El rastro de la sangre era contundente, había un charco grande en la esquina final de la Peatonal, y rastros que llevaban a la puerta del boliche Berlín. Cuando se hicieron presentes la doctora Marta Cristina Bonifacino, a cargo del Juzgado de Instrucción Nº1 y el secretario Mariano Martínez, junto con el Jefe Departamental de Policía, comisario inspector Valentín Buttazoni, ordenaron cerrar las puertas de Berlín e identificar a todos en el interior, a medida que iban saliendo.
Gran cantidad de efectivos realizaron la requisa e identificación, a medida que se comenzó a trabajar en las líneas de investigación, surgida por los testimonios que se fueron recabando en el lugar. Así surgió la primera hipótesis fuerte: dos jóvenes de 17 años habían comenzado una pelea dentro del local, presumiblemente existía entre ellos antecedentes de problemas y peleas, potenciados por la presencia de una chica, por quien al parecer, se inició una nueva disputa. Uno de ellos era Ramírez.
Con esos datos se identificó al presunto agresor, un menor que vive con su madre en barrio La Concepción, cerca del entubado. Hacia allí partió una comisión policial junto con la jueza, y se allanó el domicilio del sospechoso, quien afirmó que había estado durmiendo toda la noche, lo cual fue corroborado por su madre. Con pocos elementos de identificación, no se encontró nada que lo vinculara al hecho, pero de todas formas se ordenaron allanamientos en viviendas cercanas de otros familiares y de vecinos.
Mientras tanto, testimonios de algunas persona que vieron al joven en Berlín, indicaron que había protagonizado un incidente, y dieron detalles de su vestimenta. En base a esta información nueva se volvió a allanar la vivienda, se localizaron prendas que podrían vincularlo, y por ello la doctora Bonifacino ordenó su detención. En la calle, cerca del cuerpo de Ramírez, la Policía encontró una media tijera con el ojo envuelto en una goma, que podría ser el arma homicida.
Detenido el presunto autor, sólo restaba determinar cómo sucedieron los hechos, y el principal problema fue determinar dónde se produjo el ataque, dentro de Berlín o en la calle. Las dudas quedarán dilucidadas una vez que se conozcan los resultados de las pericias ordenadas en el boliche donde se encontraron manchas de sangre en el interior, y hasta una faca pero que no tendría relación con el hecho. También se realizaron pruebas en el detector de metales que tienen en la puerta.
Según la gerencia del local, la sangre sería de otra pelea, o del corte de alguien ya que cuando salían los jóvenes rompieron algunos vidrios. En tanto que para la Policía, había testimonios firmes que indicaban que el ataque comenzó adentro y que la sangre puede ser de Ramírez. En tanto, las actuaciones quedaron bajo secreto sumarial, en manos de la doctora Bonifacino, a cargo interinamente del Juzgado de Menores.
El supuesto autor de la muerte de Ramírez, de quien se reservan datos por ser menor de edad, había protagonizado en la madrugada del 1 de agosto una tentativa de homicidio, cuando había intentado cortarle el cuello a un joven de 15 años con un cuchillo Tramontina afilado, también en el interior de Berlín. Su padre está preso en un penal del sur, cumpliendo condena por homicidio.