La presencia del piano y del típico grupo flamenco: guitarra, cante y percusión, resultan necesarios para la obra, salvo que en algunos pasajes no logran un cambio armónico.
Hay cuadros muy logrados que recuperan la alegría y la chispa del baile popular como la Jota Aragonesa y las Seguidillas Manchegas, en tanto otros resumen toda la elegancia y la técnica del clásico español como Sevilla y Castilla, ambas del homenajeado compositor.