Ya se agita un “Argentinazo” opositor y anti cuarentena

La cuarentena y el consenso casi unánime hacia las medidas sensatas del presidente Alberto Fernández para cuidar la vida de la población tiene su talón de Aquiles en ese sector de la población que ve como sus economías se derrumban, que no ha podido reconvertirse y a la que tampoco le son suficientes o no les llegan las medidas de alivio que el gobierno ha venido implementando desde que se comenzó con el aislamiento y distanciamiento social obligatorio.

El problema es real y de difícil solución en tanto no se cuenten con los recursos monetarios suficientes y la capacidad logística y operativa para que las ayudas directas y las medidas de alivio lleguen a todos en su justa medida.

Llegando al primer semestre de su gobierno parece que fue hace mucho tiempo que el FRENTE DE TODOS recibió un Estado diezmado tras 4 años de políticas radicalmente anti estatales. Los tiempos en la política son tiranos y desde casi el inicio de su mandato, el presidente Fernández, se encuentra lidiando entre el fuego cruzado de una estanflación heredada, una deuda insostenible también heredada y una pandemia mundial inesperada que está provocando en el mundo entero una recesión superior a la de 2008 y que amenaza con igualar o superar a la gran crisis del ‘30.

Tan relativo es el tiempo en política que parece que los responsables de ayer no tuvieran nada que ver con el presente, y -los que no necesitaron tomarse el avión para borrarse del repudio o las investigaciones de la Justicia- se animan a salir de sus cuevas para intentar recapitalizar su ajada representación política – por ahora sostenida en casi toda su dimensión por los medios hegemónicos- escuchando e interpretando a buena parte de la sociedad a la que, en su momento, no les importó someterla a tarifazos, devaluaciones, desmantelamientos de programas sensibles para la contención social y el libre discurrir hacia una inflación galopante con recesión.

El gobierno nacional está metido en una trampa. Ponerle el cascabel al gato y distribuir la riqueza para salvar a todos parece ser la única salida. La política debe dar una respuesta rápida, hacer lo que el pueblo necesita, porque de lo contrario la respuesta la darán los que abrazan el discurso de “la anti política”.

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