Junto a su madre, al año y once meses, con su padre ya asesinado por los genocidas, Wado fue víctima de un suceso brutal: Un “Grupo de tareas”, una patota de la Dictadura, ingresó a su casa. Su madre Lucila Revora, embarazada, recibió una ráfaga mientras protegía a Wado en la bañadera, para evitar que le llegaran los disparos. La llevaron al campo de exterminio “El Olimpo”. Una hipótesis es que haya sido víctima de los “vuelos de la muerte” Su pareja fue asesinada allí mismo. A Wado lo dejaron con los vecinos. Luego volvieron los verdugos, lo llevaron, nunca se supo adónde. Meses después, en enero de 1979, fue reintegrado a su familia. Esta nunca supo donde estuvo.
La masacre fue durante el mundial 78. Gran parte del país, ensordecido por el miedo, mudo de terror, gritaba goles. Este episodio traumático marcó la vida de Wado. La disfluencia tiene muchos factores causales. Los traumatismos psíquicos son uno de ellos. Pero Wado es un ser de excepción. Con un coraje y una inteligencia de la que carecen sus ofensores, contra todas las adversidades, estudió Derecho. Militó en HIJOS.
La represión del 2001 volvió a ponerlo en la lucha contra el terror. Esta vez, como un acto de voluntad política, de valentía, fue a la plaza a resistir la masacre cuando se enteró que reprimían a las “Madres”.
Otra vez los esbirros lo golpearon, lo metieron en un auto. Lo picanearon. Salvó su vida de milagro. Néstor Kirchner lo invitó a hablar ante cinco mil personas. Él le dijo que no por su tartamudez. Finalmente lo convenció. “Importa el contenido”, le dijo. También le dijo que debía dejar de pelearse. Tomarlo un poco más “en joda”. De ese modo, en cada reunión o asamblea, Wado se ofrecía a leer el acta. “Si tienen tiempo”, aclaraba.
Como dice Ulloa, el humor disuelve la solemnidad y la angustia. Como dice Moffatt, el amor y el humor curan. Wado aprendió con ese padre de la política que podía pelear también con las palabras.
Danisa y la Asociación Argentina De Tartamudez
En ese momento compartí la indignación, la bronca y la impotencia con Danisa. No tuve la sabiduría de Wado.
“Soy Danisa Alvarez, estudiante del profesorado de educación primaria, soy titiritera, soy madre de dos niños y tengo tartamudez”, se presenta, no ingenuamente, para nuestro programa radial.
“La tartamudez es un desorden neurobiológico que afecta la fluidez normal de mi habla, de carácter multidimensional, cuya manifestación mas visible es la pérdida momentánea del control motor. Es por eso que las personas como yo, que presentan tartamudez, tenemos bloqueos, prolongaciones y repeticiones. Cuando nos referimos a lo multidimensional, nos referimos al control motor del habla, lingüístico, emocional, social y cognitivo. Puede desarrollar en nosotros angustia y ansiedad. Cada persona piensa y se siente diferente en su tartamudez. No tiene relación con la inteligencia, pero es posible que afecte el desempeño académico y social en una persona que tartamudea. Debe ser tratada por una fonoaudióloga especializada en tartamudez. En las terapias normalmente se trabaja en dos direcciones: una que es facilitar el habla, reducir la tensión que tenemos al hablar y las evitaciones porque, a veces, como nos cuesta decir una palabra, nosotros vamos buscando sinónimos, pero terminamos diciendo algo que en realidad no queremos decir. También aumentar la comodidad del habla. Desarrollar actitudes y sentimientos más saludables acerca de mi tartamudez. Eso se refiere a la aceptación. A que yo me tengo que aceptar con mis características y mi manera de hablar. La tartamudez tiene un carácter dinámico, es decir que la manera con que una persona tartamudea, puede variar según días, situaciones o personas con que interactúa. Por ejemplo, yo hoy amanecí bastante fluida, pero hay días que me levanto súper trabada que no me sale una palabra. O depende el contexto: en la Universidad con algunos profesores, me pongo un poco nerviosa y eso afecta mi fluidez.
“¿Cómo podemos ayudar a una persona con tartamudez? Dar tiempo y espacio para hablar. Atender la comunicación no verbal. Escuchar sin completar las palabras. Esto es súper molesto para nosotros porque yo sé lo que quiero decir, solamente que me cuesta volcarlo verbalmente, entonces necesito solo tiempo. Valorar el contenido del mensaje en conversaciones más relajadas y sin ritmo vertiginoso. Que el habla pueda ser amena, tranquila, que nadie me tenga que apurar. Otra vez, tiempo. Las indicaciones o consejos sobre cómo hablar, tales como ‘respirá, ‘tranquilízate’, ‘pensá’, ‘después me decis’, no nos ayuda en nada. Yo estoy respirando perfectamente y puedo estar tartamudeando un montón. Puedo estar super tranquila y tartamudear. Son consejos que no nos ayudan, nos hacen sentir más frustraciones e impotencia.
