En la decadencia, se ha naturalizado el sofisma. Ya es natural, es esperable, que el gobierno reclame una reforma para ampliar el número de ministerios porque los actuales son pocos y no permiten gobernar, cuando creó un ministerio de Gobierno, Justicia, Educación y Obras y Servicios Públicos, nada menos, es decir, acumulando más y más poder en una sola persona, y como si fuera poco a su titular, Sergio Urribarri, le entregó en simultáneo la Comisión Administradora para el fondo especial de Salto Grande –Cafesg- que es otro ministerio…
El argumento equivale a decir: yo puedo gobernar todos los ministerios y sumar a la vez organismos descentralizados, pero necesito cambiar la Constitución porque no puedo gobernar tantos ministerios… Ni la lógica ni el sentido común: el sofisma.
Sin dudas cambiar la constitución con el objetivo de darle jerarquía al Consejo de la Magistratura, al tiempo que nombraba a Emilio Castrillón en una vocalía es el mejor chiste que hemos disfrutado, entre las incontables arbitrariedades.
No le bastó con privatizar y desnacionalizar la energía, la banca, la industria (Santa Elena), los campos con los pools, el comercio con los hiper, el transporte con Flecha Bus, el tren con ALL, y ahora la actividad portuaria con Del Guazú, por sólo mencionar algunos rubros… La lista de fracasos con el Credit Agricole, CMS, Constantini, y hasta Puentes del Litoral, es decir, el fracaso de absolutamente todas las privatizaciones, un estigma del oficialismo, nada de eso le bastó, ni le bastó preservar los intereses de las multinacionales (Monsanto, Cargill, Masisa, All, Swift, etc.) contra los intereses cooperativos y populares.
No le bastó con meter empleados a granel y por miles, sin concurso, durante 20 años en el estado provincial y municipal. No le bastó con bastardear la libertad de expresión, ni con la infinita lista de irregularidades reiteradas de sus gobiernos, robos reconocidos en público; tampoco le bastó con llegar a su tercera gestión sin proyecto en educación ni en salud ni en tránsito siquiera, mínimos sine qua non.
No supo cuidar los alimentos para los más débiles, no supo cuidar las vacas para que no se ahogaran por decenas de miles (10 millones de kilos tirados al agua, en un mes) por una creciente menor totalmente previsible… Tala de bosque nativo, extracción de sábalos y monocultivo de soja son sus mayores “méritos”. Vive hace décadas ya en una ciudad como Paraná cuyos arroyos son el símbolo de la contaminación y la mugre en el planeta entero, y se para sobre esa acumulación de vahos y podredumbre señalando con el índice a los uruguayos, en el colmo de la hipocresía.
Pero no, no le ha bastado. El carcamán necesita demostrar también que puede ser juez y parte, que puede convocar a la Constitución y ser Constituyente, que es imprescindible, que la entrerrianía no podría prescindir de alguna pretendida luminosidad… Y ya que el pueblo le impidió otra reelección (esa derrotita lo tiene como macho despechado), entonces necesita pavonearse ante el mundo, exhibir la férula, porque él sí puede ir y venir por los tres Poderes como Pancho por su casa, contra todo espíritu republicano, como Castrillón y Miguel Carlín del Legislativo al Judicial, como José Halle del Judicial al Ejecutivo, y siempre encontrará un coro de aduladores que lo aplauda y lo palmee, y un coro de carcamanes parecidos que haga cola para pro-constituirse con él.
Paradojas del destino, a un par de diputados se les encendió la lamparita y propusieron cláusulas que, bien trabajadas, podrían obligar a los gobiernos a ejercer el federalismo, contra cualquier alineamiento partidista superfluo, es decir, obligarlos a hacer exactamente lo opuesto al seguidismo actual.
El diputado Antonio Máinez aseguró que, a cambio de su voto afirmativo para permitir la reforma constitucional, el gobernador le garantizó que esa cláusula sería respetada a rajatablas. Garantiza a la provincia el ejercicio de las potestades derivadas del dominio originario de los recursos naturales y exige que los tributos no provoquen el desgaste y la insustentabilidad de los suelos.
Bien redactados y trabados, los artículos, podría significar que la provincia le disputara fondos que la nación se apropió con el unitarismo ilegítimo vigente, y que las pymes que aún quedan en el campo estuvieran en derecho de rechazar impuestos que hicieran insustentable la actividad.
La experiencia dice que ante pequeñas amenazas al poder constituido, el poder echa a andar la licuadora y los artículos se convierten en meras expresiones de deseo. Pero claro, no deja de ser una suerte de sopa, ante el agua tibia que por ahora prevalece y que recuerda al caldito tibio de los arroyitos purulentos del carcamán.
*Carcamán, na. Primera acepción: m. y f. coloq. Persona de muchas pretensiones y poco mérito. RAE.