La condición de delincuente sería la primera razón por la que el o los heridos optan por ser contenidos sanitariamente en precarios consultorios, donde de acuerdo a los datos recolectados por los policías, son controlados por algunos enfermeros que curan a los lesionados.
Desde fuente policiales se aclaró que “los enfermeros hacen saber que los trabajos se realizan siempre y cuando las lesiones producidas por armas blancas o de fuego no afecten zonas o miembros vitales”.
“Extraen los proyectiles o perdigones y tras un breve reposo son enviados nuevamente a sus domicilios”, explicó el investigador consultado por el diario Uno.
En ese marco, rememoró que “hace un tiempo se practicó un allanamiento en Ciudad Perdida en la casa de un conocido de la Policía, y tras ingresar se encontró a un familiar joven con suero y gasas en la pantorrilla derecha. Si bien el hombre no quiso dar detalles, se dijo en el barrio que había sido baleado luego que intentara robar una moto”.
Otro elemento que fue muy tenido en cuenta por los pesquisas, son los informes que llegan desde el hospital San Martín o los centros de salud, como el Carrillo, donde suelen requerir asistencia médica personas que “no logran cicatrizar bien las heridas o sufren infecciones o problemas secundarios, pero que son evidentes por la mala atención primaria”.
Ante esto, se supo que una enfermera del barrio Las Flores sería una de las más conocidas en la ciudad, que ofrece sus cualidades sanitarias a personas de mal vivir.
“Por temor, por necesidad o por solidaridad la mujer estaría dando albergue a los heridos”, enfatizó el oficial.
La asistencia clandestina no sería nueva, ya se rumoreó que el 15 de agosto de 2003, cuando se produjo el intento de robo de 400.000 pesos al tesorero de la Cámara de Diputados, uno de los delincuentes heridos se pudo haber guarecido en un consultorio clandestino en la zona de los bajos del Tompson, sin embargo con el paso del tiempo, ese secreto sigue siendo bien guardado por los delincuentes.
