Quienes auguran su fracaso, lo hacen tratando de ocultar sus miedos a la fortaleza que esta coalición seguramente va a adquirir, además no comparten el espíritu profundamente democrático de su futuro funcionamiento. Lógico, ser Kirchnerista es ser verticalista y obsecuente, aceptando en forma acrítica la única vos que puede dar órdenes, que es la Sra. Presidente. En éste modelo no se acepta el debate, la discusión ni el disenso y los candidatos son designados o eliminados por la señora. Así fue elegido el vicepresidente Boudou ( y así nos va ), así consiguen cargos los jóvenes de La Cámpora, así quieren designar a los casi 300 conjueces para asegurar impunidad cuando se tengan que ir del gobierno.
La coalición de partidos políticos es una oferta electoral correcta para la situación actual de nuestro país, debido a la pesada herencia que el próximo gobierno recibirá después de 12 años de populismo, ésta deberá contar con el apoyo mayoritario de la sociedad y de la mayoría del espectro político para poder así, encausar a nuestra Argentina nuevamente hacia el camino de la República.
No hay que temer a la confluencia de distintos partidos políticos, donde cada uno con su historia y su identidad se unirán en un programa común que entre otras cosas, persigue el bienestar de la sociedad, amigar a los Argentinos e insertar nuevamente a nuestra patria en el contexto del mundo actual.
Aprendamos de nuestros vecinos Uruguayos y Chilenos quienes, hoy están gobernados por una confluencia de partidos de centro izquierda, progresistas, con indicadores de crecimiento que nosotros en la actualidad, no tenemos.
