La recompensa otorgada fueron los materiales para poder seguir funcionando. “Lo que necesitábamos en su momento era una computadora, una cámara de fotos, una grabadora y seis números de una tirada de 500 ejemplares durante seis meses”, explicó Salamone.
En noviembre del año pasado, luego de una demora en acceder a los elementos con que fueron premiados, los chicos comenzaron a trabajar. “A partir de marzo es que levantamos vuelo. La idea de la revista es comentar lo que pasa en el barrio; comentar la historia de los pibes; como es un día de su vida; que es lo que más les gustan; que es lo que más les joden. La idea de la revista es que puedan expresar un poco lo que sienten”, indicó.
El problema de los chicos es que, de ahora en más, deberán comenzar a financiarse en forma autónoma. “Si bien el programa nos ayudó; nos hizo tomar vuelo. De acá para adelante está en nosotros y en la comunidad la posibilidad de que esto tenga continuidad”, dijo Salamone. “Hay una convocatoria para que puedan participar los chicos de las escuelas para que también podamos hacer un intercambio de experiencias con esta gente que va a venir”, indicó el capacitador.