Cruz fue hallado boca bajo en el baño del Pabellón 8 y que para inhalar el gas utilizó el nylon que recubría a un colchón de una plaza, que había recibido hacía una semana. Tras la autopsia se determinó que el deceso se originó por asfixia.
Sobre la metodología que utilizó en la última oportunidad, se supo que tomó el nylon que recubre a un colchón nuevo, que estaba en un cesto de residuos, lo cortó al medio y lo llenó de gas. Hace una semana atrás, el Servicio Penitenciario les había entregado colchones nuevos.
A pesar de que rige un secreto de sumario, se pudo saber que Cruz fue hallado tirado boca abajo en el baño, sin signos aparentes de haber sufrido una muerte violenta, pese a que tenía un corte leve en su tabique.
La fiscal Martina Cedrés le tomó declaración a los tres compañeros de celda, que le manifestaron sobre la forma en que sucedieron los hechos, quienes abonaron la hipótesis de que la muerte se debió a un exceso accidental en la inhalación de gas.
Ayer por la mañana, el médico forense dependiente del Poder Judicial, Mauricio Godoy, le practicó la autopsia al cuerpo de Cruz, y el primer resultado arrojó que la muerte se produjo por asfixia. Pero además, por orden de la fiscal Cedrés, le extrajeron sangre que será remitida a la División Toxicología de Paraná para determinar la presencia de sustancias tóxicas en sangre.
También, se extrajeron muestras del cadáver para ser remitidas al Cuerpo de Medicina Forense del Superior Tribunal de Justicia, donde se le practicarán estudios de anatomía patológica. Luego de la necropsia, se le entregó el cuerpo a la familia, que lo trasladó a Buenos Aires.
Cruz sacó una manguera conectada desde una garrafa a una cocina anafe y llenó con gas la bolsa de nylon, luego inhaló el monóxido de carbono y eso le originó la muerte. En un primer momento trascendió que había sufrido un paro cardiorrespiratorio, pero tras la realización de la autopsia se determinó que el fallecimiento fue por asfixia.
En septiembre del 2010, Edgardo Sebastián Silguero, un interno oriundo de la ciudad de Rosario, de 24 años, que estaba alojado en el pabellón de confianza (pre-salida) y purgaba una condena de 6 años y 8 meses por un robo calificado, murió de una forma muy similar a la de Leandro Cruz.
A raíz de esta muerte, que se produjo bajo la dirección de Santiago García, el Servicio penitenciario intentó buscar una alternativa al uso del gas y trató de instrumental la utilización de un sistema completamente eléctrico, pero – según explicó el Jefe del servicio penitenciario José Luis Mondragón – “el caudal que se necesita y el mal uso de la población carcelaria hicieron imposible que esto se lleve a la práctica”.
El funcionario provincial confió a ElDía que tras la muerte de Cruz intentarán reemplazar las garrafas por un sistema eléctrico “solo en la Unidad Penal de Gualeguaychú, porque es en el único lugar donde se registran este tipo de hechos”.
“Afrontaremos los costos económicos y la incomodidad que ello conlleva para hacer los cambios”, confirmó Mondragón y aseguró que de persistir en lo inmediato este tipo de sucesos con el gas, “se tomará represalias con el interno”.