En nuestro país, en el ambiente sórdido y de especulación en que se desenvuelve la política, la información privilegiada, ya sea legal o ilegal, ha sido y es moneda corriente. Por eso es que tanto políticos, medios de comunicación, periodistas, y espías profesionales de los distintos servicios de inteligencia pululan por doquier. Hay en nuestro país debido al gran avance tecnológico, una verdadera «telaraña» de espías, tanto legales como ilegales.
La costumbre de las escuchas ilegales por distintos métodos ya estaba arraigada en Franco Macri, que la trajo de su estirpe calabresa, la «Ndrangheta” por lo que sus hijos la naturalizaron.
Luego de separarse de Mariano Macri, Marie France Peña Luque dijo que espiar era una costumbre de la familia. Y Mauricio la llevó al extremo de espiar hasta su propia hermana. En casi todo el mundo de la política y de los negocios es sabido que periodistas, políticos y empresarios de medios de comunicación están estrechamente ligados a la obtención de información con métodos ilegales de todo tipo. Existe una verdadera telaraña de espías y personajes que trafican información con fines económicos y políticos.
Hay un informe presentado por el Proyecto Nacional de Seguridad Teleinformática de la UBA que, solamente en Buenos Aires y en las grandes ciudades del país, se ejecutan y se espían de manera ilegal alrededor de 40.000 líneas telefónicas, mail y todo tipo de comunicación por día.
Cuando Mauricio Macri era Jefe de Gobierno de la Ciudad, la información se ejecutaba a través de unas máquinas llamadas Data Voice Call Recording Acquisition Units (DVCRAU), capaces de grabar miles de conversaciones y además de «chupar» mails a través de la fibra óptica de las Telefónicas. En esos momentos la SIDE (ahora AFI) contaba con varios de esos aparatos, pero que supuestamente eran usados únicamente por la sección de Observaciones Judiciales y sólo deberían ser utilizadas por una orden judicial. Recordemos que las llamadas de espionaje ilegal, por lo que se procesó a Mauricio, fueron autorizadas por un Juez de Misiones. También las operaciones de espionaje ilegal se realizaban (y realizan) por empresas de Seguridad Privada, manejadas por la ex-SIDE y la CIA.
En el trabajo realizado por la UBA se detectaron al menos cuatro máquinas DVCRAU funcionando de manera ilegal en el país. Así se pudo saber que Eduardo Mahinard, ex- Servicio de Inteligencia que dirigía el portal URGENTE 24, «chupaba» las casillas de correo de políticos, empresarios, jueces y todo aquel que se consideraba importante para sus mandantes. Esto también servía para un negocio económico pues los directivos de la Agencia Privada Seprin extorsionaban a funcionarios amenazándolos con difundir actos de su vida privada sino aportaban mensualmente una suma de dinero al portal. La Justicia no tardó en actuar, y la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, ordenó varios allanamientos, entre ellos el del ex-Jefe de la Side, Juan Bautista «tata» Yofre, y al director de Seprin.
Para que haya un espionaje, debe haber alguien dispuesto a pagarlo.
El ahora Presidente, y ex-Jefe de Gabinete de Néstor Kircnher, Alberto Fernández, contactó con el entonces Subsecretario de Inteligencia José Fransisco Lercher, para saber quién estaba detrás del espionaje de Yofre. En su informe, Lercher dio nombres de los ex-agentes de inteligencia, casi todos vinculados al periodismo y a la esfera política como Mariano Obarrio y Carlos Pagni de La Nación, empresarios de la información como Daniel Hadad, Jorge Fontevechia, Dari Gallo -Director Ejecutivo de la Revista Noticias- y que también traficaban información para las actividades de los personajes que frecuentaban el programa «Intrusos». Esto demuestra que la «mercadería» de intercambio es la «Información».. Por ella se paga, se compra a cualquier precio, se corrompe a todo nivel, se destruye a personas e instituciones. Por eso no debe extrañar que los Jueces que procesaron a Mauricio Macri fueron tres Jueces que NO fueron puestos a dedo, sino que ganaron su puesto por concurso. Esto lo aprendió muy bien Macri, pues ni bien subió a la presidencia colonizó a gran parte de la Justicia Federal, subordinándola a sus deseos.
