Referente de Madres, Almeida contó cómo comenzó su lucha en tiempos de desconfianza y terror, donde un pequeño grupo de mujeres concurría a Plaza de Mayo para exigir justicia: «Pero yo decía, ¿quiénes serán? Y un jueves, fuimos con el que era mi yerno a la Plaza. A la ronda. Había mucha gente. El pañuelo todavía no se usaba. Cuando vimos tanta gente, me di cuenta que no estaba sola y eso me decidió. Al hacer esa catarsis en la que hablé y lloré, en un momento le dije a María Adela (Gard de Antokoletz) qué estúpida había sido. Y ella me contestó: ‘No, mijita, no digas eso. Cada madre se acercó cuando fue su momento. Y este es el tuyo, Taty’. Y así fue».
Almeida destacó ese espacio como un momento de empoderamiento y contención: «Hablar el mismo idioma y aceptar los logros y los no logros. Yo estoy hablando de mí, pero más de una eran amas de casa y nosotras salimos y empezamos a ocupar espacios que eran reservados para los hombres. Plazas, marchas, Pusimos el cuerpo con este pañuelo que recorrió el mundo. Por eso las Madres no aceptamos que nos digan heroicas. No. Hicimos lo que cualquier madre hace por un hijo y lo siguen haciendo de otras maneras».
Sin embargo, señaló que «desde el momento que tuvimos la certeza que nuestros hijos estaban muertos, ya no gritábamos «aparición con vida», sino que nuestra lucha, hasta hoy, comenzó a basarse en tres patas: Memoria, Verdad y Justicia. Justicia legal, jamás justicia por mano propia.»
Y mostró descontento por la participación de los sectores de derecha a nivel global: «Cómo está trepando la derecha, Dios mío. Es una democracia que tenemos que defender. ¿De qué manera? Saliendo a la calle. Porque en el caso de la proscripción de Cristina estamos ante una decisión política, no jurídica. Entonces ahí está el tema. Demostremos con hechos que un pueblo unido jamás será vencido».