Harina Pureza, leche fluida marca La Serenísima o Ilolay, o aceite Cañuelas, por ejemplo, pueden ser artículos casi imposibles de conseguir y menos aún a valores del 6 de marzo. DIARIOJUNIO consultó en supermercados, mini mercados y distribuidoras rastreando el origen del problema. Demoras y retaceos en las entregas, “quiebres en stock por la alta rotación de algunos productos fueron algunas de las explicaciones que los empresarios locales le dieron a este medio. Algunos, incluso, se animaron a señalar la especulación frecuente a causa del valor del billete dólar para de los productos de campo: “Prefieren no vender”.
El sondeo realizado por DIARIOJUNIO partió desde la hipótesis que los Precios Máximos son propiedad casi exclusiva de las grandes cadenas de supermercados de la ciudad que, por volumen de compras y capacidad de pago, pueden acceder a la facturación desde las fábricas o los puntos de venta directos. Para el resto del comercio, el acceso a esas precios suele ser privativo y deben, como ha sucedido desde siempre, recurrir a distribuidores o revendedores locales y de la región, quienes muchas veces suelen tener precios iguales o por encima de los que presentan las grandes cadenas en sus góndolas para la venta final al público.
Tal como se preveía, el Gobierno prorrogó los “Precios Máximos” que estableció para ciertos productos en el marco de la emergencia sanitaria por el coronavirus. De esta manera, continuará rigiendo hasta el 20 de mayo el congelamiento en el valor de determinados alimentos y bienes de consumo masivo considerados esenciales, el cual fue originalmente establecido el pasado 19 de marzo.
La decisión, que viene siendo controlada por las autoridades nacionales, luego provinciales y municipales, desde esa fecha, alcanza a “hipermercados, supermercados, almacenes, mercados, autoservicios, minimercados minoristas y supermercados mayoristas”.
Es decir que si el comercio vendía un alimento a 90 pesos y el precio máximo de ese ítem es 100, debe mantener el valor de 90, pero si lo comercializaba a 110, deberá bajarlo a 100. En el caso de los pequeños y medianos comercios, las autoridades pueden pedir los comprobantes de los precios a los que vendieron el 6 de marzo y comparar con los actuales.
La extensión de este programa podría ser nuevamente prolongada en atención a la evolución de la situación epidemiológica.
A esta competencia muy despareja en lo comercial se le suma el control de precios que se hace desde Defensa del Consumidor e Inspección General, que lo que hacen es exigir a los comerciantes que vendan a los mismos precios que lo hacían hasta el 6 de marzo -según DNU presidencial-, sin reparar en que estos no son formadores de precios sino que trasladan los aumentos que reciben al precio de venta, marcando el margen de ganancia prefijado. El comerciante lo que hace es ingresar el precio de compra al sistema de facturación y este actualiza de manera automática el precio para venta final. Esa es toda la participación que tienen los supermercaditos en la “formación” de precios. Sin embargo, son los primeros en ser apretados y multados desde los organismos de control. También suelen ser instados a denunciar a sus proveedores y estos, a su vez, deberían hacer lo mismo con las fábricas… “Vienen a cortar por lo más fino y que hagamos su trabajo nosotros por ellos. Por qué no van a la fábrica y ven ellos mismos a qué precios salen los productos desde ahí”, contó indignado Raúl, uno de los minimercadistas con los que habló este medio.
Como botón de muestra, DIARIOJUNIO pudo acceder a los últimos remitos de distribuidoras locales de marcas como La Serenísima y la distribuidora local de arroz Dos Hermanos. La primera viene sosteniendo aumentos de manera sistemática desde hace semanas; En tanto que la productora local de arroz y elaboraciones derivadas, el martes de esta semana aumentó entre un 13 y 15 por ciento el precio de costo de su arroz. Un producto esencial para cualquier mesa y, en este caso, la marca de arroz más consumida en los comedores de la ciudad. Por lo que, a modo de muestra, el arroz largo fino por 1kg. de dicha marca pasó de un costo para el comerciante de 46 pesos a 52 pesos (significa un aumento del 13 por ciento. En la presentación de medio kilo, el aumento roza el 15 por ciento) que se traslada a góndola a un precio final aproximado entre 65 y 70 pesos pesos.
De La Serenísima sólo es posible encontrar algunos productos dentro de lo estipulado por Precios Máximos en las góndolas del híper o la cadena de súper Modelo. En tanto que, la leche larga vida que debería estar a menos de 70 pesos, según la App de Precios Máximos, está en 95 y 100 pesos en el resto de los negocios donde se la puede encontrar no sin poca dificultad. Como dijimos, la cosa cambia cuando se tiene teléfono directo con el “dueño”…
Los aumentos en la marca La Serenísima fueron de entre 15 y 18 por ciento en el último mes, dependiendo del producto. Así, por ejemplo, el Yogurísimo con cereales por 149 gr. Pasó de costar 64,00 pesos a 79.00 pesos (impuestos incluidos) al comerciante, que lo traslada a la heladera exhibidora con un precio final de 95 pesos… y siendo generosos.
Productos de la marca Ilolay que deberían estar contemplados también en Precios Máximos, brillan por su ausencia; a excepción del dulce de leche clásico de 400gr que pudimos constatar en las góndolas de los mercados recorridos. Encontrar la leche larga vida de esa marca es como encontrar al Yeti. A cambio, los representantes mayoristas ofrecen la variante de leche fluida -de tercer o cuarto orden- marca “Record”.
Harina de trigo y de maíz, maíz, aceite (Vicentín, Natura y Costa del Sol habrían suspendido las ventas) y leche fluida se encuentran entre los productos que más escasean; sobre todo los pertenecientes a las primeras marcas más conocidas.
Los distribuidores mayoristas consultados por este medio justificaron estos problemas aludiendo a lo que en la jerga se conoce como “quiebre de stock” que -en palabras ordinarias- significa que lo que se vendió de forma rápida tarda en reponerse, sobre todo, por faltantes y demoras en las entregas desde las fábricas (ya sea porque la velocidad de la demanda supera los tiempos de la producción o por falta de alguna materia prima. También se puede considerar como un causal la falta de personal suficiente, producto de las medidas restrictivas de la cuarentena).
Tanto los comerciantes como los distribuidores consultados por DIARIOJUNIO dicen que las ventas en los productos comestibles y de limpieza (según nos contaron la línea Ayudín no da abasto con las ventas) no han mermado de manera significativa a pesar de la pandemia de coronavirus, pero se vienen dando fuertes reticencias en la oferta.
Algunos se animan a decir que sucede lo de siempre: “Cuando el precio no les conviene, los que pueden hacerlo, prefieren no vender. Los de arriba para preservar sus ganancias o porque no pueden mantener el costo de la producción y, los de abajo, porque después no saben si van a poder reponer esa mercadería ni a qué precio lo van a poder hacer”.