarios a los intereses populares. Porque no hay arte sin política, por lo que se dice o por lo que se calla.
Charly logró un decir metafórico y revelador. Y un hacer, profundamente político, entendiendo por política “la historia del presente”, es decir, aquellos intereses que se juegan en la interpretación histórica de los hechos. Y Charly ha jugado en esa lucha por el sentido, no solo, con sus poesías y canciones, sino también por sus acciones. Por ejemplo, con su genial interpretación del himno nacional. No solo produjo una bellísima versión, sino que puso en debate, en la década del 90´, sólo con ese gesto, lo que está en juego en los símbolos y su producción de sentido colectivo. “Porque su versión no se limitó a hacer del himno rock, ni a convertir el himno en una canción de Charly García, sino que sobre todo volvió a popularizarlo. Se lo quitó a los militares, a las fuerzas de seguridad y a sus mandantes, que lo tenían secuestrado como si ellos fueran la patria, lo democratizó como acaso nunca antes en la historia. Sin necesidad de grandes gestos ni cambios drásticos en la música, sin volver a cantar aquellos versos suprimidos, merced a algunas líneas de teclados, la marcación de la batería, y sobre todo sus inflexiones de voz, le restituyó carácter épico y desafiante, espesor utópico. Pasó a ser nuevamente una canción libertaria” (“Charly Presidente Una excursión al país de los García” JB Duizeide).
Es que el escándalo generado por su versión del himno, trajo a la consciencia colectiva nuevas discusiones enterradas acerca de la historia del símbolo. Por ejemplo, el cercenamiento que Roca, por decreto había realizado de la canción patria, por considerarlo “muy largo” …, por ejemplo, de aquella estrofa que dice: “se conmueven del Inca las tumbas/ y en sus huesos revive el ardor”. No fue por cierto la extensión que aburría a Roca el motivo de castrar el himno, sino el de censurar su sentido que, como aquí se deja ver, rescata el lugar del originario en el proceso de liberación iniciado en la Revolución de mayo, pero que deja al desnudo como contradicción flagrante su rol en el exterminio del mismo.
Cuanto más reaccionarios y conservadores atacaban la versión Rock de Charly, más dejaban al descubierto la batalla que se había abierto y las significaciones en juego. El punto más álgido llegó con la denuncia judicial a Charly basada en un decreto de Farrell que disponía: “Será esta, en adelante, la única versión musical autorizada para ejecutarse en los actos oficiales, ceremonias públicas y privadas por las bandas militares, policiales y municipales”. “Con estas palabras, habían secuestrado el himno. Hasta entrado el siglo XXI su versión había quedado militarizada, convertida en marcha, pese a que la original era mucho más lírica…”. (Charly Presidente…)
Es inabarcable en esta columna la descripción y valoración de la vida y la obra de Charly García, a quien solo queríamos homenajear humildemente a partir de reflexionar acerca de su lugar de artista extraordinario, fino, sutil, exquisito, poeta, pero también popular y comprometido con su tiempo. Por muchos años más.
(*) Psicólogo. MP243