Villalba dijo que fue traicionado, que estaba ‘todo armado’ e identificó a varios policías imputados

Villalba, quien ingresó a la fuerza hace 28 años e hizo toda su carrera en Concordia -a excepción de un paso por Paraná y dos por Federación- recordó que el jueves 5 de diciembre un grupo de esposas de efectivos vinieron a dialogar con él. Las atendió en el salón de actos de la jefatura y le entregaron un petitorio con reclamo de mejoras salariales que reenvió a la jefatura de Provincia en Paraná.

El sábado 7, mientras estaba fuera de la ciudad por cuestiones laborales, se enteró que nuevamente que un grupo de familiares se acercaron a la Jefatura reiterando la exigencia de un incremento salarial.

Al día siguiente, domingo 8 de diciembre, Villalba recibió información desde Paraná donde le aseguraban que el lunes 9 o el martes 10 se iba otorgar una mejora sustancial a los efectivos. Aunque no había cifras concretas, el aumento iba a ser importante. La decisión se había tomado evidentemente para que en Entre Ríos no se repitan los acuartelamientos policiales y su consecuencia inmediata, los saqueos, que se venían produciendo en varias provincias.

De manera preventiva, ese mismo día Villalba transmitió esa novedad a los jefes de las comisarías y les pidió que se quedasen de guardia en las mismas y  a los segundos jefes de cada seccional que se pusiesen al mando de los móviles pertenecientes a cada una de ellas.

En horas de la tarde, cerca de las 18:30, mientras trabajaba en un hecho se entera  de la presencia de familiares y efectivos en la plaza 25 de Mayo. De inmediato acude a la Jefatura y observa que un grupo se moviliza hasta la esquina de 1º de Mayo y Pellegrini, cortando la circulación. Luego se dirigen por Pellegrini hasta Mitre pasando por enfrente de la Jefatura y dando la vuelta en dirección a la puerta trasera, ubicada en Hipólito Irigoyen.

Luego ese mismo grupo vuelve a retomar por Pellegrini y se dirige hacia la Jefatura. El jefe de policía aseguró que estaba en la puerta esperándolos para transmitirles la novedad del aumento. Pero no pudo. Señaló que en cabeza venía un grupo de mujeres –según explicó un modus operandi que se observa en los barrios donde los hombres suelen escudarse detrás de mujeres y niños- quienes lo empujaron, luego recibió gas pimienta en la cara lo cual provocó que perdiese capacidad visual, y detrás de ellos venían los hombres.

La secuencia que relató fue observada en horas de la mañana en una cinta grabada por un periodista de un canal de cable que muestra exactamente lo que Villalba narró a la tarde. Primero el corte de la calle, luego la marcha por delante de Tribunales y luego un grupo de personas que sale de la Jefatura con los ojos irritados a raíz de gas pimienta que había en el aire.

Villalba dijo que fue sorprendido por la actitud de quienes encabezaban la protesta, porque a muchos conocía desde hace años y les tenía confianza. Luego de ser empujado, señaló que comenzó a recibir golpes y agresiones verbales por parte de algunos efectivos que estaban muy “exaltados” y “agresivos”. Mencionó a varios de los que estaban sentados detrás suyo: Juan Pedro Lacuadra, Luis Alberto Gómez, Luis Roberto Carlino, Diego Diferding, Romeo Valdez y José María Biderbost.

No obstante, dijo que algunos también lo cubrían, como Carlino, y pedían a los demás que no lo agrediesen. Aunque luego relativizó esa acción y señaló que desempeñaban roles: algunos hacían de buenos y otros de malos.

Según el testimonio, logró subir las escaleras y se metió en la secretaría privada. Más adelante volvió otro grupo para pedirle que dialogue con los demás efectivos pero dijo que el clima que se vivía era muy difícil. Mientras había algunos que querían escucharlo, otros querían agredirlo. Al mismo tiempo que recibía amenazas, el ruido de bombos era muy fuerte y se lanzaba pirotecnia dentro de la Jefatura. “Intenté mantener un diálogo pero fue imposible”, señaló. Intentó mantener un diálogo por la ventana del edificio pero cuando hablaba, subía el volumen de los insultos y el ruido del redoblante.

¿Usted fue privado de su libertad? le preguntó el fiscal Mario Guerrero. La respuesta fue que “sintió que no podía moverse libremente” a raíz del clima que se vivía dentro del edificio. Ni bien intentaba salir, recibía intimidaciones verbales permanentemente y sabía que eran el preludio de agresiones físicas. Y así se mantuvo hasta el día siguiente, cuando se destrabó el conflicto. No obstante, dijo que durante la noche del domingo un grupo de mujeres fue a pedirle que aclare que no estaba privado de su libertad.

Al mismo tiempo, manifestó que se sentía impotente porque habían comenzado a recibir los llamados de la gente que pedía ayuda debido a que habían comenzado los saqueos en la ciudad y ya tenían noticias de personas muertas. Pero no podía dar respuesta a la ciudadanía. “Estaba rota la cadena de mandos”, dijo. Además señaló que la sala del Comando estaba tomada. La única respuesta era la que daba el poco personal en la calle: algunos jefes de comisaría que andaban en las patrullas.

También dijo que hubo quienes utilizaban la radio policial para llamar a quienes aún no se habían plegado a la huelga diciéndoles que él había agredido a familiares de policía, hecho que Villalba descartó de plano.

El ex jefe de Policía de Concordia dijo varias veces que el clima era “muy violento” y “muy fuerte”. Dijo que había advertido mucha hostilidad de los acuartelados hacia el subjefe, Nelson Vega, y que observó a Daniel Silva, jefe del grupo de infantería, con un ojo ensangrentado.

En un momento dado de la noche, dijo que había enviado un papel con la propuesta salarial y le dijeron que uno de los imputados, Luis Gómez, tomó el papel y lo quemó. Casualmente Gómez había declarado el día anterior que no había quemado nada y que no había agredido a nadie. Pero Villalba lo incluyó en el grupo de los más exaltados.

Luego señaló que sintió que su situación comenzó a aliviarse cuando llegó el Subjefe de Policía de Provincia, Juan Ramón Rosatelli, quien le pidió que se calmase y le aseguró que estaban trabajando para encontrar una salida al conflicto. Ahí percibió que su figura pasaba a segundo plano.

La testimonial continuaba y prometía ser larga debido a que aún faltaban las preguntas de los defensores. Para mañana está previsto que declaren dos jefes policiales: Daniel Silva, jefe del grupo Gia, y Humberto Salvador, jefe de turno la noche del acuartelamiento.

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