¿Se puede medir la pobreza desde la estadística en esta ciudad ?
-Creo que la pobreza es peor que las estadísticas en esta ciudad, por una sencilla razón, detrás de los números tenemos que ver a las personas. La pobreza hoy destruye, deteriora, violenta a las personas, entonces deja de ser un número para ser una tragedia personal, familiar, es como que la persona deja de tener horizontes, deja de tener ilusiones y esto lo encierra en lo que llamamos exclusión.
Hay un muro que la sociedad ha levantado, que no es la marginación de antes, es un muro que divide, que excluye, que imposibilita pasar. Es la sociedad la que tiene que derribar ese muro que excluye. Del otro lado del muro hay tantas personas en la pobreza, pero no están en la pobreza solamente, están fuera de la historia, fuera de la sociedad, son personas que no cuentan, a no ser que les tiremos algo por encima del muro. Es como cuando les tiras caramelos a la arrebatiña a los chicos. Creo que es más dura la pobreza cuando vamos encontrándonos con el pobre, es muchísima más dura que los números.
¿Que tiene que pasar para que puedan tener una vida digna ?
-Lo repetimos hasta el cansancio. O Concordia es una ciudad habitable para todos, es un poco la casa de todos, o Concordia se vuelve insoportable para todos. De eso tenemos conciencia. Claro, tenemos conciencia que se está volviendo insoportable, pero no nos planteamos que en Concordia todavía falta mucho para ser la casa de todos.
Y para eso es necesario romper todas estas estructuras existentes, formas de políticas, estas maneras de hacer políticas que van excluyendo, que van dejando en la pobreza, en la miseria y en la dependencia a tanta gente. Creemos que es posible, soñamos que es posible una Concordia diferente. Hay gente que tiene conciencia de esto, que quiere hacerlo. Pero es cierto nos exige mucho.
¿La participación ciudadana achica la desigualdad en la distribución de la riqueza, del ingreso ?
– Alguien me dijo una vez que Concordia es una ciudad solidaria, yo le digo que si por solidaridad entendemos que en algún momento de crisis o de catástrofe, algunos que se acercan a ayudar, es verdad. Que hay gente solidaria, que se juega, que asiste, que busca, que es sensible al problema, es verdad también. Pero decimos si en Concordia fuéramos solidarios, la solidaridad nos lleva a la justicia social. Yo diría como el anuncio de la justicia social, es posible y puede plantarse. Y bueno, las cifras, la situación nos está diciendo que no somos solidarios como población, sino no estaríamos como estamos.
¿Esta conforme con la política social aplicada por el estado ?
– Creo que algo ha cambiado, pero evidentemente es como que no se atina a una política social que vaya incluyendo. Están gastadas las palabras inclusión y exclusión, pero diría que hoy no hay inclusión posible si no hay inclusión en la escuela, en la capacitación laboral de todos los que han quedado afuera del sistema. Creo que tenemos que empezar por allí. Y después la salud, asegurar la salud de nuestros chicos, que a veces quedan lisiados desde muy pequeños. Yo creo que hay políticas que tendrían realmente que tener mayores presupuestos, más generosos para poder salir, sino vamos a caer como en la década del `90, pocos con muchos y muchos en la miseria.
Las políticas las deben marcar el gobierno, una política que humanice, que nos lleve a superar situaciones de exclusión. La Iglesia tiene que llegar a ser una voz, la voz de los que no la tienen. La Iglesia puede ponerse al lado del otro, diciendo que esto es justo o esto es injusto. Anunciar el pecado, como también las cosas buenas que se dan, pero no es la que establece políticas. Acompañamos las políticas que están encaminadas a la ayuda de la gente.
¿Como ve a Concordia hoy ?
– Creo que algo de trabajo se ha generado, y eso siempre es bueno, porque el trabajo es el eje de la convivencia social, no es en la medida que desearíamos, pero en esto hay un pequeño adelanto. Creo que a esta altura el progreso podría ser mucho mayor, porque Concordia tiene posibilidad, falta decisión política, de decir ponemos a Concordia de pié y vamos a centrar en la educación y generación de trabajo nuestras políticas sociales.
La Argentina es un país desigual, hace treinta años atrás no era así, hoy la Argentina es uno de los países que golpea muy duramente a la gente.
Lo decía el Papa en una estación del Vía Crucis en Roma, el mundo es como dos habitaciones pegadas, juntas, en una hay un grupo muy pequeño donde se dilapida, donde se tiran las riquezas, donde hay superabundancia. Y en el otro cuarto hay una multitud de gente sin recursos, sin comida. Ese es el mundo que se está tocando en esta misma casa tierra, mundo nuestro.