Al mediodía de ayer, una persona llamó al bloque radical, donde lo atendió un secretario. Dijo que era Alasino y pidió hablar con Ernesto Sanz, quien en ese momento volvía de su almuerzo.
Con el teléfono en función «manos libres», el supuesto Alasino dijo que habían asaltado a su hermana en Buenos Aires, que debía hacer unos pagos urgentes, y que necesitaba auxilio. Otra versión dice que el argumento fue que la hermana había sufrido un accidente. «Mañana paso y les devuelvo la plata», dijo. Pidió 10.000 pesos.
«Ese que habla no es el Choclo», avisó, al escuchar la voz, un asesor que conoció a Alasino cuando fue senador. Decidieron seguirle la corriente: que pasara a buscar el dinero por la tarde. E hicieron la denuncia policial.
Después, el tal «Alasino» llamó al despacho del peronista cordobés Roberto Urquía con un pedido similar. Las fuentes dicen que esta vez solicitó 20.000 pesos. La secretaria dijo que le pasaría con un asesor, y en realidad le dio el teléfono a Urquía, quien habría reconocido que no era el timbre de voz del ex senador pese a la tonada forzadamente entrerriana.
Al anochecer, cuando el hombre fue a buscar la plata, se presentó en mesa de entradas, mostró su documento, y hasta le sacaron una foto con cámara digital. Es el sistema que impuso Daniel Scioli para todas las visitas al Senado.
Ya en las oficinas, el estafador fue detenido por personal de seguridad, policías de civil y funcionarios de Asuntos Legales. También se atrapó a un cómplice que esperaba en la vereda.
Nadie vinculó el episodio con el recuerdo que había hecho por la mañana Néstor Kirchner del escandaloso episodio de los sobornos en el Senado. Alasino es uno de los nueve procesados en esta causa, todavía sin condenados.
Fuente: Diario Clarín