A un gobernante no se le puede escapar que sus dichos alcanzan una alta significación. Sí, a pesar de eso no demuestra cuidado, es preocupante.
Si Fiorotto, por el solo hecho de mencionar, algo que está respaldado por prolífica documentación (Decretos firmados por Busti impulsando papeleras), es considerado “un enemigo”, ni pensar como podría ser considerado o que le podría pasar si ejercitara una pluma más arriesgada.
Fiorotto para que lo sepa el gobernador es un colega muy respetado por todos aquellos que entendemos esta profesión como una herramienta imprescindible para contar aquello que los poderosos pretenden ocultar.
Busti ni siquiera puede decir que el colega forzó las cosas, simplemente recurrió al archivo y, si existen algunos que no pueden resistir el archivo no es problema del periodista que lo recuerda, sino de quien minimiza la coherencia como práctica política de vida o de gobierno.
Fiorotto es de los compañeros que dignifican esta profesión y aunque a Busti no le caiga simpático, debiera saber que, es con este tipo de profesionales y de personas con quienes es posible pensar un mundo mejor. Es imposible pensar un mundo mejor con alcahuetes, con mercenarios de la pluma, con personajes que trabajan para el mejor postor y/o con aquellos que carecen de los más elementales atributos para sostener su pensamiento como personas libres y ciudadanos de la democracia.