A propósito de la huelga de hambre que el pasado jueves iniciaron un grupo de internos de la Unidad Pena N°3 de Concordia, DIARIOJUNIO se entrevistó con el director de este presidio, el prefecto Marcelo Villaverde, quien confirmó que la protesta se debía a la disconformidad de los internos por la reducción de espacio que sufriría el patio de visitas del complejo penitenciario, por la construcción de un nuevo pabellón que era necesario para descomprimir uno de los sectores, que está superpoblado en una proporción de 2×1.
“Es un pabellón que tiene capacidad para 28 internos y hay alrededor de 60 viviendo ahí, por eso es que queremos construir este nuevo pabellón para que no estén hacinados” señaló el titular de la cárcel, aclarando además que la obra surgió como respuesta a un reclamo de la delegación local de Derechos Humanos, en una de las visitas que se realizan habitualmente.
El problema -claro está- es que por las limitaciones de expansión que presenta el edificio, al hallarse rodeado de calles y viviendas, cualquier ampliación que se realice debe hacerse dentro del perímetro del establecimiento, lo que exige inevitablemente que se avance sobre espacios que estaban destinados a otra función.
En este caso, el nuevo pabellón será construido sobre lo que hoy es el patio de visitas, y si bien la obra será una solución al problema de hacinamiento que vive buena parte de la población penal, no deja de ser un inconveniente la reducción de los espacios de esparcimiento para los reclusos, que resultará de esa obra.
Según informó Villaverde el espacio que se verá afectado es un patio de visitas y si bien se adaptará una celda para cumplir esa función, lo cierto es que los internos cada vez tienen menos lugar para realizar actividades que los distraigan, y esto va en desmedro de su psiquis, y de sus posibilidades de ocupar el tiempo en algo productivo, que les brinde mayores oportunidades de reinserción en la sociedad.
Por otra parte, la situación de hacinamiento que sufren 60 reclusos, no puede seguir prolongándose en el tiempo, de manera que se atenderá la causa más urgente, y por ahora no hay panorama de solución para “ese rollo” de la reinserción social.
En otras palabras –y esto no es novedad- la cárcel es un mero deposito de gente.
Actualmente hay 154 internos en la UP3, de los cuales 25, aún no han tenido su juicio oral y público, por lo que, en rigor, son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Según confirmó a DIARIOJUNIO el jefe de la unidad penitenciaria, estos internos procesados sin condena, no están en un pabellón especial, sino que están entreverados con el resto de la población carcelaria, porque “tenemos los problemas de convivencia, los problemas de barrio, por los diferentes delitos, y tenemos muchos inconvenientes por el tipo de delito; nosotros –explicó el prefecto- tenemos que ir separando internos, alojándolos por afinidad, y no podemos alojar los procesados por un lado e imputados por el otro porque no tenemos espacio”.
Un dato importante, porque ayuda a descomprimir durante el día los pabellones, es el sistema de salidas socio-laborales; son 21los internos que salen del penal para ir a trabajar todos los días, en distintos horarios, según los trabajos que realizan, y al final del día, exactamente a las 20.00hs. Deben regresar para dormir tras las rejas.
Pero como ya lo habíamos dicho, es un edificio que data de 1896, y el tiempo no pasa solo. El propio alcaide de la pasión, reconoce que “lo ideal sería un edificio nuevo, con celdas donde los internos estén cómodos, que no se nos llueva, que no tengamos que estar a cada rato, después de un temporal viendo a donde se llueve, gotea, hay humedad, es un edificio muy viejo y tiene su deterioro lógico”
El problema de la droga
Así como en la ciudad, la presencia de drogas peligrosas ha incidido en el grado de violencia y en la edad a la que los jóvenes comienzan a delinquir, en el claustro de las prisiones, este flagelo continúa siendo un martirio para los detenidos, y un dolor de cabeza para los funcionarios penitenciarios.
Muchos de los condenados son droga-dependientes, y la Provincia no cuenta con un plan de trabajo ni con un protocolo establecido para lograr la desintoxicación del interno adicto”.
