«Verdín» en el Lago: “nadie se va a envenenar o intoxicar”, aseguran en CTM

“El verdín no es otra cosa que algas microscópicas que se desarrollan en el embalse y en todos lados. Existen en la naturaleza como el pasto”, detalló. Otaegui aseguró que algas “siempre hubo” pero explicó que tienen un comportamiento cíclico relacionado con las estaciones. “De principios de verano hasta mediados del otoño están en la superficie del agua aprovechando la luz solar, y luego decae en el invierno”, indicó.
El riesgo de las algas, que es “materia orgánica”, cuando se introduce en nariz, oídos y ojos es que con la temperatura del cuerpo y la poca cantidad de agua “fermente y provoque una inflamación y una infección posterior”.
Pero existe un riesgo aún mayor, la toxicidad que pueden provocar las algas muertas en el agua. No obstante, Otaegui fue claro al indicar que se producen en casos “circunstanciales” asociados a “muy grandes concentraciones”. “¿Qué hacemos en esos caso? Medimos los rangos y cuando están dentro de esos valores probables, informamos que no convendrían introducirse en el agua, y si lo hacen, lavarse con una manguera al salir”, informó el encargado del Departamento de Ecología.
Los controles se efectúan a la línea de: boyas (2 mts. de profundidad.); pecho (1,50 mts.); pelvis (0,75 mts.) y tobillos (0,30 mts.). “Las algas tienen una concentración creciente hacia la orilla por efecto de la brisa que las va acumulando”, dijo Otaegui. Una de las recomendaciones es no permanecer en las áreas de mayor conglomeración sino trasladarse a lugares más abiertos. “El problema son los chicos que chapotean o tragan agua”, explicó. En el único lugar que han recomendado en algún momento no bañarse durante este verano ha sido en la playa “Las Palmeras”.
El biólogo explicó que las algas son “elementos constituyentes de las aguas”, pero su crecimiento se ve favorecido en el Uruguay debido a los restos de fertilizantes que llegan al embalse. “Así como son excelentes para las plantas terrestres, también lo son para las plantas acuáticas”, señaló.
Esto provoca un crecimiento “explosivo” de las algas, debido a que otros factores contribuyen como las sequías prolongadas, el calor, poco viento y la intensidad solar. Durante el año pasado y el transcurso del actual se ha observado este proceso. “También depende del caudal que venga por el río. Los años de estiaje (poco caudal) como éste favorecen el desarrollo de las algas”, agregó.
Las mediciones se extienden desde diciembre hasta fines de abril, y abarcan parámetros químicos y biológicos. Se realizan en forma semanal, y el Departamento de Ecología tiene previsto capacitar a los guardavidas que trabajan en el Lago para que puedan “tomar por sí mismo sin depender tanto de nosotros”.

El mal de la represas

“Es un viejísimo concepto asociado a las esquistosomiasis (la enfermedad del caracol) que surgió con la represa de Asúan en África. Después hay otro que está asociado a una parasitosis que transmiten unas mosquitas que se crían en ambientes acuáticos en África y producen ceguera porque hubo muy mal manejo de la parte sanitaria y demás”, detalló Otaegui.
“En el caso del mal de las represas no es la represa en sí sino las condiciones sanitarias en las que se desenvuelven las poblaciones tipo golondrinas que se acercan a las áreas de represa en búsqueda de trabajo y viven en condiciones de hacinamiento paupérrimas como no tener baño”. La Organización Panamericana de la Salud descartó “la posibilidad de tener ese problema” tanto en Argentina como en Uruguay.

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