Acompañados por fuerzas policiales, funcionarios de la Dirección de Trabajo procedieron a realizar una realizar una inspección de higiene y seguridad. Encontraron a siete u ocho cosecheros, pero sabían que en cierto momento llegaron a alojarse treinta personas. En ese galpón funcionaba un comercio de venta de madera, y fue reciclado como albergue.
Había un sólo baño, y no constataron que hubiese algún artefacto para calentar el agua con la que se higienizaban. “Se bañaban con el agua corriente que tienen ahí”, indicó. Tampoco había algún ámbito que revelase estar ante la presencia de un comedor. “Comerían ahí en el medio del galpón, o en los lugares de trabajo”, estimó Paiva.
En principio, los misioneros alegaron que trabajaban “para un Pedro: ese Pedro resultó ser Pedro Miranda”, precisó Paiva. La semana pasada se habían quedado sin trabajo, y tampoco sabían que iba a pasar con ellos. “Eso nos preocupó y nos preocupamos para que se apersonara el señor Miranda, que no les dio más trabajo y los dejó a las buenas de Dios”, sostuvo Paiva.
En la repartición, que depende del gobierno provincial, señalaron que las sanciones que pueden aplicar por la falta de inscripción o infracción a las leyes de higiene y seguridad son de carácter administrativo. En cambio, en Trabajo puntualizaron que si quien los trajo no los devuelve a su ciudad de origen, podría configurarse el delito de “abandono de persona” y en ese caso, debería intervenir un fiscal.
Miranda vive en Paula Albarracín y Liebermann, y su empresa de servicios presta labores para diferentes firmas arandaneras y citrícolas de la zona. “Ya se está terminando el flagelo de las pseudos-cooperativas y tenemos el flagelo ahora de las empresas de servicios”, indicó el coordinador. Muchas empresas optan por inscribir a sus empleados por menos días de los que realmente trabajó. “Trabajan 10, 12 días, sábados, domingos y les ponen tres o cuatro días en los recibos”, ejemplificó Paiva. “Se trata de gente que nunca se va a jubilar con esos aportes que les hacen”, expresó.
Además, hay preocupación sobre la posible radicación de jornaleros provenientes de otras provincias, o del resto de la provincia. “Como el arándano es novedoso, tenemos temor de que ocurra esto”, señaló el coordinador. La temporada de cosecha de esta fruta dura 60 días. Si quienes la cosechan se quedan a residir en forma permanente en la ciudad, Paiva estimó que engrosarían el segmento poblacional de desocupados existente en la actualidad.
El operativo de esta mañana no fue el único que detectó a trabajadores residiendo en condiciones irregulares. La semana pasada, la Dirección de Trabajo encontró 15 misioneros en Colonia Adela durmiendo en un galpón donde se guardaban agroquímicos. “Ellos inhalaban eso a la noche”, explicó Paiva. En este caso, habían sido traídos por un tal Correa, dueño de una empresa de servicios. “Otro más de los tantos que hoy están usufructuando esta situación novedosa que es el arándano”, dijo el coordinador.
