Concordia conoció mejores épocas, el esplendor. Época en que el estudio y el trabajo eran las herramientas para acceder a una vida mejor, donde la relación educación e ingresos estaba íntimamente asociada. Tiempos en que el 75% de los chicos que iniciaban la escuela primaria, finalizaban su instrucción secundaria. Definitivamente la educación era un factor de movilidad social. En la década del ´70, uno de cada cinco personas estaban comprendida en la franja de los 15 a 24 años y sólo el 2,7% era desocupado. La pobreza juvenil y la indigencia juntas, llegaban a un 6%. La brecha entre ricos y pobres era 34 veces menor que la actual.
Hoy no, los hogares más ricos perciben (datos INDEC para Concordia) 34,2 veces más que los pobres, solo el 30% de los que inician la primaria terminan el ciclo secundario, el 65% son pobres e indigentes y el 30% tienen inconvenientes con el empleo. En el mercado laboral para jóvenes concordienses, hay pocos empleos dignos esperándolos.
La vulnerabilidad de este segmento de población se explica por la desigualdad y el deterioro social profundo, donde esta formación educativa actual ya no logra siquiera equiparar oportunidades. Los jóvenes desempleados con poca formación escolar y capacitación de habilidades para el mundo del trabajo, son el grupo más endeble.
De este modo, no es posible superar la barrera del empleo precario, peligroso y mal remunerado que prevalece hoy. En definitiva, la pobreza engendra pobreza y los hijos de pobres seguirán siendo pobres al menos hasta que los gobiernos definan el perfil de país, de provincia y de ciudad.
La situación laboral de los jóvenes en Concordia
Se observa en los indicadores del segundo semestre del 2005, una disminución de casi dos puntos en la tasa de desocupación (12,8% en el primer semestre al 11,1% en el segundo). La tasa de actividad registró un incremento superior a los dos puntos –de 38% a 40,6%–, esto generó nuevos puestos de trabajo por lo que aumentó la tasa de empleo en tres puntos, con la consecuente disminución de la desocupación. En ese sentido, en el primer semestre de 2005 la tasa de empleo era del 33,1%, mientras que para el segundo período las cifras se incrementaron al 36,1%.
Aún así con todos estos indicadores relativamente moderados, pero también con condiciones laborales inestables, la mayor parte de la oferta de trabajo para los jóvenes concordienses, es generada por emprendimientos pequeños, fundamentalmente en servicios, de baja productividad, mal remunerados, precarios e inclusive peligrosos. El “mactrabajo”, como lo define Douglas Conpland en su libro Generación X, (empleo sin prestigio, calificación, futuro y dignidad), es reflejado de alguna manera en la actividad de mensajerias y servicios de motomandado, que tiene registrado en el municipio 23 emprendimientos, y cobija un poco más de medio millar de personas jóvenes que no tienen oportunidad de conseguir un empleo mejor remunerado, que los que se suponen tienen los de estratos sociales más aventajados, pero “aún teniendo un nivel educativo mayor tampoco te garantiza tener un trabajo estable, por eso me la rebusco con esto mientras tanto, confío en que me salga algo mejor” decía a “Debate y Opinión”, Matías de 21 años egresado perito mercantil.
Otra actividad generadora de mano de obra no siempre bien remunerada para los jóvenes, es la cosecha de frutas cítricas, arándanos y el trabajo del monte, de la madera. Estas actividades zafreras, tercerizadas a través de cooperativas de trabajo, (algunas truchas), y en su mayoría empleados en negro, ocupan alrededor de 5.000 jóvenes. Los ingresos promedio, son de 15 a18 pesos diarios, lo que muchas veces motiva a no trabajar o seguir percibiendo subsidios como el plan de jefes de hogar.
En la geografía de Concordia uno observa el aumento del sector informal, el cuentapropismo, y que un desocupado estructural opta por convertirse en motomandado, cartonero, limpiavidrios, cuidador de autos, changarín, chofer de remis, repartidor de volantes, pescador, peón de albañil, vendedor ambulante o un beneficiario de un plan de jefes de hogar, y esto lo excluye automáticamente del universo de desempleados oficiales.
