Yanina, una alumna de 4º Polimodal, se sienta en un banco ubicado al costado de una ventana que da al patio de jardín. “Entra una ‘baranda’, un olor; no puede ser que esté todo eso ahí. A veces se abre un poquito la ventana y ya entra el olor”, comentó. En el patio de jardín se ubica el pozo ciego de la escuela.
Nahuel Pizzini, otro alumno de 4º Polimodal, se quejó del estado de los ventiladores. “Están mal amurados a la pared y están rotos”. Indicó que hay vidrios rotos en ventanas. “Las puertas no cierran, hay que golpearlas o hacerles fuerza para que cierren”. Cuando hay mucho viento, los bloques del cielorraso “se levantan”. “Hay mesas y sillas en mal estado”, añadió. Con respecto a los baños, indicó que: “son lo peor de la escuela; la mayoría de los días no hay agua, o los inodoros están muertos”.
Marianela, alumna de 5º Polimodal, expresó que en el aula que ocupa su división sólo existen cuatro focos para iluminarla. “Es escasa la iluminación que hay”. Además, algunos armarios en el aula guardan la mitad de la biblioteca de la escuela. Esto supone una interrupción de clases varias veces al día. “En lo mejor que estamos dando la materia, vienen a interrumpir la clase para buscar los libros”. La otra mitad de la biblioteca se encuentra en la dirección de la escuela.
Luján, compañera de curso de Marianela, expresó que la puerta del aula carece de vidrio. “Tuvimos que poner una cartulina, un afiche para que no entre el frío pero igual pasa”. La puerta también carece de picaporte y cerradura.
Martín, es un alumno de 8º A. Junto a sus 16 compañeros, ocupan un aula de reducidas dimensiones en el fondo de la escuela. “Es incómodo porque cuando salimos del aula tenemos que mover los bancos y sillas”. El hacinamiento también dificulta el dictado de clases. “Una vez tuvimos que salir y no dar clases por el calor que hacía. No se puede aguantar el olor a transpiración”, explicó.
Claudio, compañero de curso de Martín, mencionó que los ruidos provenientes del patio, debido al habitual bullicio que generan los alumnos de la escuela primaria en recreo, afectan la concentración. “Estamos dando un tema nuevo y te interrumpen con el ruido”, dijo.
Daiana, 13 años, es alumna de 8º B. “El problema es que el vidrio está roto y entra todo el viento, el frío del invierno”. La directora les explicó a los alumnos que la reposición del cristal, mediante un acta, tarda un mes. “De aquí a que pongan el vidrio, nos morimos de frío”, señala Daiana, abrigada con una campera y una bufanda anudada al cuello. Pero los alumnos decidieron hacer una colecta para comprar el vidrio, que cuesta entre $ 30 y $ 35.
Clases al aire libre
El testimonio más elocuente de los inconvenientes edilicios es un acta que redactaron en una hoja de papel con letra manuscrita los alumnos de 3º año el 31 de mayo pasado, dando cuenta que decidían suspender las clases por el “olor a putrefacción”.
En la nota cuentan que sacaron los pupitres y sillas al patio de la institución. “Aún allí no se pudo realizar las actividades porque los chicos de la primaria debían tener clases de educación física”. Los alumnos, en consecuencia, decidieron concurrir al patio de tierra. “Las condiciones eran totalmente inadecuadas para dictar clases: había humedad, debido a que el día anterior había llovido. Al estar a la intemperie el clima frío, húmedo y el sol que brillaba por momentos no nos permitió poder concentrarnos en las actividades por completo”. Además, las clases debieron desarrollarse por grupos ya que carecían de pizarrones.
Pedro Calabrese es docente y hace 12 años que dicta clases en la escuela. Aseguró que los problemas más graves son los baños. “El inconveniente más grave es el pozo negro al lado de las aulas. Los chicos de jardín andan ahí, sobre el pozo negro y nosotros no siquiera aguantamos dentro de las aulas ese olor”, indicó.
“Generalmente, acá se trabaja a vidrio cerrado y en verano el calor es bastante fuerte porque el sol pega fuerte sobre ese lado. Y los ventiladores están todos destartalados. Por lo que, a partir de noviembre, el sistema de trabajo es complicado y tedioso”, explicó Calabrese.
La red cloacal no llega hasta la escuela, queda a dos cuadras de distancia. Tampoco hay camión atmosférico. En consecuencia, el pozo se llena con facilidad debido a la cantidad de alumnos que tiene la institución. Pensada para no más de 400 alumnos en dos turnos de 200; hoy conviven cerca de 700, 400 en la primaria y 300 más de EGB 3 y Media. “En estos años, creo que ví una sola vez desagotar el pozo”, dijo el docente. Y recordó un brote de hepatitis que surgió en Zorraquín hace algunos años. “No nos olvidemos que tenemos un foco muy grande que es ese pozo”.
Gestiones interminables
La Escuela Media Nº 119 fue fundada en 1992. Desde aquel entonces, la comisión vecinal de Zorraquín comenzó a gestionar la construcción de un edificio para la escuela. En 2001, los directivos se enteran del programa nacional “700 Escuelas” destinado a la construcción de edificios escolares.
El crecimiento de la matrícula escolar coincide con el incremento poblacional de Villa Zorraquín, que actualmente llega a las 3.800 personas. El auge del arándano atrae nuevos vecinos desde hace cuatros años. “Mientras la mujer estaba plantando el arándano, el hombre cosechaba la fruta que es otro de los medios que permiten sobrevivir”, señaló Liliana Olace, directora de la escuela Nº 119.
No sólo lograron ingresar al programa, sino que en 2002 el CGE compró un terreno ubicado en Perú y Chacho Peñaloza, a 100 metros del edificio que actualmente ocupan. “Lo único que quedaba era esperar la construcción del proyecto”, indicó Olace. El proyecto incluye nueve aulas, secretaría, dirección y preceptoría.
En el listado del programa “700 Escuelas”, la “Esteban Echeverría” figuraba primera. Luego venían otras escuelas; entre ellas la Nº 111, “República de Entre Ríos” y la “Gerardo Yoya”.
Con el correr del tiempo, la escuela quedó en el último lugar del listado. “Me dijeron que no tenía nada que ver el orden, que la escuela tenía todo aprobado y que no había inconvenientes”, indicó la directora. Al mismo tiempo, los docentes veían como otras instituciones avanzaban en sus proyectos, mientras la Nº 119 se estancaba.
Pero el 17 de mayo se enteraron que quedaban fuera del proyecto. “Nos enteramos a raíz de una noticia que sale en El Heraldo”, dijo la directora. En esa misma nota, el Ministro de Educación, Sergio Urribarri, comenta que van a “tratar de incluirla en algún presupuesto antes de finalizar el 2007”.
La noticia cayó como una bomba. Al día siguiente, en una reunión institucional, los docentes expresaron su malestar. Olace recalcó que el Director Departamental de Escuelas, Saúl Dri, se preocupó al enterarse porque desconocía la noticia. “Se comprometió que en 30 días vamos a ser incluidos en el presupuesto 2007”, dijo Olace. “Y que al otro día venían a iniciar la obra. Pero la persona encargada, casualmente, tuvo que viajar a Paraná”, añadió.
El lunes pasado, cerca de 150 padres de los alumnos se reunieron una asamblea. “Los papás plantearon en la reunión que no están dispuestos a seguir mandando los chicos en estas condiciones”. Pusieron como plazo una semana para que las obras comiencen. “El lunes vamos a volver a tener otra reunión. Esperamos una respuesta porque no podemos continuar con esta realidad”, finalizó Olace.