Volar a Marte, viajar al espacio y colonizar otros planetas, de niños, parece una realidad. Los adultos se inhiben cuando hay que soñar, a menos que sean Elon Musk.[1]
Para pensar en una sociedad mejor, para diseñar utopías ¿se necesita cierto grado de imaginación infantil?
¿Aún nacen verdaderas utopías o vemos que se extinguen las viejas?
¿Qué hace la gente? ¿Quieren enriquecerse rápido o hacer del mundo un lugar mejor?
Si creemos en las utopías ¿les damos a nuestros actos otra fuerza?
La utopía de todo para todos, se ha convertido en Shoppings, pero tal vez haya algo que aún podamos aprovechar de las utopías perdidas.
¿Cómo se le ocurre a la gente la idea de concebir utopías?
No importa si se pueden poner en práctica o no. Las necesitamos para poder levantarnos en la mañana y sentir que debemos trabajar para lograr algo; las sociedades también lo necesitan. Hay que empezar de a poco, donde uno se mueve. Cambiar el entorno inmediato y después ir más lejos.
¿Meterse en lo pequeño para cambiar algo grande?
Podemos tener ideales sobre la sociedad. Lo más importante es cuáles son las metas. Si queremos hacer algo en la sociedad en la que vivimos y, si esos objetivos logran que el mundo sea un poco mejor, vale la pena creer en cambios que lo mejoran a pequeña escala, según el lema que si todos colaboran la sociedad se acercará al ideal. Algo así como la democracia viva. Se puede pensar que la democracia es algo anticuado. Tal vez Google y Facebook supriman la política y, los algoritmos, calculen el mejor tipo de sociedad para la gente. Para algunos, los salvadores de nuestro tiempo no son políticos, sino especialistas emergentes, fundadores tecnológicos, que crean la visión digital.
La idea de mejorar el mundo es una expresión de autoestima. Es un delirio de grandeza positivo. ¿Cómo sería un mundo mejor? ¿Cómo funcionaría si todo fuera más fácil en lo desagradable o pesado? Desaparecerá, porque lo quitarán. Todos trabajan para facilitar la vida. Para unos cuantos, las máquinas inteligentes y los algoritmos hacen del mundo un paraíso. Parece ser parte de todas las utopías: el sufrimiento desaparece y la vida es eterna en un spa de lujo.
Otros pueden preguntarse ¿La idea es que trabajar no parezca tanto trabajar? Y no sentir la obligación de tener que ir donde espera un escritorio gris y colegas grises. Donde la mayoría no tiene esa clásica división entre lo laboral y lo privado porque no ven la vida y el trabajo como dos opuestos que deben equilibrarse, sino que trabajan para realizarse
¿Se pueden imaginar utopías cuando sabemos que estamos perdiendo?
Desafiar los absurdos altibajos de la vida, con una mentalidad positiva imperturbable, lanzarse a la vida, arriesgarse parece una buena filosofía de vida. Mejorar el ánimo con un cambio de perspectiva. La utopía es un ancla a la que puede aferrarse la conciencia. Se aprende a ser optimista, hay que ser optimista si no, no tiene sentido. Se puede ser pesimista y compadecerse uno mismo o se puede sacar lo mejor de la situación e intentar ser creativo o productivo. Creatividad y fantasía es la capacidad de encontrar en la triste realidad, una magia que otros no ven. Es muy parecido con la gente que cree en un Dios que protege en el más allá, donde se recompensarán los actos terrenales. Vivir en una utopía tanto como es posible en la tierra. Una utopía pura donde hay alegría y felicidad. En la tierra siempre hay sufrimiento o se carga una cruz, pero en tiempos duros hay que pensar que son pasajeros, que no siempre será tan sombrío. La ausencia total de sufrimiento no existe. Solo existe en la eternidad. Una vida virtuosa puede hacernos feliz. En el claustro no hay propiedad privada, ni ambiciones de carrera ni aceleración. ¿Cómo vivir así? ¿es un ejemplo de sociedad perfecta?
¿Qué es la utopía? Es la combinación de dos palabras griegas. Primero la utopía como el “no lugar” o eutopía como el “buen lugar”. Si observamos el desarrollo del pensamiento utópico, el inicio clásico es la novela “Utopía” de Tomás Moro (1478-1535) en el año 1516. Moro concibió la utopía como una isla en algún lugar del mar. Era geométrica como un círculo perfecto. En las utopías clásicas, las formas son muy geométricas. La gente es muy racional, poseen conocimientos técnicos. Al mismo tiempo, a menudo, se los presenta en uniforme. Se pierde mucho de aquella que debería tener una vida para disfrutar.
