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Un ministro difícil de aguantar

La relación entre Aranguren y su jefe de administración fue conflictiva desde el comienzo y el desgaste propio de la gestión hizo que en los últimos tiempos les fuera difícil tolerarse mutuamente. De hecho, un par de fuentes del ministerio confirmaron a este diario que la salida del funcionario no fue una sorpresa para nadie. Incluso tuvieron discusiones subidas de tono. Pese a todo, la decisión al interior del gobierno fue que la salida de este economista recibido en la Universidad de Buenos Aires no derivara en otro escándalo como el que protagonizó Sureda, sobre todo en medio de la campaña electoral. Entonces se pactó una transición ordenada. La renuncia trascendió el viernes 21 de julio y se efectivizó el martes 8 de agosto, cuando su lugar fue ocupado por Marcelo Blanco, hasta entonces titular de Nación Fideicomisos. Scheimberg siguió yendo al ministerio para colaborar con su sucesor, pero ahora sus visitas son cada vez más esporádicas.

Scheimberg fue el encargado de despedir a algunos de los funcionarios de confianza del ex ministro de Planificación Julio De Vido, como Luis Vitullo, Ricardo Altamirano y Marcelo Montero. Además, llevó adelante la reducción del equipo de prensa y comunicación del ex ministerio de Planificación, que tenía unas 60 personas y se redujo a unos 10 empleados. En el Gobierno aseguran que en este último caso todos fueron reubicados en otras dependencias del Estado, pero igual hubo varios que a principios de este mes celebraron la salida de Scheimberg.

“Considero que es tiempo de encarar otra tarea a los efectos de agilizar la gestión administrativa en este Ministerio. Le solicito por tanto acepte mi renuncia, pero al mismo tiempo también acepte mi completa predisposición para acompañarlo a usted y al Señor Presidente de la Nación en ese otro sitio, donde mis servicios puedan ser de utilidad para este Gobierno de la Nación Argentina, con el que estoy profundamente comprometido”, dice la carta de renuncia. La expectativa del ex subsecretario era pasar a ocupar la presidencia del Enargas. Era la manera más elegante para buscar otro horizonte, pero la situación estalló antes de que hubiera una definición. Si bien todavía sigue en carrera, el puesto quedará en manos de alguno de los otros dos funcionarios radicales que integran la terna final de postulantes. Uno es Guillermo Rabinovich, director de Administración y Control de Gestión del ministerio, y el otro es Mauricio Roitman, subsecretario de Escenarios y Evaluación de Proyectos de Energía y ex consultor del estudio de Daniel Montamat. Roitman es el que tiene mayores chances, pero en Energía afirman que todavía no hay nada definido.

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