Una pericia que cuestionó las conclusiones de la Policía

A fines de determinar la velocidad de desplazamiento del vehículo, midió la rajadura que presentaba el radiador, entre 25 y 50 cm., lleno de agua el recipiente y cronometró el tiempo que tardaba en caer el agua desde la parte inferior del artefacto mencionado hasta el suelo. El resultado fue de 0,3 segundos.

Luego empleó una fórmula física para determinar que la mancha de líquido refrigerante comenzó a una distancia de entre dos y cuatro metros del lugar del impacto. “Si  dividimos 4 metros máximo por el tiempo, 0,22 segundos, nos va a dar una velocidad final del orden de los 60 km/h”, indicó. Luego amplió el rango estimativo y lo ubicó entre 40 y 60 km/h. “Y no hay más posibilidades”, indicó.

De inmediato, menciono datos estadísticos de organismos internacionales que analizan impactos de choques de países como EEUU o del continente europeo, para señalar que cuando una víctima de un accidente es llevada sobre el capot se debe a choques producidos entre los 40 y 60 km/h. A una velocidad superior, Pérez sostuvo que el cuerpo hubiese caído sobre el techo o por detrás del auto.

También mencionó que la Meriva, al igual que todos los autos, tiene un punto ciego en la visión, que es el parante y sostuvo que la frenada de un vehículo que tiene ABS, como el Meriva, las ruedas no bloquean.  Asimismo, el perito cuestionó los resultados de las pericias policiales que concluyeron que  el vehículo venía a más de 110km/h.

Luego de vaciarse la sala  de audiencias debido al pedido de uno de los abogados defensores, Juan José Bukténica, quien escuchó expresiones de descontento entre los asistentes al juicio y luego observó a algunos amenazar a Pérez, se produjo un diálogo extenso entre el perito y el querellante que finalizó cuando Peñalber pidió correr vista al fiscal para que investigue  el presunto falso testimonio.

 

Los otros testigos

 

Pero en la audiencia de hoy el primero en declarar fue un médico clínico policial, de apellido Medina, quien indicó que las “pruebas clínicas” que le hizo a Aguirre sobre “inestabilidad” no dieron positivo. Pero no pudo captar si tenía aliento etílico debido a que estaba consumiendo pastillas de menta. De acuerdo a su experiencia, basada en controles de alcoholemia en ruta, quienes vienen comiendo pastillas de menta generalmente lo hacen para no ser captados por los aparatos, los cuales dan error. No obstante, el médico aseguró que, con los nuevos sensores de alcoholemia, también se puede detectar si consumió alcohol luego de enjuagarse la boca.  

Luego fue el turno de un chofer de CTM, Claudio Carmarán, quien venía manejando un colectivo de la empresa desde Federación hacia Concordia. Cerca de las 22:30 cruzaba por el Vallecito del Ayuí recordó haber visto a Ragone cruzando la avenida de este a oeste, deteniéndose a la mitad de la calzada. Luego observa a la Chevrolet Meriva que venía a “alta velocidad” en dirección contraria y posteriormente escucha una “explosión”. En ese momento sostuvo no darse cuenta de que el ruido correspondía al choque del auto con la menor. Mira por el retrovisor y ve que el vehículo se detiene a unos 100 metros de distancia. Más adelante vuelve a observar y divisa mucha gente que se acerca al vehículo. Sigue su curso y al otro día se entera de lo que había sucedido. Ante una pregunta de la defensa respecto de la razón por la que dijo que el vehiculo no frenó, el testigo mencionó que no escucho ningún chillido de los neumáticos.

Posteriormente prestó testimonio un menor de 17 años, amigo de Iara y testigo visual.  El menor sostuvo que estaba en compañía de un amigo la noche del accidente y que dialogó minutos antes con Iara, quien les dijo que estaba haciendo la lista del cumpleaños de 15. Allí fue que la invitaron a tomar mate que estaba en la vereda de enfrente de la avenida Monseñor Rösch. La menor estaba en casa de su padre. Minutos después el testigo la observa a Iara cuando iba a cruzar la avenida. Luego escuchó un ruido, miró nuevamente e Iara ya no estaba más. Según sostuvo, vio que el auto la arrastraba. Fue corriendo a buscar al padre. Luego de avisarle, observó que el auto retrocedía y se paraba cerca del lugar donde había caído el cuerpo. Luego de algunos minutos, indicó que el conductor se baja “medio mareado” y habla por teléfono con alguien diciéndole que “venga rápido que había chocado a una pendeja”.

El siguiente en declarar fue otro de amigo de Iara, de 16 años, que también observó todo junto con quien lo precedió en la testimonial. Luego de relatar lo mismo que su amigo respecto de los instantes previos al accidente, recordó haberla visto sobre la vereda esperando para cruzar la calle. Luego de ver el colectivo blanco de CTM en dirección norte-sur, divisó al Chevrolet Meriva y de inmediato sintió el impacto. “Miré y lo único que vimos fue el celular que venía picando por la Rösch. Iara no estaba más”, indicó.

El testigo dijo que no lo veía “muy bien” a Aguirre, cuando bajó del auto. ¿A que te referís con que no lo veías muy bien? le preguntó la fiscal Julia Rivoira. “Como que estaba mareado”, respondió. ¿Que hizo este hombre?, indagó nuevamente la fiscal. “Nada, se quedó ahí y la miraba y se puso a hablar por teléfono”, señaló.

Más adelante pasó el padre de Iara, Charles Dos Santos, quien recuerda haberle dado permiso para ir a tomar mate con sus amigos. Antes de irse, se queda parada mirándolo y le dice “papá te amo”. “Yo la miro y le digo: ‘yo también’”, atestigua con la voz entrecortada. Poco tiempo después escucha una “explosión”. “Quede helado, abro la puerta y veo a uno de los chicos que viene corriendo a la casa: ‘Atropellaron a Iara’”, dijo.

Dos Santos encuentra a su hija “tirada en el asfalto”. Luego se dirige hacia el vehiculo para pedirle explicaciones al conductor. Al verlo aseguró que “casi no podía caminar; estaba apoyado en la camioneta”. Luego sostuvo que le dijo: “’ya está flaco, ya pasó, después lo vamos a arreglar’. Como que habían chocado dos autos. Que eran fierros”, sostuvo. 

El médico forense Manuel Mahler explicó que efectos produce el alcohol cuando se encuentra en el segundo período de alcoholemia (entré 1,5 y 2,5 g/litro). Vale recordar que a Aguirre se le detecto 1,56 g/litro una hora después del accidente.  Entre ellos, el médico resumió: descoordinación, pérdida de la capacidad de discernimiento de los actos, visión borrosa y pérdida de la capacidad de medir las distancias, etc.

Por otra parte,  Mahler mencionó que hay personas que eliminan más rápido el alcohol del cuerpo que otras y que no había forma de determinar que grado de alcoholismo tenía el conductor al momento de tomar por última vez, según lo que dijo ante la jueza Carolina López Bernis, a las 16:30 de ese mismo día.

 

 

 

 

 

 

 

Entradas relacionadas