Los chicos que llegaron ayer a la Escuela Avellaneda después del fin de semana largo, se encontraron con un pizarrón en el hall que les daba la bienvenida con esta leyenda: «1ºA, 1ºB y 5ºB no tienen clases: aulas visitadas por ladrones, es necesario reacomodarlas». Después, los rostros de docentes y autoridades completaban el cuadro de situación, no era necesario explicar más nada: los destrozos en el establecimiento fueron graves.
Aproximadamente a las 2:30 de la madrugada de ayer, el agente policial que tiene su punto de parada en plaza San Martín, informó al Jefe de turno sobre una anormalidad: había luces prendidas en la escuela.
Desde el Comando Radioeléctrico se comunicaron con la directora del establecimiento, quien confirmó que eso no era algo común, por lo que fue hacia la escuela. Una vez adentro se descubrió el ilícito que había tenido lugar, presumiblemente durante esa misma noche o en las últimas horas de la tarde.
Se sospecha que fueron varios los desconocidos que ingresaron, e incluso que hay algunos mayores de edad involucrados. La oscuridad y las paredes bajas facilitaron la entrada por algunas de las calles de los fondos de la escuela.
Una vez en el patio arrancaron unas rejas y rompieron los vidrios de una ventana, para llegar así al interior y dirigirse a las aulas y el salón donde se concentraron para provocar cuantiosos daños.
Abrieron armarios, rompieron dibujos y láminas de los chicos, barretearon puertas, sacaron maderas del escenario y hasta boquetearon una pared. Además atacaron los pizarrones, escribieron en las paredes y rompieron el kiosco.
Los destrozos fueron significantes, y al parecer los vándalos conocían el movimiento en el establecimiento ya que las aulas que tienen alarmas de seguridad (donde se guardan los elementos de valor) no fueron tocadas. Esto refuerza la teoría de que entraron a romper, no a robar.