Existen dos tipos de informalidad en este negocio, según explicó Lago hay comercios en blanco que cierran sus puertas porque no pudieron sostenerlo y siguen vendiendo desde sus casas y mediante redes sociales. Pero hay otros que “directamente jamás se anotaron” y eso es peor. “No sólo que está perjudicando al comerciante legal, que hace una esfuerzo sobrehumano para tener su negocio en forma, sino a toda la sociedad porque al no tributar no hay ingresos para la provincia, municipio, etc. Entonces después, cuando es momento de ajustar, se termina haciendo sobre la base de datos de los contribuyentes formales y la presión es cada vez más grande”
Calcular la cantidad de estos lugares es casi imposible, pero basta con mirar los diferentes sitios de internet y encontrarás productos nuevos, usados, calzados, perfumes, muebles, joyas, cosas para la casa, celulares, alimentos, etc. y a ello sumarle más de 20 foros de compra ventas con diferentes nombres donde se nuclean todos. Además, probablemente trabaje más de un miembro de la familia, por lo que tampoco se paga empleados y suelen enviar la mercadería por moto mandados (a cargo del comprador). En fin, al no haber impuestos ni mayores gastos que viaje y la compra, la mercadería es claramente más económica que aquellos que tienen locales habilitados.
Por ello, el funcionario remarcó que reciben muchas denuncias al respecto porque no pagan impuestos, alquiler, venden en negro, etc. No obstante, sugirió que el objetivo del CCISC no es “matarlos” sino tratar de darle las herramientas necesarias para que puedan integrarse al circuito. “No hay que matarlos porque es gente que quiere trabajar, sino sería mucho más fácil conseguirse un plan y dedicarse a hacer cosas que no están buenas. Hay que destacar y ayudar a esa gente que quiere ganarse la vida trabajando pero no pueden ser desleales con el resto”.
Ante ello, Lago adelantó que llegará un momento que la situación será critica porque va camino a agudizarse. “Sobretodo porque nadie sale a corroborar ni a inspeccionar estos lugares y de alguna manera tenemos que llegar a una solución: en vez de controlar y siempre sobreexigirle a los pocos formales que quedan, estaría buenos que empiecen a regular a los otros. Pero no para ejecutarlos, sino darles herramientas que, lamentablemente, aun no aparecen”