Para Mauricio, el espionaje es nada menos que el ejercicio de la política por otros medios. Se trata de una práctica, inmoral, salvaje e indiscriminada, porque no se trata de la observación secreta y privada de sus adversarios políticos, sino que se extiende a los suyos, ya sean funcionarios, dirigentes, incluso a su propia familia. Es decir, una patología psicológica de dominación que revela su absoluta incapacidad para competir en igualdad de condiciones.
Volviendo al 2009, gestión de Macri, la Ciudad de Buenos Aires se estremeció cuando un número indeterminado de escuchas ilegales articuladas por el espía Ciro Jame, un ex «pluma» de la Policía Federal obraba bajo las órdenes del primer Jefe de la Policía Metropolitana, Comisario Jorge «Fino» Palacios. El método era artesanal, ya que su operatoria la iniciaban dos jueces misioneros al ordenar en la SIDE aquellas pinchaduras con la excusa de alguna causa que se tramitaba. Luego de unos días, Ciro Jame las retiraba del mencionado organismo. El tipo se hacía pasar por funcionario del Ministerio de Educación de CABA con el beneplácito de su titular Mariano Narodosky. Además de visitar el despacho del ministro de Seguridad y actual Intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro. Menos él, todos los miembros de la gavilla terminaron procesados por asociación ilícita, en tanto que Palacios y Ciro Jame terminaron en prisión preventiva. Cabe señalar que entre las víctimas de la maniobra figuraba el cuñado de Mauricio Macri, el mentalista Néstor Leonardo, pareja de Sandra Macri; además en la lista de espiados estaban su ex esposa, Isabel Menditegui, y tres referentes del PRO: Diego Santilli , Cristian Ritondo, y Horacio Rodríguez Larretta (Durmiendo con el enemigo).
Macri salió liberado de esta trama el 22 de diciembre de 2015, con un oportuno y sospechoso sobreseimiento. Desde entonces nadie estuvo fuera de su radar.
Las operaciones del fisgoneo nacional del PRO no cabrían en un solo libro, ya que en ese período la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) fue una suerte de Estado paralelo, en cuya periferia circulaban personajes como el espía Marcelo D´Alessio, que junto al Fiscal impresentable Carlos Stornelli, y el operador del Diario Clarín, Daniel Santoro, formaban parte de un «dream team» en la materia. O el sonado caso de la Gestapo, al servicio de la ex-gobernadora Maria Eugenia Vidal, cuya tarea principal era perseguir a los sindicalistas díscolos. Pero para comprender los vidriosos lazos entre los integrantes del PRO, el Juez Federal de Lomas, Federico Villena tuvo la «deferencia» de visitar el despacho de Larreta para exhibir las evidencias del espionaje sobre él, que hasta incluían detalles precisos de su tórrido romance con la presidenta de la Comuna 9 , Analía Palacios, además de unas fotos del intendente durante una cena secreta en el restaurante Dandy con el Diputado Emilio Monzó. El Juez Villena, íntimo amigo de Dalesandro y que en consecuencia reporta a Larreta, le mostraba las pruebas a Larreta en silencio. Este no salía del estupor. En esas circunstancias se enteró que el Vice Jefe porteño, Diego Santilli, era rigurosamente espiado. Dos datos le helaron la sangre: el jerarca macrista de la AFI, Gustavo Arribas, había incurrido en la audacia de reclutar al cocinero Martín Terra, el ex marido de su actual esposa Analía Maiorana. Mientras en la residencia de esa familia trabajaba una empleada doméstica debidamente infiltrada por la «ex-señora 8» Silvia Magdalani.
Larreta ya no tenía dudas de que las «molestias» que la AFI se había tomado con Santilli eran también para él. En otras palabras, el PRO era un verdadero nido de víboras. Pero Larreta era parte de ese serpentario.
¿Acaso puede ahora asombrar que desde el entorno de Macri se filtraran pruebas de las inconductas políticas y personales de Milman, o que desde el entorno de Bullrich se hackeara el celular de Marcelo Silvio D’Alessandro, ex Ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, para difundir los vergonzosos chats del viaje a Lago Escondido?
