-La gente lo va a volver a votar. Un tipo que les viene haciendo el mismo cuento hace veinte años. ¿Por qué lo vuelven a votar? ¿Nunca te preguntaste eso?
El tipo –el que pregunta- es (¿era?) un político influyente, conocedor de la cocina del poder político. Un hombre a toda vista inteligente, astuto, intuitivo y enchastrado como la mayoría de su clase.
-La gente lo va a votar a él. Este que pone la cara es un amanuense. Es un corte de manga para los compañeros- dice de manera concluyente.
Vaya si uno se lo ha preguntado. Tantas veces.
Él, nuestro supremo, al fin de cuentas, ha demostrado largamente ser el equilibrio justo.
Los entrerrianos le reconocen en las urnas que es el mejor para mantener el orden en la provincia. Él es quien mejor regula las demandas y necesidades existentes sin grandes sobresaltos, dejando que un sector (políticos feudales y usureros, empresarios proveedores casi exclusivamente del estado, sectores de la vieja y nueva oligarquía) siga haciendo sus negocios a pesar de los costos sociales. Para el resto, los más desprotegidos, tiene la política de la inmediatez, del parche, de la prebenda, del subsidio, el plan y el bolsón.
– El otro día estuvimos recorriendo el Gerardo Yoya. Vos no sabés como salía la gente a saludar, a tocarlo. El tipo tiene un imán increíble con la gente – contaba un alto funcionario de ese botín político y salvavidas del estado que llaman Cafesg, mientras uno se mordía la lengua porque toda réplica a ese comentario que cruzaba por la cabeza iba a sonar “gorila”.
Los entrerrianos, votarían a su candidato porque les asegura que nada va a cambiar. Porque no tocará los grandes intereses: Los poderosos no verán cercenado su poder, ni perderán sus privilegios, ni su enorme cuota de influencias en la política provincial y la participación ciudadana se verá reducida a un acto proselitista. La lealtad y la conciencia se seguirán comprando con monedas. Muchísimos empleadores podrán seguir aplicando sus modalidades abusivas de trabajo con la complicidad de los organismos de control que no desconocen el fraude laboral pero se desentienden en pos de salvaguardar los índices de empleo y la reactivación. Se seguirán forjando de la noche a la mañana fortunas inexplicables, es decir, el “entrerriano dream” continuará siendo una posibilidad. La marginación y la exclusión social ni siquiera se entenderán como el costo humano necesario para los enormes beneficios de un sector minoritario y los “negros de mierda” tendrán la culpa de todo. El congreso provincial y los concejos municipales mantendrán su condición de decorado del republicanismo dejando las manos libres a los Ejecutivos para operar a discreción en la distribución de los fondos públicos.
Él asegura este estado de cosas. Él nos da una idea de concebir la realidad e interactuar en ella con reglas perversas, las cuales entendemos y podemos manejar con soltura. El garantiza la continuación de un método conocido y arraigado para articular los avatares de una sociedad cruzada por la crisis educativa, la escasez de mano de obra capacitada, la dificultad para generar fuentes de trabajo digno y sostenido, la ausencia de políticas a mediano y largo plazo, el desprecio de la cosa pública y del prójimo, el descrédito de la política como herramienta para el cambio y sí para la prebenda y los negocios personales… la película sigue en continuado, sin alarmas, sin sorpresas, ni sobresaltos.
-Hay que continuar con todo lo bueno que viene haciendo esta gestión- dice el líder y repiten sus correveidiles.
– Nosotros podemos hacer lo mismo, pero más limpitos- uno diría que dicen los opositores ya que no dicen nada y su papel continúa limitándose a comentar lo que hace el oficialismo.
– ¿Propuestas? Sí, en mesa de entrada, por favor.
¿Alguien sabe adónde vamos? ¿Cuál es el camino que debemos continuar? ¿En dónde radica el éxito o, al menos, el acierto de todas las gestiones que pretenden reelegirse o continuarse?
Seguimos siendo la misma ciudad, la misma provincia, pero con un dólar a tres pesos.
