El informe elaborado por la Bolsa de Cereales de Entre Ríos detalla que el estado de las reservas hídricas del suelo entrerriano colapsó como consecuencia de la falta de precipitaciones. Si bien indicaron que eventualmente puede haber áreas de la provincia con una mejor disponibilidad de humedad, “la situación que se representa es sin dudas un indicador del grave escenario que se ha instalado en este comienzo de diciembre”.
En esa línea, advirtieron que esto traerá fuertes consecuencias sobre los cultivos de la gruesa implantados en forma temprana, en tanto que la restricción de humedad le impone al avance de las siembras.
De esta manera, informaron que noviembre cerró con toda la provincia afectada por un fuerte déficit pluvial, con una diferencia notoria respecto del año pasado, cuando las lluvias habían sido más favorables.
“El corto plazo no parece cambiar. La transición intermensual queda estable, con tendencia ascendente para las temperaturas y una oferta de agua que está lejos de ser la necesaria para promover correcciones eficientes”, indicaron.
Análisis de la sequía del 2022 ¿Porque estamos como estamos?
De acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la sequía es “un período de tiempo con condiciones meteorológicas anormalmente secas, suficientemente prolongado como para que la falta de precipitación cause un grave desequilibrio hidrológico” OMM (1992). La Conferencia Mundial sobre el Clima. Ginebra, Suiza.
En el informe se presenta el promedio de la precipitación mensual calculada a partir de los registros históricos de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos (BCER) en el periodo (2004 – 2021), el comportamiento del promedio mensual registrado en el año 2022 y su variación en relación al valor esperado.
Antes del inicio de cada ciclo agrícola, existe un momento de recarga del perfil edáfico que se produce entre los meses de febrero a mayo, donde normalmente las lluvias son abundantes y la evapotranspiración es decreciente. Por lo tanto, se genera una recarga del perfil edáfico.
A fines del verano e inicios del otoño del 2022 el promedio de la lluvia acumulada fue de 423 mm, valor que se posicionó 5 % por debajo del histórico que es de 445 mm.
En esta etapa es importante mencionar el plus de lluvias de 104 mm en marzo, que igualó la balanza, ya que enero tuvo un déficit de 69 mm y mayo de 52 mm.
Las lluvias acaecidas hasta mayo fueron las que sustentaron gran parte del desarrollo de los cultivos invernales (trigo, colza, carinata y lino), ya que solamente agosto aportó un plus de lluvia al sistema.
Precisar el momento exacto del inicio de una sequía no es sencillo, retomemos la definición de la OMM “…un período de tiempo con condiciones meteorológicas anormalmente secas, suficientemente prolongado…” No obstante, gracias al seguimiento semanal de las reservas hídricas generado por BCER es posible visualizar que en el mes de octubre se generó un quiebre, donde comenzó a detectarse áreas bajo la condición de sequía y que se han expandido en las últimas semanas debido a la combinación de altas temperaturas y a las muy escasas lluvias.

Según el SIBER, el análisis quedaría incompleto sino se contempla cómo fue la distribución de la lluvia acumulada desde junio a noviembre.
Para la provincia un valor normal se situaría en 430 mm, mientras que en el año 2022 el monto desciende a 240 mm, lo cual refleja una caída del 44 % (-190 mm).
Pero esta variación resultó muy dispar, con un gradiente de concentración de Noroeste hacia el Noreste.
Mientras que el sector Noroeste tuvo acumulados de inferiores a los 200 mm, el extremo Noreste alcanzó valores de 350 a 550 mm (Figura 2).
Por lo tanto, los departamentos del centro Sur de la provincia (que abarcan la más del 70 % de los cultivos estivales) presentan un déficit hídrico entre 200 a 350 mm, lo cual equivale a una disminución entre 47 a 81 % de la precipitación promedio normal.
