“La casa está totalmente sucia; los pisos hay que lavarlos muchos sobretodo por las infecciones que pueden provenir; llena de mosquitos por eso estamos echando K-Othrina para ver si podemos mitigar un poco este avance los mosquitos”, dijo Juan Manuel. El vecino estimó que necesitarán tres días antes de volver a habitar la casa.
Dentro de la casa todo está desordenado y apilado por los rincones: papeles raídos, una vieja máquina de escribir, etc. “Yo levanté todo a cierta altura pero algunas cosas se caen y se estropean, papeles sobretodo que por alguna causa se mueven y se caen”. El agua ingresó unos 13 cm. a la vivienda y dejó un zócalo marrón en la parte inferior de las paredes. Además dejó tras de sí los restos de un naufragio de impurezas: botellas de plástico, ramas, bolsas de basura. “Cosas que el agua va metiendo en tu casa”, explicó el vecino.
Hasta el momento, los elementos de limpieza fueron adquiridos por cuenta propia. “Lamentablemente todavía no ha llegado la ayuda del gobierno. Dicen que la van a dar pero no podíamos esperar porque hay que limpiar el piso inmediatamente que bajó el agua sino se pega y es mucho más difícil. No podemos esperar”, explicó Juan Manuel. De todos modos acotó que necesitarían que se fumigue tanto dentro como fuera de las viviendas.
Por ahora, el vecino de Roque Sáenz Peña no inspeccionó el fondo de la casa que está “bastante sucio lleno de madera”. Prefiere esperar un poco más. “No quisiera encontrarme con un bicho”, dijo pensando en víboras, ratas o alguna otra alimaña. “Es peligros, sobretodo los fondos”, indicó.
De todas maneras, Juan Manuel cree que la limpieza es definitiva y no van a tener que volver a desalojar la casa debido a que hace unos días el gobernador Sergio Urribarri estuvo en esa esquina y les aseguró que si lograban pasar el pico de la creciente era seguro que el río comenzaría a descender. El pico debió manifestarse el último domingo pero el río se mantuvo estable. “Sin lugar a dudas, zafamos ya esta parte. No sé cuanto va a durar para la otra gente., Hay que tener en cuenta que yo estoy a 15,20 (mts.) es la parte última”, señaló el vecino.
Lavado y pintura
Una cuadra más allá, por Bolivia, la calle de tierra pierde consistencia y se convierte en el lecho de un río. Los pies se hunden en el fango y el barro se adhiere al calzado. Una vecina que tiene un kiosco en la esquina de Carriego y Bolivia no quiere hablar. Muestra su casa, donde la pasta marrón descansa en el suelo junto con charcos, botellas plásticas y un olor fuerte y desagradable. “¿Que querés que te cuente, que esto es un desastre?”, dice mientras espera que el agua, que permanece estacionada a pocos metros por Carriego, termine de evacuarse por el fondo de la vivienda.
Juan Manuel, un vecino de calle Bolivia, comenzó hoy a limpiar la casa. Hace 15 días que se había ido y estima que tardará cinco días en volverla habitable. Además, están a oscuras porque siguen sin energía eléctrica. “No sé si la Cooperativa cuando va a reponer los medidores”, indicó.
Al retornar, encontró “la mugre lógica de una inundación”. Remarcó que no sólo debe limpiar sino recuperar las paredes deterioradas. “Hay que hacer una limpieza primero a fondo y después hacer una pintada porque la humedad propia de esta zona hizo saltar toda la pintura”, acotó.
El vecino aseguró que no podía esperar la asistencia del gobierno para la adquisición de los elementos de limpieza. “Con la experiencia que uno tiene, hay que venir ni bien sale el agua de la casa y comprar nosotros los elementos, principalmente la lavandina”, dijo, un elemento de higiene que ya no se consigue en el barrio porque se agotó.
Asimismo, recalcó que pudo retirar a tiempo todas sus pertenencias. “Las cosas que habíamos dejado como el aire acondicionado está en perfectas condiciones. Se ve que no hubo ingreso de los ‘dueños de lo ajeno’ como en años anteriores”, acotó Juan Manuel.
Marea Negra
En la esquina de Catamarca y P. del Castillo, los empleados municipales fregan una costra viscosa y pegajosa obstinada en permanecer adherida al asfalto. Un riacho negro corre por la cuneta y flota un hedor pestilente. La boca de tormenta no para de vomitar un líquido verduzco que corre calle abajo.
Claudia vive en la esquina junto a su familia y sus padres habitan la casa lindera. Ella explica las razones de la atmósfera malsana que se respira. “Hoy estamos limpiando más fino pero vinimos ayer y había charcos con huevos de mosquito para tirar para arriba porque se sentían como picaban en el agua. Mucha suciedad, mucho verdín, cucarachas muertas: todo lo que puede salir de una cloaca”, indicó Claudia. “Creeríamos que hasta el sábado o domingo no vamos a volver a la casa”, explicó.
Ayer utilizaron una hidrolavadora para remover la mugre incrustada en los pisos. Hoy cambiaron la estrategia y vertieron lavandina y detergente en todos los rincones de la casa. Los elementos salieron del bolsillo de los propietarios de la vivienda. No obstante, Claudia espera la ayuda del Pami para sus padres y ya tramitó el certificado de autoevacuado para recibir la ayuda del gobierno. “Esperemos que esta vez nos ayuden en algo porque la verdad que la otra creciente, que fue la del 92, si bien entró menos cantidad de agua, anduvimos recorriendo la municipalidad y nunca nos dieron nada”, señaló la vecina.
Respecto del comportamiento de las autoridades, Claudia es terminante: “el que dice que perdió algo me parece que está mintiendo porque fue muy bien organizado y, aparte, de noche sabés que no crecía y era tranquilidad para todos los que estábamos inundados”.