Una organización judía expresa “su profundo rechazo a las expresiones judeofóbicas de Belli”

El comunicado reza textual….
Concilio Vaticano II, a través de la Declaración Conciliar Nostra Aetate inauguró una nueva etapa en las relaciones judeo cristianas, signada hoy por un fecundo diálogo.

Para justificar sus expresiones el P. Belli sostiene que no se refirió a los judíos actuales sino a los fariseos de la época de Jesús. Esto no se condice con el documento vaticano «Notas para una correcta presentación de judíos y judaísmo en la predicación y la catequesis de la iglesia romana», de mayo de 1985, en el que se lee:

«16. Las relaciones de Jesús con los Fariseos no fueron siempre del todo polémicas. Hay de esto numerosos ejemplos:

Ø Son fariseos quienes previenen a Jesús del peligro que corre (Lc 13, 31).

Ø Fariseos son alabados, como el «escriba» de Mc 12, 34.

Ø Jesús come con fariseos (Lc 7, 36; 14, 1).

17. Jesús comparte, como la mayoría de los judíos palestinos de aquel tiempo, doctrinas propias de los fariseos: la resurrección de los cuerpos; las formas de piedad: limosna, oración, ayuno, (cf. Mt 6, 1-18; la costumbre litúrgica de dirigirse a Dios como Padre; la prioridad del precepto del amor de Dios y del prójimo (cf. Mc 12, 28-34). Lo mismo vale de Pablo (cf. vgr. Hech 23, 8), quien ha tenido siempre como un título honorífico su pertenencia al grupo fariseo (cf. ib. 23, 6; 26, 5; Flp 3, 5).»

En el mismo documento se afirma:

«A. Los Evangelios son el fruto de una labor redaccional prolongada y complicada.

No se excluye entonces que algunas referencias hostiles o poco favorables a los judíos, tengan como su contexto histórico los conflictos entre la Iglesia naciente y la comunidad judía. Ciertas polémicas reflejan la condición de las relaciones entre judíos y cristianos, bien posteriores a Jesús.»

En cuanto a la posición del Pueblo Judío de la época respecto de Jesús, en el documento seminal para las relaciones judeo-cristianas contemporáneas (Declaración Conciliar Nostra Aetate-4) se dice con claridad que “aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy.”

Las explicaciones intentadas por el Padre Oscar Belli, con base en una lectura lineal del Evangelio hoy superada, no solo se apartan de la posición oficial de la Iglesia arriba glosada sino que, además, lejos de aventar los riesgos que genera el antisemitismo, los incrementan, particularmente frente a la grey que, en su mayoría, solo percibe en forma directa y lineal las palabras de la homilía.

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