Una más…ni una menos

 Este movimiento comienza a extenderse a través del país, replicándose en todas las plazas, donde se autoconvocan, en principio mujeres y luego diversos actores sociales como  estudiantes, militantes de distintos partidos políticos, militantes de distintos gremios, de asociaciones civiles, de ONGs, diversidad de géneros que  alarmados y sintiendo que esta sociedad, con una cultura profundamente machista tiene que empezar a tomar decisiones prontas y directas para revertir la tasa de  muertes de mujeres, por el simple hecho de ser mujer.

La marcha de “Ni una menos” también va desencadenando una serie de análisis socio-políticos y filosóficos, que hoy en día están en una nueva etapa, lo que la hace valiosa para la sociedad. Nuevos caminos que van abriéndose a las demandas de derechos.

Según los datos del Observatorio  “Ahora que sí nos ven”   Entre el 1 de enero y el 30 de diciembre del 2021 relevaron 256 asesinatos por razones de género, de estos 233 son femicidios ejecutados sobre mujeres y 23 vinculados, es decir asesinatos de niños o niñas, con el fin de agredir a la madre y violentarla. También hubo 8 transfemicidios y 182 intentos de feminicidios. Estos fríos números no hacen más que confirmar que la violencia de género no ha descendido (si bien porcentualmente lo hizo, no es significativo ese descenso) a pesar de que se han desarrollados intensos programas y campañas para visibilizar la problemática.

En lo que va de este 2022 ya son más de 100 lo femicidios registrados, lo que no augura una mejora en la situación para este año.

En el contexto de los países latinoamericanos, la situación tampoco es alentadora, según los datos del  Observatorio de Igualdad de Género, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que reúne los datos oficiales de 21 países de la región. Si bien las cifras no son totalmente comparativas dado que no todos los países tienen la misma rigurosidad ni metodología para la recolección de datos, se puede tener un acercamiento a la realidad de forma relativa.

Brasil encabeza la estadística con 1700 femicidios, mientras que los países vecinos al nuestro tienen una diferencia significativa, Uruguay y Paraguay registran 19 y 36 femicidios respectivamente.

Como vemos Argentina tiene mucho para trabajar en relación a la violencia de género, sin llegar a los números de Brasil, tiene una tasa de casi una muerte por femicidio, por cada 100 mil mujeres.

En el campo de los derechos humanos, se habla de las nuevas generaciones de derecho, que hasta hace un tiempo no se los planteaba, pero que a medida que la historia los va imponiendo se van reclamando. El mismo lema de Ni una menos hoy está siendo analizado, reflexionado, debatido. ¿no se estará contando cada vez “una menos”? ¿Se debería decir “una más”, para cambiar el sentido?

Ni una menos plantea cinco puntos de convergencia para la organización que es oportuno repasar.

El primer punto: implementar, con todos los recursos necesarios, y monitorear el Plan de acción para la prevención, la asistencia y la erradicación de la violencia contra las mujeres, tal como lo establece la ley 26.485.

El punto dos: garantizar que las víctimas puedan acceder a la justicia y que en cada fiscalía y comisaria debe haber personal capacitado e idóneo para recibir las denuncias. Las causas de los fueros civil y penal deben unificarse. Las victimas deben tener acceso a patrocinio gratuito jurídico durante todo el proceso judicial.

  El punto tres: ni una menos se propone elaborar el registro oficial único de víctimas de la violencia contra las mujeres. Realizar estadísticas oficiales y actualizadas sobre femicidios, solo dimensionar lo que sucede permitirá el diseño de políticas públicas efectivas.

Otro de los objetivos, el punto cuatro, se propone profundizar y garantizar la educación sexual integral en todos los niveles educativos para formar en la igualdad y para una vida libre de discriminación y violencia machista. Sensibilizar y capacitar a docentes y directivos.

Y el quinto punto demanda garantizar la protección de las víctimas de violencia, implementar el monitoreo de las víctimas y de los victimarios para asegurar que no violen las restricciones de acercamiento que le impone la justicia.

La violencia machista es estructural y deconstruirla es un trabajo arduo, cotidiano y fundamentalmente multisectorial. Solo con el aporte de todos los sectores que influyen en la construcción de la cosmovisión cultural el cambio será posible.

 

Lic. Verónica López

Tekoá Cooperativa de Trabajo para la Educación

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