La decisión adquiere ribetes históricos, porque determina que partidos de enorme trascendencia en el pasado reciente de la Argentina ya no podrán presentarse a elecciones, ni formar frentes electorales ni alianzas, porque acaban de perder su personería jurídica política.
En verdad, muchos de los 50 partidos eliminados sólo figuraban en los papeles, o permitían de tanto en tanto la reaparición de dirigentes que aprovechaban antiguos prestigios de su “marca” partidarias para negociaciones preelectorales, y lo que hizo el Tribunal Electoral en esos casos fue convalidar en el derecho, la muerte que era evidente en los hechos.