Quiero aclarar que en la misma nunca me ocupé de sus actividades personales en otros aspectos sociales, culturales y humanitarios, muy valorables y dignos de respeto y elogio aceptables para una moral basada en tratar de reparar los daños de un sistema social corrupto e inmoral que genera todas las calamidades que la profesora ha tratado de paliar en los andares de su vida. Mi moral difiere de la suya y está inspirada en los sentimientos más caros de la humanidad que parieron los revolucionarios franceses de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, es decir, la solidaridad entre los hombres y no la caridad que como dijera el gran Atahualpa Yupanqui : “la desprecio por la vergüenza que encierra”.
Pero de lo que yo mencionaba, es decir, de su militancia activa en el corte del puente de Salto Grande y las citas de normas legales que, según ella, avalaban su conducta, no dice ni una sola palabra. Debo entender entonces que admite con su silencio mis manifestaciones y que lo que yo decía era cierto. Esto es : que el corte de ruta no es una medida pacífica ; que causa enormes perjuicios ; que viola derechos constitucionales y que no está avalada por ninguna ley ni tratado. Es decir que mencionaba, la profesora, normas internacionales sobre Derechos Humanos inexistentes. O al menos habla de algo que no conoce, lo cual justificaba la calificación aplicada (cero en Derechos Humanos).
Respecto de lo que me corresponde a mi, no voy a hacer mi propia defensa : la gente de Concordia conoce la trayectoria de mi vida y mis luchas, con aciertos y errores, con virtudes y defectos. A ellos les compete calificarme.
Oscar Sorokin ; MI : 5.829.890