Sin ir más lejos, y tal como lo confirmó el alcaide de esta cárcel local, “el psicólogo que trabaja en la Unidad Penal, hace un trabajo de vocación, porque no está comprendido dentro de sus funciones” según relató Villaverde “antes a los adictos se los llevaba a grupos de ONGs, pero ahora no hay, y es el psicólogo Sergio Brodski quien está haciendo este tratamiento, que excede su función dentro de la Unidad Penal, porque él con las herramientas que tiene trata de hacer lo mejor posible gran parte de lo que es el tratamiento psicológico de los internos y como un extra de su labor se encarga de tratar a los que tienen problemas con las drogas”
Asimismo, el uniformado reconoció que “nosotros no tenemos herramientas para realizar esta tarea, pero la Dirección General del Servicio Penitenciario sabe de estos problemas y está creando un pabellón para drogodependientes en la ciudad de Gualeguaychú en la Cárcel que se está por inaugurar, en un espacio de 50 hectáreas donde va a funcionar una colonia penal con un pabellón especial para drogodependientes; eso ya está presentado y solo restra la finalización de esta obra” lo que no se sabe aún, es que cupo de internos drogodependientes se alojarán en ese nuevo complejo.
La doble pena
Cada vez que hacemos este tipo de informes, donde sencillamente pedimos que se respete lo que dice la Constitución Nacional Argentina, en su parte primera sobre los Derechos y Garantías “Las cárceles deben ser sanas y limpias”, aparecen los facilistas que piden barbaridades.
En la nota de este viernes, donde DIARIOJUNIO informó la primicia de la huelga de hambre que se estaba realizando en el penal, aparecieron comentarios tan cargados de sadismo y discriminación, que no pudieron ser publicados.
Y es que en esto, afortunadamente la ley es muy clara: Hemos avanzado lo suficiente como sociedad, como para haberlo comprendido, aunque algunos todavía sigan pidiendo tortura y pena capital.
Cuando un individuo viola la ley, y el hecho es probado, y eso contempla una condena punitiva. Está claro que esa pena es la privación de la libertad, y algunos derechos civiles como por ejemplo el de elegir a las autoridades de gobierno –el cual se veda porque se requiere ser un hombre libre para poder ejercer el derecho al voto, para que esté garantizada la legitimidad de ese sufragio-.
Pero ese es el límite de la pena, la pena es pura y explosivamente la privación de la libertad, y es por eso que existen edificios para poder efectivizar esa sentencia por el plazo que establezca el tribunal.
Todos los males que un interno pueda sufrir estando preso; violación, hacinamiento, frio, malas condiciones de higiene, e incluso el abuso de trabajos forzados, no comprenden las disposiciones de la condena, y no tienen ninguna legitimidad: Son, ni más ni menos que torturas; muchas de ellas quizás involuntarias, porque se deben a falencias de infraestructura Estatal.
En términos legales, cuando un hombre o una mujer son condenados, son confinados a perder el derecho a la libertad por un tiempo determinado, pero en términos reales, también están siendo confinados, en muchos casos, a ser violados, a pasar frio, a vivir hacinados, a vivir en alerta permanente por el grado de violencia de algunas poblaciones penales; hay una condena “de Derecho”, y otra condena “de Hecho”.
Y es tal el grado de aceptación de esa condena de hecho, que mucha gente -quizá inconscientemente, pide que se apliquen determinadas medidas a los internos, que no son otra cosa que torturas, porque, a pesar de que pueda parecernos poca cosa, todo aquello que exceda a la privación de la libertad y que no sea una condición necesaria para garantizar esa pena, que afecte al reo, es una tortura; y mucho peor aún, cuando hablamos de que en esa unidad penal hay presos que no han tenido aún su juicio oral, es decir, todavía no se sabe si son culpables, todavía puede ocurrir que al final sean absueltos.
En definitiva, el Gobierno debe invertir en infraestructura penitenciaria, y en programas de desintoxicación y reinserción laboral y social del ex presidiario, para lograr que la pena sea efectiva y el condenado no vuelva a delinquir. Pero si no se hace nada de eso, si los años en prisión simplemente pasan, la cárcel no es más que un mero depósito. Y cuando el sujeto recobra la libertad, tiene los mismos dramas sociales que lo llevaron a delinquir tiempo atrás, adicciones, pobreza, dificultad para conseguir trabajo. Si no se corrige esto, si no se aprovechan los años que el recluso está en custodia del Estado, lo único que se ha hecho es “mantenerlo alejado de la sociedad” retardar el momento en que, tarde o temprano, reincida, y entonces volverá a caer, será declarado reincidente y ya no tendrá salidas ni reducción de pena.