Relacionado con la educación
La relación entre educación e ingresos siempre estuvo altamente asociada a los puestos de trabajo disponibles en los distintos momentos históricos. Ya hace bastantes años que los que finalizan la instrucción secundaria en Concordia son apenas el 30% de los que se inician en la primaria. Este dato, es categórico y de alguna manera refleja que la educación dejo de ser un factor de movilidad social, y de consideración como “condición” para la transformación productiva con equidad. Los sistemas educativos existentes han fallado en equiparar a los jóvenes con el conocimiento y la habilidad necesaria para el éxito en un mercado laboral que cambia a gran velocidad. Los de hogares más pobres tienen muy pocas oportunidades no ya solo de tener trabajo estable, sino de aumentar el ingreso que perciben.
La explicación es que cuando la desigualdad y el deterioro social es tan profunda como en Concordia, esta formación educativa que hoy se imparte no logra siquiera equiparar oportunidades.
Hay un dato alentador en este tema, alrededor de 2.000 jóvenes (por convenios de la CGE), buscan terminar sus estudios en centros de enseñanzas de adultos. De igual forma se nota un incremento en la matrícula de la escuela nocturna para terminar la secundaria y de esa manera conseguir un trabajo digno.
Es cierto que la formación para el trabajo no se agota en la secundaria, y que es ingenuo pretender que las personas puedan desempeñarse en el mundo laboral únicamente con estas habilidades. Desde el punto de vista de la productividad y la competitividad, el mundo laboral exige una diversidad de escenarios, Aquí, el Estado tiene la responsabilidad de unir tanto la educación formal como en la no-formal y a las empresas, para hacer frente a las enormes transformaciones en el campo de la producción y los servicios. El crecimiento de la actividad económica en Concordia es clara, y esta expectativa de mejor calidad de trabajo para los jóvenes tiene que ir de la mano de la instrucción.
Capacitación laboral
Un relevamiento hecho a empresarios por iniciativa de Valor Local a fines del año pasado en la provincia, mostró que en el 50% de los consultados hay preocupación por la falta de mano de obra calificada. Muchos de ellos pertenecen al sector que destruyó el 60% de sus puestos en los ´90, además fueron los que dedicaron a tercerizar y despedir.
En Concordia la falta de compromiso social de sectores empresarios se refleja en que son contadas con los dedos de una mano las empresas que disponen de un departamento de capacitación de su personal.
El Estado provincial a través de la CAFESG en el Programa Mejoramiento de Competitividad, en convenio con empresas e instituciones y con un presupuesto base de $ 500.000.-, ha capacitado 3.000 personas, en su mayoría jóvenes de la región, por pedidos sectoriales fundamentalmente de sindicatos y empresarios. “El programa de capacitación es entendido como formación”, nos decía Ángel Giano, responsable del Área de Desarrollo de la CAFESG, por lo tanto “la capacitación se centra, enfrentando los problemas que se viven en la realidad del trabajo de la región, analizándolos y resolviéndolos a través de transferencias de un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes por parte de los capacitadores para formarlos al mundo del trabajo”.
Es alentador que sea entendida de esa manera, pero la capacitación debe ser continua y no de un mes o dos, y tener muy en claro el perfil de los jóvenes preferentemente los que están en condiciones de exclusión, para permitirles salir de esa estructura laboral de mala calidad en la que hoy les prevalece.
Otra cuestión es que al Estado siempre se le reclamó que la educación y el trabajo sea una relación inquietante, porque la producción y el trabajo asociado a la educación siempre produjo cambio histórico en las sociedades. Por supuesto eso ha ocurrido cuándo el gobierno tuvo un proyecto a mediano y largo plazo (no solo la contingencia), y entendió que el bien fundamental de una provincia y de una ciudad es la capacidad y la destreza de sus ciudadanos. Con esto se logra dos objetivos: ciudadanos y competitividad.