Era demoledor leer, durante cuatro años, la impunidad con que el mafioso y sus cómplices nos robaban todo. Desde Caputo que días antes de asumir armó una cueva financiera y se hizo depositar por Basabilbaso cientos de millones del ANSES al 5% en pesos anual, o los mil millones de dólares que se hizo pagar por su amigo el guille Dietrich, a quien había colocado en una secretaría ad hoc, a ese fin,” compensación retroactiva a las empresas de peaje” (SIC). O los parques eólicos que habíamos pagado todos los argentino cuatro veces su valor y se hizo regalar, asociando en la opereta al desclasado futbolista boquense, para luego revender y robarse la diferencia. O los 47 mil millones del FMI, que les envió Donald para asegurar su reelección y se fugaron él y sus amigos en unos meses, con total impunidad y hoy nos obligan a mendigar nuevamente por una refinanciación…. ¿sigo? Creo que no vale la pena revivir el martirio.
Tampoco me olvido del tormento de sufrir todos los días el bombardeo de los troles de Peña que me llegaban a través de parientes y amigos que me reenviaban las imputaciones contra la yegua que quedaban impunes, (según ellos), mientras el repelente juez seguía inventando fabulas inverosímiles, respaldándolas con las desopilantes ‘pruebas’ que previamente escribía en un cuaderno, que tenía en el revistero al lado del inodoro, previa consulta entre sombrías carcajadas con el fiscal que quería aprovechar la impunidad para enchufar un paquete de droga en el bolso del ex de su amante para vengarse de vaya a saber que complejos que cultivaba, con su odiada víctima.
Bueno, un día se terminó, por lo menos la secuencia criminal, aunque en la retirada se garantizaron la cobertura de los cómplices que dejaron en los tribunales de alzada para asegurarse la impunidad.
Porque CFK en una jugada magistral, lo ubico a Alberto en la primera línea, y salió el sol nuevamente. Se detuvo la sangría y comenzó el reacomodamiento de las cargas, aunque cada palabra, cada acción, cada gesto estuviera auditado por odiadores profesionales que esperan cada paso para vomitar su veneno. ”La sputnik no solo no sirve, sino que es veneno”, pontificaba la vocera de la embajada en todos los canales y medios que controla Larry Fink, que a su vez es el dueño de la Pfizer que quería que comprásemos la suya poniendo como garantía de pago los recursos naturales que su inhumana codicia ansía. Mis troles próximos, amigos cercanos y parientes, me informaban que ‘jamás se darían la rusa’ para después entrar en un cono de silencio cuando se enteraron que con un 97,6 % de capacidad inmunitaria era la mejor de todas. ¿sigo? Creo que no vale la pena revivir el martirio.
Y Alberto comenzó a gestionar, con su ideología alfonsiniana, para enojo de mis amigos revolucionarios que quieren todo, pero lo quieren ya, y de mis amigos radichas atrapados por el silogismo de odio contra la yegua que se robó todo. Y Alberto cometió (y lo seguirá haciendo) errores, y también marchas y contramarchas. Y mis amigos que ofician de troles, antes de marquitos, hoy de la piba, lo único que tenían para imputarle, como si fuera un crimen, es la personalidad de su hijo. Hasta que hace poco se anoticiaron que la hija del representante local de la Ndrangheta había contraído matrimonio con una dama que le había robado el corazón. Y entonces tuvieron nuevamente que rebobinar su odio.
Mientras el capo mafioso, que aseguraba al inicio de la pandemia que se tenían que morir todos los que se tenían que morir, pero que no se tomaran medidas que afectaran sus fuentes de plusvalía, después rebobinó sus ataques y los oriento, por sugerencia de la piba, en no supieron gestionar la compra de vacunas. Y ahora que se les cae esa línea de ataque, porque en un par de meses millones de dosis vendrán a protegernos. Se quedan sin esa vía también. Como les advierte por tv un escriba que antes robaba flores en los jardines de Quilmes: cambien su operación mediática: «¡Los van a tapar de vacunas!”
Y Alberto sigue gobernando, tironeado por todos los flancos, yendo a su ritmo y con el mandato de sus convicciones, que gustarán o no, pero son las que tiene, (no como las de Groucho Marx, que aseguraba: estos son mis principios, pero si no les gusta, tengo otros) que a veces me enojaban (a veces), pero hoy he aprendido a respetar. Porque me siento agradecido, ya no tengo pesadillas al despertarme.
Y porque me remuerde la conciencia acordarme ese tipo de broncas, las mismas que sentía con Alfonsín, cuando reclamaba: les hablo con el corazón y me contestan con el bolsillo. Y después verlo salir humillado del gobierno, abandonado por izquierdas y derechas que, en lugar de bancarlo y acompañarlo, aún con sus incoherencias, le hicieron el caldo gordo a la llegada del patético payaso que en una década destruyó el capital social que había quedado remanente, del tsunami de la criminal dictadura genocida
En unos meses habrá elecciones legislativas, y anhelo que sepamos corresponder todas las bonanzas obtenidas de la mano del dueño de dylan, y de su amiga la yegua, con quien seguramente discuten y acuerdan los pasos que van dando. Por supuesto que me enojé con lo de Vicentín, y me gustaría que se estatice ya la hidrovía, y que sea más enérgico en un programa de redistribución estructural de la riqueza. Pero ya me quemé con leche una vez y no lo voy a hacer de nuevo. Y he resuelto bancarlo a morir, aunque tenga diferencias. En todo caso si no estoy de acuerdo con sus decisiones, trataré de discutir, de organizarme, de soportar las listas de candidatos que votaré en noviembre, que seguramente estarán pobladas de nombres que no me gustarán, pero es lo que hay, y a diferencia de Groucho, si no me gustan esos candidatos, no tengo otros para ofrecer. O en todo caso debería luchar para imponer los que a mí me gusten.
Como dice mi amigo el gordo, asinomae.