El fascilismo de escribir sin pensar
Algunos de los comentarios de nuestros lectores, que no fueron publicados por su grave tendencia apológica del homicidio, se merecían un apartado en esta nota. Sin tapujos, dos lectores comentaron al pie de la noticia de la huelga de hambre, un despojado pedido de tortura y eutanasia, que me hicieron pensar en cómo funciona la psiquis humana.
Lo primero que se me ocurrió, es que se trataba de comentarios (fascilistas) que quiere decir, Fascista-Facilista. El fascilismo, es un término que se emplea para describir aquellos discursos que por su exacerbado simplismo, tiende a proponer la opción más violenta, que es a menudo la más fácil y por lo general, -en la mayoría de los casos- coincide con la modalidad adoptada por fascismo.
Uno de esos comentarios decía que había que matar a esos presos, que “algo habrán hecho para estar ahí” y que atormentaban a los ciudadanos trabajadores… bla bla bla, -y otros estereotipos de discurso facilista por el estilo-
¿Podrá creerse esa persona, mejor que el que está detrás de los barrotes, cuando con un comentario de esas características está pidiendo la muerte de otro individuo?
¿Seremos tan distintos a esos condenados? ¿No sería eso –en caso de que fuera posible- una muerte por encargo?
El otro comentario proponía que había que dejarlos que hagan la huelga de hambre y que “sigan y sigan” y si algún familiar iba a llevarle comida, que no le dejaran entrar.
Claramente, este otro lector pedía una tortura, una muerte lenta y cruel que llegaría por inanición.
Analizar de esta forma los comentarios, puede parecer un exceso, pero no lo es; es lo que quieren decir. Cada vez con mayor frecuencia, se apela al discurso fácil, a la respuesta rápida, tan veloz que se responde antes de pensar.
La opción de los comentarios que figura al pie de las noticias, es una oportunidad que este diario brinda a los lectores, para que se expresen libremente, pero como todo espacio de expresión, debe ser utilizado con el valor que se merece, debe ser respetado y celosamente cuidado. Usar este espacio para poner cualquier cosa casi sin pensar, es como burlarse una y mil veces de los miles de tipos que fueron asesinados por decir lo que pensaban.
Algunos pasaron años en silencio, otros tantos fueron perseguidos, y muchos tuvieron que aguardar 10 años para poder decir lo que pensaban. Nosotros, que la tenemos servida, que con un clic podemos colgar nuestra opinión en un sitio público, lo mínimo que se nos puede pedir, es que pensemos lo que vamos a poner.
Cada vez es más común ver en esos casilleros, respuestas tan facilistas, que no generan otra impresión que vacío y pena; pareciera que somos una sociedad de ignorantes, incapaces de pensar dos minutos antes de escribir; como si nuestros dedos sufrieran una suerte de necesidad incontenible de escribir cualquier cosa antes de que nuestro cerebro se ponga a trabajar.
Hay quienes piden la pena de muerte o la tortura, y tienen todo un fundamento propio del porqué lo hacen. No comparto sus pretensiones, pero al menos los respeto, porque se han tomado un tiempo para pensar, se lo han cuestionado, y al cabo de ese ejercicio, han hallado un porqué, porque piensan así; esa gente es la que por lo general, cuando deja un comentario, lo firma con su nombre.
Y si quieren pena de muerte, tortura y esclavitud, y tirar al diablo la Constitución, el Preámbulo, y la Asamblea del año 13, al menos lo hacen como corresponde, eligiendo legisladores que piensen de ese modo, para eso hay democracia. Pero mientras esos contratos sociales ordenen nuestra vida, los debemos respetar. No tiremos la piedra para después esconder la mano.
Talvés, ese sea un buen comienzo, hagámonos cargo de lo que decimos, pongamos nuestros nombres, y de esa forma, al menos por la necesidad de no quedar como unos verdaderos ignorantes, pensemos un poco antes de opinar por opinar.