Vuelo nocturno sobre San Carlos

Jóvenes y no tan jóvenes concordienses que llegaron a San Carlos para contemplar el eclipse

Siendo que, como aficionados a la astronomía, los integrantes de Urania llevamos tantos años transitando estos eventos y nunca nos dejamos de sorprender la concurrencia de espectadores a los mismos, la experiencia de la madrugada del lunes ante las rejas del Palacio San Carlos fue, sin dudas, conmovedora. Ya desde temprano había grupos de chicos y gente mayor esperando el eclipse, cuya totalidad empezaría un par de horas más tarde, con los primeros minutos del lunes. La impecable organización de la Administración del Parque, la calidad de su gente para atender a tantas personas que se acercaron caminando a la casona de los De Machy desde el ingreso al predio, habló a las claras que cuando hay buena onda y no hay otro interés que brindar la posibilidad de poder apreciar uno de los mejores espectaculos naturales, cual es la contemplación del cielo nocturno,  la convocatoria adquiere una nueva –y vieja– significación:  no hay energía más poderosa que el descubrimiento del cielo nocturno porque ello nos permite comprender que somos parte de un gran y maravilloso universo. “Polvo de estrellas”, como dijo alguna vez Carl Sagan.

Imágen captada por Mariano Silva Torrea
Chicos que habían llevado mantas y se acostaron para ver el cielo, a la usanza vieja de estar panza arriba para contemplar mejor las estrellas y la Luna, señoras mayores que se amocionaron hasta las  lágrimas al mirar por primera vez con un telescopio, gurisitas que como siempre hacen las preguntas más difíciles, colas y colas de espectadores que pese al frío no renunciaban para ver mientras la sombra de la Tierra ocultaba a Selene. Y todo en el contexto de las ruinas de la que fuera la casa que albergara en otros tiempos al autor de Vuelo nocturno, Correo del Sur, Tierra de hombres, Antoine de Saint-Exupéry
 
El extragaláctico cúmulo globular NGV 5139 (Omega Centauri), M6 (cúmulo Mariposa en Escorpión), NGC 4755 (cúmulo El Joyero en Cruz) fueron también el trío concertante de los asterismos de espacio profundo que pudimos apreciar, maravillosos pese a la polución lumínica de los centros urbanos de Salto y Concordia.
Así, finalmente, el eclipse de Luna se ha convertido en un “vuelo nocturno” sobre el paisaje de lomadas y las arboladuras de San Carlos, donde chicos y grandes han sido pilotos y pasajeros de una fantasía siempre renovada y siempre conmovedora: la simple contemplación de los cielos astronómicos.
(Juan Meneguín, Grupo Urania).
 

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