Sin embargo, no está mal recordar los procesos y sus resultados. La lucha por la libertad de expresión y el derecho a la información tan en boga en este momento en el país, nosotros la libramos en esta ciudad hace una década y media. También aquí y luego de recuperada la democracia hubo voces únicas, también aquí, la palabra y el derecho a informarse estaban acotados, mucho más que lo que sucede hoy en la nación. Aquí se leía un diario y se escuchaba una radio, lo que no estaba allí, no existía. La realidad estaba mucho más invisibilizada, había un poderoso maridaje entre el poder político, económico y mediático que permitía las iniquidades más brutales. Grandes corruptelas, gatillo fácil, persecuciones, lo peor. Luego con la aparición de otros medios, las radios de Frecuencia Modulada y el cable, ese maridaje no finalizó, adoptó una nueva forma, la censura.
Como hoy en muchos aspectos, el hombre común repetía y sin beneficio de inventario, el discurso del poder. De modo que había que romper ese circuito y para ello, debieron existir periodistas comprometidos con la verdad y una sociedad dispuesta a apoyar esa avanzada que iba a implicar hacer valer su derecho a estar informada. Combinar esos intereses era la tarea y se logró. El pueblo valoró la diferencia entre vivir en una sociedad libre y/o amordazada. Hoy, la diversidad de periodistas y medios, hace bastante más difícil la tarea de esconder. DIARIOJUNIO es hijo de esas luchas, por eso lo festejamos y queremos más, de allí nuestro apoyo a la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
La nueva situación ha permitido que hoy en esta ciudad, se pueda ejercer esta profesión con muchísimas más seguridades que en otros tiempos, sin embargo, siguen existiendo los que tienen cosas que ocultar ; aquellos que le temen a los debates profundos, a las miradas distintas, no amañadas ni adscriptas al poder dominante y también los maniqueos que dividen a medios y periodistas en buenos (que son los que piensan como ellos) y malos (los que piensan distinto).
De cualquier modo, comparado con lo que implicaba hacer periodismo con todas las letras hace 20 años en esta ciudad, hoy es una fiesta y sería una obviedad si decimos que es un jolgorio al lado de lo que se podía hacer en tiempos de dictadura.
No hay duda que estamos mucho mejor que entonces, lo cual no significa que lo hayamos aprendido todo. Lejos estamos de tal objetivo, aún nos falta aprender algunas materias de la democracia, como la tolerancia, en la que, periodistas y sociedad, nos venimos sacando un reiterado insuficiente.