Quede claro que no se pone en duda aquí el derecho de ese medio y de cualquier otro a opinar y estar en la vereda de enfrente de este gobierno o de cualquiera. No es eso lo que aquí se pretende discutir, al contrario, siempre hemos sostenido que una de las características del periodismo y de los medios es la subjetividad y que el cacareo de la supuesta objetividad no es más que pura hipocresía. Ese derecho a opinar, a ser subjetivo como el que más, debe ser respetado como uno de los principales de la democracia. Lo que decimos desde esta simple y provinciana tribunita, es que, tan importante como el derecho a la libre expresión, es el derecho de la sociedad a estar informada y eso implica que, cuando damos una información que induce a engaños, debemos rectificarnos porque así, nuestros lectores acceden a algo lo más parecido posible a la verdad, de lo contrario no estamos haciendo periodismo, ni estamos respetando el derecho consagrado por nuestra constitución a obtener información.
Bien, Urribarri se encargó de desmentir rápidamente esa información además de ubicar a ese diario entre los opositores al gobierno. La Nación podría haber obviado esta parte, la de ser ubicado como opositor y publicar solo la desmentida, de modo que sus lectores computen ese dato para posteriores análisis, no lo hizo.
Pero, no solo no lo hizo, hoy lunes aparece otra nota, en este caso firmada por Joaquín Morales Solá en la que insiste en la misma línea de la nota de ayer cuyo objetivo era mostrar la caída del poder K.
Solá se anima a afirmar esto : “El kirchnerismo, como ciclo político histórico, está terminado. El concepto, claro y concluyente, lo desgranó un gobernador de anteriores e inocultables simpatías con los Kirchner”. Tan concluyente como esa afirmación es que Solá no dice quien es ese gobernador.
Si esta información tiene la solidez de la que se publicó ayer y que afirma que Urribarri no sabe como hacer para despegarse de los Kirchner, es para desconfiar.