El crecimiento económico de la mano de la devaluación ayudó a la evolución de la tasa de empleo de la población, pero muy poco a bajar los niveles de pobreza, y absolutamente en nada la desigualdad social. El 60% de los trabajadores concordienses, por ejemplo, tienen sueldos y jornales inferiores a los determinados para esquivar a la pobreza e indigencia. Estimaciones del INDEC señalan que los trabajadores de menor ingreso en Concordia ganan 16 veces menos que los de mejor ingreso. Lo que revela, de alguna manera, la falta de decisiones políticas o poder real para que la inequidad no subsista y deje de incrementarse aún con números crecientes en la macroeconomía.
Más de 20.000 personas viven con $ 2,50 diarios y en su mayoría son niños. Cientos de ellos, chicos de entre 5 y 14 años, interrumpen la infancia teniendo que trabajar en el cirujeo, en los hornos de ladrillos pisando barro, pidiendo monedas y otras actividades impropias para la edad. El 30% de los nacidos tiene como madres a niñas de 13 a 19 años, en su mayoría pobres. La violencia, el consumo de drogas y alcohol en los jóvenes, la prostitución infantil, las enfermedades de transmisión sexual, la crisis educativa, el desinterés por la cosa pública, se sostienen cuando no aumentan.
“Hay que continuar con todo lo bueno que viene haciendo esta gestión”, dicen.
Él, nuestro supremo, es un gobernante previsible. Sabe conservar el orden para que las cosas continúen en su estado actual. Él será el eterno reelegido como actor o titiritero. Es la consolidación, el garante del status quo en la provincia.
“Dale, pero ahora nos toca a nosotros”, dicen los que no dicen nada.
Porque al fin y al cabo todos son más de lo mismo. Todos son funcionales a este estado de cosas. Ninguno sabe, puede o quiere hacer política de otra forma que no sea personalista, inmediata y clientelar. Nadie habla de reformar el Estado entrerriano para que deje de ser un devorador de contribuyentes para financiar la pobreza perpetua en todos los sentidos. Nadie pretende aplicar una reforma tributaria en pos de lograr una forma efectiva de redistribuir la riqueza y lograr una economía más competitiva, para que se generen nuevas empresas. Nadie dice cómo hacer para que más del dinero que se genera en la provincia se vuelva a invertir en la provincia. Ni unos ni otros parecen tener el valor de enfrentar a la iglesia retrógrada a la hora de aprobar los proyectos de educación sexual y reproducción responsable, de vasectomías y ligaduras de trompa. Nadie dice cómo reformular una estructura productiva y una nómina salarial que no discrimina a pequeños de grandes empleadores, generando un mercado laboral donde el 60 % está precarizado y que conlleva a más desigualdad…… de tan K que quieren ser se vuelven KK
¿Alguien tiene un proyecto de desarrollo sustentable?
El Jefe de Estado sigue batiéndose contra enemigos inexistentes o contra quienes sabe que no le significaran costos electorales. Levanta entonces, una cortina de humo favorable a su status quo.
Ellos conservan el status quo y así conservan el poder. Ellos trabajan para el status quo. Ellos son parte del status quo. Oficialistas, opositores y disidentes, todos son del partido único del Status quo.
– ¡Tomala vos, damela a mí que con la caja nos vamo’ a divertir!- en torno a eso se libra la batalla política en estos pagos.
Pero, ¿para qué es el poder?
Si bien el concepto de poder tiene un sentido muy amplio, uno piensa el poder como la posibilidad de… hacer algo.
Es, en principio, la posibilidad antes que el ejercicio efectivo de dicha posibilidad.
¿Cuál es esta “posibilidad” en el campo de la política?
El poder político consiste en la posibilidad de producir cambios, de transformar una realidad política determinada.
Es conocido también que el poder político puede utilizarse para mantener una situación política tal como se da (Status quo). El poder puede ser un medio para reproducir un modelo de sociedad. Pero el poder político, para ser movilizador en beneficio de un pueblo, debe ejercerse con el objetivo estratégico de hacer real (realizar) el bien común.
El cambio, la transformación supone repensar las relaciones y no de seguir articulando con relativo éxito lo existente.
La gran política no articula lo existente sino que genera procesos donde lo existente se reformula y surgen nuevas cosas.
“Hay que continuar con todo lo bueno que viene haciendo esta gestión”, dicen todos a coro como si seguir haciendo las mismas cosas no traería las mismas consecuencias.
¡Feliz navidad, estimados! ¡Feliz año… ¿nuevo?!