“Yo soy puestera del Mercado de Pulgas. Hace seis años que la municipalidad me puso ahí. Yo andaba vendiendo en la peatonal hasta que me ubicaron ahí”, explicó la mujer quien asegura que trabaja como vendedoras desde hace 18 años, es sostén de un hogar donde convive con siete hijos y además se hizo cargo de cuatro más.
“Estaba censada para los cinco puestos que la señora de Bordet dijo que se iban a hacer de más para los de la calle que más años teníamos”, indico Soto, quien hace seis años se instaló en la vereda. “Pero se hizo un censo nuevo. La municipalidad dice que le había dado al presidente (de la Asociación Mercado Popular de Pulgas) y el presidente dice que la municipalidad lo manejó”, señaló.
“La cuestión es que de afuera pusieron a un empleado municipal que tiene dos puestos en (galería) Estilo, una chica que está hace tres años vendiendo en la puerta del Mercado y uno que es yerno de uno de la comisión. Y los que hace años que estamos quedamos afuera”, remarco la mujer.
Según sostuvo Soto, quedó fuera del futuro Mercado y también del provisorio en la ex Estación Norte junto con vendedores que hace más de una década trabajan en la vereda. “En total somos cuatro pero yo la estoy peleando desde hace tres meses, antes que cierren las Pulgas. Y ahora hace un mes que todos los días estoy reclamando”, indicó.
Más adelante, dijo que sigue trabajando en la vereda de Quintana y Entre Ríos pero reclama una hora o dos todos los días frente a la municipalidad. El lunes instaló su mercadería sobre un tablón pero le sacaron la mesa y la tuvo que dejar en el suelo. El intendente Gustavo Bordet la atendió una vez y “a las disparadas” porque tenía una reunión. “Dijo que mi problema se iba a solucionar. También me dijo (el viceintendente Alejandro) Casañas que mi problema estaba solucionado pero todo de palabra, no hay nada firmado, y yo sigo en la calle”, indicó.
La vendedora enfatizó que no está pidiendo ningún beneficio. No tiene acceso a ninguna ayuda social y sostuvo que no le interesan. “Lo que yo quiero es ganarme dignamente el día a día”, indicó. Soto vende “un poco de todo”: ropa interior, ojotas, etc. La vendedora vive cerca de la rotonda de Salerno y debe viajar en remisse para cargar la mercadería cuatro veces al día, lo que implica un desembolso de $ 80 diarios, cuando hay jornadas en que no alcanza a recaudar esa suma.
“Para mi es una injusticia lo que hicieron”, dijo la mujer. E hizo blanco de sus críticas al presidente de la Asociación. Y también fustigó a los comerciantes con “grandes negocios y puestos adentro”. “La gente tendría que chequear más porque nosotros somos puesteros y si es un mercado de Pulgas no tiene que ser comerciantes, tiene que ser buscas como soy yo y mis compañeros”.