Todo comenzó hace dos años con problemas de acné. Tenía granitos en la cara y en la espalda. Comenzó un tratamiento con un médico dermatólogo. “Empecé un tratamiento instante fuerte pero no daba resultado”, dijo. La médica se dio cuenta que había otros síntomas, como cara redonda, vello en el rostro, era delgada pero comenzó a tener panza. “Como que estaba siempre muy hinchada” a pesar de que era delgada y llevaba una alimentación saludable, indicó. También cambió la coloración de la piel y le aparecían hematomas.
La dermatóloga la derivó a una endocrinóloga para que analice las glándulas suprarrenales que están ubicadas en los riñones y que a veces pueden ocasionar algún tipo de enfermedad. Fue a Paraná, a un centro de endocrinología, donde le diagnosticaron diabetes tipo II. Le parecía raro porque tenía una alimentación saludable. A los tres meses volvió a la capital provincial para control y le dieron medicación para la diabetes y unas pastillas para el estrés.
No obstante, en Chajarí, una endocrinóloga encontró otros síntomas como pómulos rojos, transpiraba mucho la cabeza, etc. Al consultar con otros colegas, apareció la palabra Cushing por primera vez. En muchos casos, la enfermedad de Cushing se produce por un tumor no cancerígeno en la glándula pituitaria, ubicada en el cerebro, que hace que se produzca cortisol en exceso. Esta hormona regula el metabolismo, la función cardiovascular y el estrés. Cuando hay un descontrol, afecta a todo el cuerpo.
“Se da en pocos casos, más que nada en mujeres”, remarcó. “Tenía los síntomas, pero tenía que llegar al origen, donde se generaba todo esto”, recordó. La medica le dijo que debía realizarse muchos estudios complejos y le recomendó el Hospital de Clínicas de la Capital Federal. Allí fue atendida por la médica endocrinóloga, Karina Danilowicz. “Es muy conocida por llevar muchos casos raros y tiene un avance en el conocimiento de estas enfermedades”, dijo.
Sin demora, fue atendida por Danilowicz. El Iosper la autorizó hasta llegar al diagnóstico. Pero no le consintieron el tratamiento. La sometieron a estudios complejos ara llevar al origen de la dolencia. Se trata de un Síndrome de Cushing ectópico, causado por un tumor ubicado en el pulmón del lado derecho. Los síntomas siguieron manifestándose como la presión ocular muy alta, dolores de cabeza muy fuertes y puede padecer problemas cardiovasculares aunque eso, hasta el momento, está controlado. Evangelina trabajaba en una clínica de ojos. Pero en junio pasado no pudo seguir.
“Mi urgencia es ser intervenida quirúrgicamente. Tenía fecha para ser intervenida el 25 de noviembre pero no pude ser intervenida porqué la obra social no me autorizo. Ellos ya me habían avisado que no me iban a autorizar el tratamiento”, remarcó.
Evangelina dijo que la obra social le permite la intervención pero dentro del territorio entrerriano. La joven no descarta que pueda haber profesionales preparados para ello pero necesita del equipo interdisciplinario que acompaña a Danilowicz ya que “no solo es la cirugía de pulmón” sino que debe ser monitoreada por neurólogos, oftalmólogo, psiquiatra, especialistas en hueso y endocrinólogo. “Son muchos profesionales que están en un mismo lugar trabajando en conjunto. Por eso mi insistencia, no es un capricho. Es algo necesario para mi salud”, indicó.
Tras la segunda negativa del Iosper, presentó un recurso de amparo asesorada por la doctora María Eugenia Todone. “Me dijo que son tres días que se toman. Martes o miércoles ya voy a tener una contestación”, indicó. Según le indicó la abogada, se suelen aprobar los recursos o, en algunos casos, se da intervención a un perito medico para que dé su opinión evaluando estudios e historia clínica para comprobar la veracidad del caso.
Espera la contestación la semana próxima. Una vez que la obtenga, en caso de ser positiva, sostuvo que el equipo está preocupado por su estado de salud, están pendientes de conseguir un turno lo antes posible. “Yo tenía un lugar en el quirófano, preparado para operarme y a último momento me contestan, el mismo día que me iba a operar, que no”, indicó.
“Cuanto más tiempo pasa, para mí, mi vida corre riesgo. Yo ya llevo casi un año con este problema. Haber llegado al diagnostico fue rápido, en menos de un año. He leído de otros casos en otros países que lleva muchos años llegar al diagnostico, al origen. Por eso, una vez que llegas, es necesario seguir con el equipo que te diagnostico y que está preparado para eso”, indicó.