No encuentro ninguna razón para elogiar el ensayo nuclear coreano, excepto su capacidad para marcar un límite que ni siquiera Estados Unidos puede sobrepasar.
La bomba, obviamente más disuasiva que amenazante, pudiera surtir el efecto de llevar algo de realismo a una administración necesitada de una lección de humildad. Es lamentable que para eso tuviera que explotar un artefacto atómico.
El fondo del asunto es que una agresión norteamericana contra Corea del Norte es ahora impensable, no sólo por razones estrictamente militares, sino por factores geopolíticos y de seguridad. Estados Unidos no puede atacar a Corea que amenaza como mínimo a sus territorios de Alaska y Hawai y, a la vez, defender a Corea del Sur, Japón y Taiwán ni dejar de involucrar a China y Rusia.
No se trata sólo de las armas nucleares, sino de que Corea del Norte posee unas impresionantes fuerzas armadas regulares altamente entrenadas, formadas por casi un millón trescientos mil hombres y que pueden ser reforzadas por una milicia de otros cuatro millones y cerca de 150 000 efectivos de seguridad. Un poderío así no puede ser fácilmente desafiado.
Estados Unidos no puede crear en secreto del lado surcoreano una agrupación de tropas suficiente para atacar el Norte, tampoco emplear las masas de tanques con que realizó Tormenta del Desierto ni soñar con un avance por rutas asfaltadas como en Irak. Los desembarcos navales y las operaciones aerotransportas serian de alto costo y tampoco pudiera emplear a discreción armas de exterminio en masa. No hay manera de realizar un ataque nuclear contra Corea del Norte, sin afectar a Corea del Sur, China, Japón e incluso a Rusia.
Si bien las tropas surcoreanas y los efectivos norteamericanos en Corea del Sur que pueden sobrepasar los 50 mil no son un bocado, tampoco los son las oleadas sucesivas que Corea del norte lanzaría sobre el sur.
Muchos se preguntan: ¿Cuál es el problema? A diferencia de otros países asiáticos, incluyendo tenedores de armas nucleares como China, India, Pakistán e Israel, en 50 años Corea no se ha visto envuelta en conflictos armados con ningún país y desde la década del cincuenta, no hay soldados extranjeros en su territorio, cosa que no pueden decir Corea del Sur, Japón, Taiwán y otros.
Por otra parte, Corea del Norte es el país que ha realizado su programa nuclear con más transparencia. En febrero de 2005 declaró poseer armas nucleares y 21 meses después lo probó. Antes en julio de 2005 ensayó varios misiles, incluido el Taepodong-2 de alcance intercontinental.
Es imposible no reparar en los enormes sacrificios que para Corea del Norte significa un esfuerzo defensivo que consume alrededor del 30 porciento de su magro PIB y en el hecho de que ningún país se beneficiaria más que ella con la desnuclearización total y la retirada de todas las tropas extranjeras del área y la reunificación del país.
Los líderes coreanos deben haber calculado que la diferencia entre tener o no armas atómicas, más que de la realidad, depende de lo que Bush afirme. Irak no las tenía y fue castigado por poseerlas e Irán que afirma no quererlas está amenazado de muerte, tal vez tenerlas de verdad sea menos peligroso.
Estados Unidos sabe que, bomba o sin ella, es muy poco probable que Corea del Norte sea iniciadora de una guerra, más bien probablemente contribuya a evitarla. La elección no es coreana.