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Un interno de la UP4 tuvo casi cinco horas de rehén a un guardiacárcel y luego se entregó

Esta mañana, el interno Antonio Gómez Urdina se amotinó en un calabozo, tomando de rehén a un celador. El preso, que cumple una condena de cadena perpetua, es oriundo de Misiones pero tiene familiares en Villaguay.
El reclamo de Gómez Urbina de que se lo traslade a un lugar cercano a donde habitan sus familiares fue lo que lo llevó a tomar la decisión de encerrarse con el guardiacárcel, a quien amenazaba con cortarse con una cuchilla de fabricación casera (denominada ‘faca’ en el ambiente carcelario) y luego contagiarle el virus del VIH. Además, tenía en su poder una garrafa de 20 kilos, con la que amenazaba hacerla explotar.
En medio de un gran despliegue de la Policía, por exigencia del detenido, se hicieron presentes las dos juezas de Instrucción de la ciudad, Estela Natal de Rebossio y María Cristina Calveyra, quienes fueron las que oficiaron como mediadoras para convencer al preso de que deponga su actitud.
Sin embargo, Gómez Urdina también quería que juez de Ejecución de Penas de Gualeguaychú, Carlos Rossi, quien le había dictado su condena, ordenara su traslado a un penal más cercano a sus familiares.
Por medio de un oficio y telefónicamente ambas magistrados presentes en la UP4 le pidieron a Rossi que se hiciera presente, a lo que el juez gualeguaychuense se negó.
Mientras, al lugar llegó también la coordinadora regional de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia, María Elina Flores, ya que Gómez Urbina aseguraba que si dejaba su posición la Policía y los efectivos del Servicio Penitenciario tomarían represalias. Marilí Flores le dio garantías de que eso no ocurriría y abogó porque liberara al guardiacárcel, quien sufre problemas de salud.
En los pasillos del penal había una gran cantidad de gente, entre la que se contaba a los agentes policiales y penitenciarios, las dos juezas, el párroco Rubén Melchiori, un médico y enfermeros y periodistas de distintos medios de la ciudad. Incluso se encontraba la propia mujer del detenido, quien no quiso hablar con su marido.
Tras casi cinco horas de negociaciones, Gómez Urdina dejó libre al celador, quien no presentaba ninguna consecuencia física por los momentos vividos, mientras que por pedido de Rebossio y Calveyra, el interno dejó a un lado la garrafa y entregó la ‘faca’, dando así un ‘final feliz’ al violento episodio.

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