“Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.
Y no habrá nadie que nos defienda. No nos defenderán:
Un Congreso Nacional en el que una amplia mayoría del oficialismo y de sus aliados putativos ha declinado todas sus funciones constitucionales y se ha convertido en un simple levantamanos para acompañar cualquier designio de la pareja imperial.
Una Justicia con jueces jaqueados por un Consejo de la Magistratura dominado por el partido gobernante para disponer a su arbitrio la designación y destitución de los magistrados.
Gobernadores e Intendentes, que olvidan los intereses de quienes los eligieron y se arrodillan para aspirar a algunas migajas de la formidable caja presidencial.
Una prensa que, salvo en honrosas excepciones, se encuentra condicionada o amordazada por el poder gobernante.
Hoy vinieron por el campo. Mañana pueden venir por los industriales, los comerciantes, los cooperativistas, los trabajadores, los maestros, los empleados públicos, los periodistas, los sindicalistas, los profesionales, los talleristas, los carpinteros, los albañiles, etc. etc . Y entonces será tarde.
Por ello, hoy y ahora: TODOS DEBEMOS SER EL CAMPO