“Es importante concientizar sobre esta característica del habla para evitar ser etiquetados, vulnerados, para que se pueda desmitificar muchísimo sobre la persona que tartamudea. Lograr que no experimentemos miedo o ansiedad, que podamos resolver conflictos de manera verbal y que no nos sintamos excluidos en experiencias sociales.
“Debajo de los bloqueos y las repeticiones, tenemos muchísimas cosas que no se ven, por ejemplo: la vergüenza, las inseguridades, los miedos, las frustraciones, la baja autoestima, la culpa. Por eso la concientización la siento como un deber social. Borrar esos mitos que la asocian con la inutilidad, o que la persona con tartamudez tiene problemas de aprendizaje, o es nerviosa o es torpe. No. Yo les puedo asegurar que conozco excelentes profesionales que tienen tartamudez y pueden dar un discurso maravilloso. Eso es lo importante, no fijarse únicamente en cómo hablamos.
“El 1.5 a nivel mundial presenta tartamudez. 1 de cada 5 son mujeres. De diez personas que tartamudean, dos son mujeres y ocho varones.
“La concientización ayuda a la detección temprana de la tartamudez. Cuanto antes se identifique y se trate con una fonoaudióloga especializada hay más posibilidades de revertirla. Yo tengo 37 años y en mi infancia no había tanta información y mamá no tenia acceso a esa información, por lo que no tuve un tratamiento fonoaudiológico. La idea es informar a las escuelas, a las familias que cuando el chico empieza a tartamudear y por ahí lo llevas al pediatra que te dice que esperes, no hay que esperar. Hay que consultar un fonoaudiólogo especializado en tartamudez, lo cual no quiere decir que todos los niños que empiecen a trabarse tengan tartamudez, pero no debemos esperar a que la tartamudez se instale en el lenguaje. Como se sabe, a los seis o siete años, el desarrollo del lenguaje se va a instalar en el niño, ya sea con saltitos o no. Agradezco de corazón poder participar en esta nota y a mi querido equipo de comisión de educación de la Asociación Argentina de Tartamudez, con la que vamos capacitando mediante charlas a instituciones educativas y a la sociedad en general”.
Muchas gracias Danisa Álvarez de la Asociación Argentina de Tartamudez, por ayudarnos a concientizar e informar.
Crueldad y Ternura. Violencia y Ley Del Amor
“Hablar de ternura en estos tiempos de ferocidades no es ninguna ingenuidad. Es un concepto profundamente político. Es poner el acento en la necesidad de resistir la barbarización de los lazos sociales que atraviesan nuestros mundos”
(Fernando Ulloa)
Ante la andanada de insultos, ofensas, burlas y humillaciones que llovieron de aquellos que se esconden detrás del anonimato y la sustracción de su cuerpo que les permite escribir en las redes, el Ministro del interior salió a responder. Fue en el marco de los anuncios de los resultados de las últimas elecciones. Dijo textualmente: “anoche leí en las redes sociales muchas consultas sobre mi manera de hablar. Les comento que tengo disfluencia (o tartamudez) y todos los días trabajo para mejorar y superarme”. Se refirió a sus dificultades en el habla, agrega Página 12, e instó a informarse más sobre esa condición luego de que fuera criticado en redes sociales por el discurso que brindó antes de que se conocieran los primeros resultados de las elecciones legislativas del domingo.
Me pareció una respuesta de una enorme sabiduría. Un ejemplo de lo que dice Ulloa, de resistencia a la violencia, a la crueldad, a la agresión gratuita, una resistencia, insisto, que parte de la ternura. Una respuesta que parte de escuchar al “otro”. De interpretar, a partir de esa escucha, que los ataques, la discriminación, el odio incluso, pueden provenir de la ignorancia, de la oscuridad de los prejuicios que muchas veces conducen a esa degradación humana. Que la palabra, que la educación, que el pensamiento, que la reflexión pueden ser los únicos remedios para curar la estupidez y la maldad.
La respuesta de Wado deja implícita la esperanza en la redención de los ignorantes. Aun de ciertos canallas. Es una apuesta a un mundo mejor. A un ser humano más elevado. Muchos chicos sufren Bullyng por estas razones. Por la ignorancia, pero también por el desarrollo de lo que Ulloa llama “los dispositivos socio-culturales de la crueldad”. También quienes tienen tartamudez suelen padecer estos estólidos acosos. Sufrir, recurriendo otra vez a Ulloa, de “encerronas trágicas”, situaciones torturantes sin terceros de la ley a quien apelar. La escuela, sobre todo, tiene la obligación de intervenir como ese tercero.
La extraordinaria respuesta de Wado es un ejemplo orientador. Es una respuesta que no devuelve el odio, la agresión, el improperio, ni la violencia. Confía en la pacificación de la palabra, de la comunicación, de la comprensión. De la capacidad de corrección, aun de aquel que está gravemente enfermo de discriminación y de odio. Es una respuesta respetuosa que apunta a curar la ignorancia. Es una respuesta cristiana. Una respuesta que tiene la misma lógica que la de las “Madres de Plaza de Mayo”, porque no se basa en la retaliación, en la venganza, sino en la ley. La ley del amor. La ley de la palabra.
(*) Psicólogo. MP243