Esta guerra interna ya escapó del control de sus hacedores y cuyo final promete ser tan devastador como incierto. Macri se reunió con ambos, y les marcó la cancha, ya que quiere que su primo, Jorge Macri sea el único candidato del PRO en la jefatura de la Ciudad de BsAs. Hay que ver qué dicen los radicales con Martín Lousteau.
Volviendo a los sótanos de la democracia de Mauricio, hay que decir que analizando el archivo, lo primero que surge es la escalada de la «mesa judicial» y los servicios de Inteligencia de la AFI macrista contra Cristina Kircnher, Oscar Parrilli y tantos ex-funcionarios, que comenzó con el regreso del falso exilio de Antonio Horacio «Jaime Stiuso» de EEUU, nota que fue publicada el 16 de Julio de 2016 en La Nación, y la firmó Mariano Obarrio del elenco estable. Aquella nota sirvió como antecedente para que el insuperable propagandista de noticias pegadas con «mucosa», Luis Majul, realizara en su programa de escuchas ilegales sobre CFK y Parrilli. La «función» se televisó en América, el Canal de Vilas-Manzano y Belocopitt ( dueño de Swift Médica)
En marzo de 2017, el «explorador de los bosques de Palermo», Luis Majul, fue acompañado por la abogada Silvia Martínez. En la causa del Juez Villena, Silvia Martínez figura como contacto de la banda de espías.
Sucedió que los espías, liderados por Alan Ruiz (ex-Jefe de las operaciones macristas, que llegó de la mano de Patricia Bullrich), hablaron con los imputados Facundo Melo y Leandro Araque, podrían ser apresados en cualquier momento. Melo declaró en la Bicameral.
Melo y Araque iniciaron en venganza una causa en Comodoro Py, argumentando amenazas y «prendieron el ventilador» contra su ex-jefe Arribas. ¿Era un ajuste de cuentas o búsqueda de protección? La defensa de Melo y Araque considera que el Juez Villena, «el Renacido II» es improcedente y que la causa debiera ser trasladada a Comodoro Py ( ¡Qué raro, no!) donde el «arqueólogo de la Patagonia», Guillermo Marijuan, la espera como amante despechado.
La banda de espías de la AFI macrista no solo tenía conexiones con el Servicio Penitenciario Federal y con agentes de la policía de la Ciudad del gobierno de Larreta, uno de ellos, Jorge el «Turco» Saez, tenía contacto con un ser peligroso de La Matanza, cuyo apodo era «Murdock».
La banda de espías macristas se hizo fuerte en territorio de la Pcia. de BsAs, desde el fallido proyecto AMBA, que «plantó» una serie de bases de esa agencia en campo de La Bonaerense. Ricardo Bogoliuk, socio del espía D’Alessio, era el jefe de la región de Ezeiza, una zona de Jaime Stiuso. Como se sabe, en el submundo de los «agentes» que nunca duermen, son capaces de venderle un crucifijo al diablo. Era una cualidad de Stiuso: en su mente siempre rondaban escenarios diversos. Tanto que anduvo por EEUU con el manto de la CIA y después volvió. La banda de los agentes de la AFI también espió a Majul, Alconada Mon, entre otros muchos periodistas.
La ex-gobernadora Maria Eugenia Vidal es parte de la «masa madre». La levadura le salpica por dos razones: Primero porque pactó con Silvia Majdalani (“La señora 8” macrista), la instalación de las bases en el AMBA, y segundo porque la espió y ahora ella será querellante. Un escándalo que muchos jueces, a su vez espiados y atemorizados, harán dormir sus expedientes el sueño de los justos.
No me quiero despedir de esta nota sin mencionar el dislate periodístico del profanador de verdades, Luis Majul, cuando en sintonía con Patrcia Bullrich y su séquito de inquisidores, activó el fantasma del memorando con Irán. En fin, dicen que del ridículo no se vuelve, ¿o sí?
En otra nota, comentaremos de los jueces espiados y extorsionados para fallar en determinado sentido jurídico. No olvidemos que Comodoro Py, es la Catedral de las Absoluciones.