Platón, uno de los pensadores de la Antigüedad, diseñó un sistema en su “República” donde les arrebataban los niños a sus familias y asistían a escuelas comunitarias. Y ahí está la pregunta: ¿hasta dónde capacitar a la gente para que se adapten a ese sistema ideal? ¿no será como en todos los sistemas en los que no se borra el error humano? Tal vez debamos abandonar la idea de que podemos borrar el error humano mediante una sociedad ideal o soluciones técnicas perfectas. Mejor pensemos en cómo podemos desarrollar formas de interactuar que admitan esa imperfección.
Una utopía brutal suele inclinarse enseguida hacia lo distópico. ¿Por qué? Tal vez se debe a la dificultad de diseñar el modelo del nuevo orden social perfecto en el tablero. Tal vez fracasa porque los seres humanos no actuamos como los utopistas imaginaron.
Ernst Bloch, por ejemplo, un filósofo del siglo XX, escribió una obra inmensa “El principio de la esperanza”. Desarrolló justamente un concepto de la utopía concreta. Llegamos a la idea de nuestras utopías concretas por medio de la fantasía. Eso significa comenzar en la vida cotidiana y buscar lo utópico en nuestro quehacer cotidiano e intentar que el mundo sea un poco mejor desde nuestra interacción.
Theodor Adorno[2] decía que la utopía siempre es un cambio en el todo. Tal vez falte hoy la nueva gran visión para todos, por difícil que sea, o la voluntad de cambiar el mundo de cómo es ahora.
Para cambiar el todo, nuestro mundo es demasiado complejo. Hoy, diseñar utopías, quizás signifique aceptar esa complejidad y jugar con ella para que surja algo nuevo.
Es un lujo pensar en cómo debe ser el mundo. Las utopías cruzan los límites de lo real. Es jugar con el “qué pasaría si…” un orden intelectual que ponemos en el caos de la realidad para ver qué potencial existe para la convivencia en sociedad. De las utopías puede gustarnos que nacen de ideas confusas, de elementos sin formas tangibles. Las utopías no deben cumplirse para poder existir.
A veces basta una idea vaga o imposible del mañana para hacer lo correcto hoy, donde cabe la posibilidad de hacer un mundo más justo.
Tekoá. Cooperativa de Trabajo para la Educación Ltda.
[*]Mediante el Todavía-No la utopía es trasladada de un concepto descriptivo a un concepto analítico, definida en términos de una función que es simultáneamente expresiva e instrumental. El Todavía-No en sí mismo contiene múltiples significados, las dos dominantes enfatizan la necesidad de la expresión utópica. La frase alemana noch nicht puede ser traducida tanto como “todavía-no” así como “aún-no”. De este modo, puede llevar el significado de algo que todavía no es, pero que es esperado, dando énfasis a una presencia o realidad futura; o algo que aún no es, dando énfasis en una ausencia o una carencia en el presente. La Esperanza Utópica: Ernst Bloch y la reivindicación del futuro. Ruth Levitas. Investigadora de la Universidad de Bristol de Gran Bretaña especializada en el debate internacional sobre pobreza y pensamiento utópico en las ciencias sociales. Autora, entre otros, del libro ¿The Inclusive Society? Social Exclusion and New Labour, Macmillan, Basingstoke, 1999.
[1] Frase de Fernando Birri, erróneamente atribuida a Eduardo Galeano quien lo aclara y cita en uno de sus libros.
[2]Elon Musk, el hombre más rico del mundo, cofundó seis empresas, incluido el fabricante de automóviles eléctricos Tesla, el productor de cohetes SpaceX y la empresa emergente de túneles Boring Company. https://www-forbes-com.translate.goog/profile/elon-musk/?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc
[3] Adorno (1903-1969) no puede concebir la actividad filosófica sin la presencia en su horizonte de la idea de una sociedad libre de cualquier forma de dominio, violencia y resentimiento. Éste es propiamente el sentido de una teoría crítica, que describe y contempla la realidad desde el contraste con lo que sería posible o deseable. https://elpais.com/diario/2003/09/06/babelia/1062803832_850215.html