TRABAJO EN COMUN: EN BUSCA DEL GUSTO POR VIVIR

A diferencia de lo que sucede en las grandes urbes, el desdichado es siempre alguien conocido, singular, entrañable. Se trata invariablemente de un familiar, un amigo, un compañero de trabajo, un vecino, lo que convierten estos luctuosos sucesos en duelos traumáticos, emocionalmente devastadores, de ardua y penosa tramitación individual y social.

A la primera necesidad de dar respuesta a la situación, sobre todo cuando se suceden varios acontecimientos, y por el terror de su repetición, suele seguirle la confusión, la desorientación y- más temprano que tarde- el olvido.

Algo diferente ocurrió  en “Los Charrúas”, un pequeño pueblo ubicado a 30 Km de Concordia. Al primer impulso sucedió la intención de dar una respuesta organizada y coherente. Así Ariel Panozzo Zénere y Juan Buchamer, intendente y vice, me convocaron para pensar juntos estrategias de prevención de las conductas autodestructivas que lograran disminuir su incidencia en la localidad.

Me parece decisivo el compromiso del Estado en la creación de políticas públicas de prevención del suicidio.

Transcurrió más de un año de ese encuentro en el que trazamos las ideas básicas para el desarrollo de un programa de prevención de suicidios. Un programa que trascendiera la atención psicológica individual, porque estas conductas violentas y  autodestructivas, constituyen  un síntoma social.

Pensamos, de tal modo, un abordaje que contemplara un trabajo colectivo, basado en la participación y compromiso de la comunidad toda.

Un año hace que, todos los martes, concurro a “Los Charrúas” con la intención de concretar, junto a sus vecinos, siempre generosos, siempre bien dispuestos, siempre amables y respetuosos, ese proyecto imaginado. Apuntamos a dos modalidades de tratamiento de esta cuestión: una que atiende a la dimensión institucional y la otra la atención psicológica de las personas vulnerables.

El primer caso contiene el desarrollo de la capacitación, en distintos espacios comunitarios, de los miembros de las instituciones sociales. Brindamos allí, herramientas para la promoción de la salud mental y los factores protectores y la detección precoz y la asistencia eficaz de las situaciones de riesgo de suicidio. Progresivamente esa interacción va configurando trabajo en equipo, en redes que se van desplegando en la resolución de casos concretos que, para evitar lo que habitualmente sucede (listas de espera  etc.) reciben atención psicológica inmediatamente cuando se identifican. En este año trabajamos en conjunto con el C.I.C, el Centro de salud, el Área de la Mujer, el voluntariado “Esperanza de vida”, el Centro de Jubilados, los medios de comunicación, las fuerzas de seguridad, el taller de costura, las direcciones municipales, la biblioteca,  las instituciones religiosas, las escuelas en los tres niveles, fundamentalmente con el colegio Secundario, teniendo en cuenta que el suicidio es la segunda causa de muerte en el país en la franja que va de los 15 a los 24 años.

En estos doce meses me encontré con una enorme voluntad, actitud y predisposición al trabajo compartido, cooperativo, interconectado. No otra cosa que ese trabajo y el compromiso  colectivo de la comunidad,  puede explicar los gratificantes resultados obtenidos. En cada instancia de sensibilización, información y concientización para la prevención del suicidio, fuimos delineando el rol y la responsabilidad  de cada una de ellas y en relación a las otras, implicadas en una tarea integral, en redes inter-institucionales e inter-sectoriales. Con el Centro de salud y la policía trabajamos las formas de resolución de la urgencia en las tentativas de suicidio, con el Centro de Jubilados la incidencia de la crisis de la tercera edad en las conductas auto-lesivas de los adultos mayores, con los medios de comunicación la importancia de una cobertura discreta de los hechos para evitar el efecto imitativo o contagio. En este punto generamos, con el comunicador Walter Schivintt, un micro semanal  en “FM Sol” para la difusión, la información y la concientización. Original espacio que revela una función fundamental de la comunicación social  en la salud mental. No pocas intervenciones psicológicas y consultas de orientación ante situaciones de crisis, han surgido del intercambio con los oyentes.

Una experiencia fructífera ha sido el trabajo conjunto con las escuelas. Con la comunidad educativa. Hemos brindado herramientas a los docentes en capacitaciones, sobre todo para la detección y resolución de situaciones de vulnerabilidad auto-destructiva  y talleres informativos a los alumnos de cada ciclo, con quienes nos constituimos como referencia para la consulta ante situaciones difíciles. Hemos abordado el bullyng, como factor de riesgo de suicidio, desde una perspectiva integral, juntos con los docentes, los padres y los chicos, utilizado el cine/debate como instrumento para la reflexión. Contamos con charlas a cargo del Licenciado Rubén Mendoza del “Centro de fortalecimiento social de la Municipalidad de Concordia para pensar el abordaje de las adicciones. Organizamos conjuntamente una visita a los centros educativos terciarios y universitarios de Concordia con los sextos años, experiencia de orientación vocacional extraordinaria en un momento de crisis en la que los chicos ven con preocupación y angustia un horizonte que aparece confuso y desalentador. Es una estrategia para crear esperanza en los jóvenes, para fomentar en ellos, como decía Edgar Morín el “gusto por vivir”. Una esperanza que -como dice Eric Fromm- no tiene el sentido de espera cándida y pasiva, o de realidad violentada sino que signifique ayudar “al advenimiento de lo que se halla en condiciones de nacer”.

La esperanza como acto comprometido que no tiene que ver con el futuro que alguien construya, que otros construyan -eso es resignación- sino con lo que podemos construir de cambio hoy para hacer nacer un mundo mejor.

Es nuestra obligación como adultos comprometernos a mejorar las condiciones de futuro para nuestros jóvenes. No tenemos derecho a mostrarles un país en el que la “salvación” sea  la huida. A no transmitirles que la solución a nuestros problemas no es individual, sino colectiva. Todo eso, claro, en acciones concretas, como las que llevamos adelante con la escuela, es prevención del suicidio, es promoción de una vida digna, esperanzada que posibilite la elaboración de un proyecto, necesaria y vital para los adolescentes.

Brindamos además un teléfono para la orientación ante situaciones de angustia o depresión. Las situaciones de fragilidad emocional detectadas por todos estos actores sociales, potencialmente de riesgo de suicidio,  son derivadas para la atención psicológica que realizo en el C.I.C, que sería la segunda dimensión del abordaje integral.

Este año hemos realizado con esta red de prevención, más de 40 intervenciones entre identificación de vulnerabilidad, intervenciones en crisis o urgencias y atención psicológica. Es tal vez este dato y este criterio aún más importante  que el hecho de  que no se hayan producido suicidios en este año de trabajo en los Charrúas. Y aún más valioso el que constituya el resultado de una tarea colectiva, un comprometido empeño de la comunidad, una notable experiencia de salud mental compartida, desarrollada junto a los vecinos,  que bien vale ser contada.

 

 (*)Psicólogo. MP 243

 

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