Sin duda que desde el año 2020 una inédita pandemia puso sobre aviso a muchos de la importancia de atender la salud mental de la población, como si no se tratara de un aspecto de la salud en general, en una interpretación dualista, mente-cuerpo del ser humano. Un trastrocamiento general de nuestra vida cotidiana atravesada por angustias indecibles, miedos, frustraciones, privaciones de todo tipo, duelos complicados, encierros y distanciamientos sociales, físicos, afectivos por cuarentena, pérdida del empleo y ruina económica, rotundos cambios y crisis en los hábitos cotidianos, en áreas tan sensibles como el trabajo y la educación, incertidumbre permanente sobre el futuro etc. se tradujeron en ataques de pánico, crisis de angustia, tristezas profundas, agudización de las depresiones y dolencias psicosomáticas, incremento de los consumos problemáticos y violencia de género y familiar etc. o en actitudes de negación del riesgo que condujeron a escenarios más delicados aún, en la crisis sanitaria.
La actitud más sana si se puede decir, fue el reconocimiento de la pandemia y los cuidados de sí y del otro como medio de protección básico para la preservación de la salud y la vida. Las actitudes demagógicas y perversas de dirigentes políticos y medios de comunicación, que fueron desde la producción de imágenes apocalípticas a teorías conspirativas según sus conveniencias , sin solución de continuidad, merecerían un análisis específico por los efectos traumáticos y desquiciantes que produjeron en nuestra vida emocional .
Lo que no queda duda es que esta experiencia colectiva inédita, ha afectado, afecta y afectará nuestra salud mental. Habrá que evaluar los daños, tal vez en un segundo momento, en el que la vivencia deje lugar a los efectos subjetivos y la resginficación del proceso.
Hablamos de salud mental, un concepto que no es fácil definir. Para la Organización mundial de la salud es un estado de bienestar bio-psico-social y no solo ausencia de enfermedad. Tiene un sentido positivo. No es solo no estar enfermo o no tener padecimientos mentales.
La tan denostada ( por algunos medios de comunicación y corporaciones del campo psiquiátrico y farmacológico, con intereses económicos que buscan derogarla) como importante ley nacional de salud mental 26.657 dice que “reconoce la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona” (artículo 3, ley nacional de salud mental 26.657). Sin concreción de derechos humanos y sociales no hay salud mental.
Freud decía que la salud mental es la capacidad de amar, de trabajar y jugar. Pero esa capacidad debe estar garantizada por la sociedad y el Estado.
Hace poco en Concordia, un hombre se desquició vagando por los campos. Cuando lo encontraron dijo que pensaba en quitarse la vida porque tenía una familia numerosa y lo habían echado del trabajo. No soportaba la angustia de volver a su casa y enfrentar la tragedia de no poder llevar el pan.
No hay salud mental si la sociedad y el Estado no promueven las condiciones del derecho a un trabajo digno. Trabajar, amar y vivir es imposible sin esas garantías. No hay salud mental cuando las condiciones de miseria del pueblo, impuestas por la pandemia alientan a empresarios y capitalistas a profundizar la explotación y precarización laboral. Sin condiciones de equidad, igualdad, justicia.
No puede haber salud mental con un pueblo empobrecido y sin la satisfacción de sus derechos humanos y sociales básicos. No puede haber felicidad y bienestar colectivos con seres humanos excluidos sociales, laboral y económicamente. No puede haberla si hay niños que solo sobreviven, a duras penas. Si los jóvenes están abandonados emocionalmente y se saben condenados a un destino marginal, a la frustración de sus sueños. A no poder soñar. A no tener horizontes. A no poder construir un futuro. Un proyecto de vida. A perder la esperanza y entrar en el dantesco infierno de las drogas, la violencia, el delito, la depresión o el suicidio.
No habrá salud mental en un mundo donde las mujeres sigan sometidas y violentadas y donde el planeta, nuestra casa, sea objeto de una destrucción suicida por las demenciales ambiciones de quienes dominan el mundo.
No puede pensarse la salud mental sólo como bienestar individual. Me parece interesante la conceptualización que desarrolla Lía Ricón en cuanto a pensarla como una cuestión colectiva. Concretamente considerar y evaluar la salud mental de la población como el modo en que organiza la satisfacción de las necesidades de sus miembros. Siguiendo a Mc Neef, clasifica las necesidades universales de mayor a menor: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creatividad, libertad y trascendencia (yo agregaría comunicación y dignidad). Y evalúa los modos y dispositivos a través de los cuales las sociedades intentan satisfacerlas. Los llama satisfactores. Los hay desde seudo satisfactores o satisfactores destructores que simulan satisfacer la necesidad destruyéndola hasta satisfactores sinérgicos, que satisfacen varias a la vez. Entre los primeros podemos pensar como ejemplo el asistencialismo para satisfacer la subsistencia destruyendo las otras necesidades, sobre todo de dignidad, el armamentismo y las políticas represivas para satisfacer las necesidades de seguridad. Una medicina asistencial, mecanicista, basada en criterios de mercado, en lugar de una salud preventiva y considerada como un derecho humano, como forma de satisfacer la necesidad de salud. La prostitución como dispositivo de “satisfacción sexual”, etc son claramente, satisfactores destructores. Considera que el estado de salud y salud mental de un colectivo será óptimo si satisface las necesidades humanas a través de satisfactores sinérgicos que realicen de manera genuina varias necesidades simultáneamente y propendan de ese modo al bienestar humano. Lo que decíamos, el acceso a un trabajo digno, en condiciones de igualdad de oportunidades, equidad y justicia es un ejemplo de esos satisfactores.
La salud mental de una población podrá ser evaluada entonces según el modo en que se organiza para satisfacer sus necesidades.
Si en esa organización predomina el individualismo, el egoísmo, el odio, la desigualdad de oportunidades, la competencia feroz, la enemistad, el sometimiento, la explotación, la consideración del otro como un enemigo o una amenaza, el darwinismo social, habrá pocas posibilidades de construcción de un bienestar y algo parecido a la felicidad colectiva, que solo será posible si logramos promover un lazo social en que el otro sea vivenciado como un semejante con sus diferencias, en la organización de una sociedad en la que predomine la solidaridad, la empatía y los vínculos en los que prevalezca la ternura por sobre la crueldad, como dice Ulloa, instaurar una política de la ternura:” hablar de ternura en estos tiempos de ferocidades no es ninguna ingenuidad. Es un concepto profundamente político. Es poner el acento en la necesidad de resistir la barbarización de los lazos sociales que atraviesan nuestros mundos”(Fernando Ulloa).
Caminar hacia la Salud Mental
La atención primaria de la salud (mental) busca “transformar la conducta de la población local frente a la salud, mediante la participación comunitaria, para que las comunidades puedan identificar sus necesidades de salud y asumir la responsabilidad por su propio desarrollo sanitario” (Vallenas 2002).
El concepto de salud comunitaria dio inicio a un enfoque amplio, que incluyen diversos factores que inciden en los problemas de salud, así como también, la acción interdisciplinaria que se requiere para solucionarlos. Este enfoque hace hincapié en la educación en salud, por medio de la participación comunitaria, que considera las necesidades de la población y permite conocer y respetar sus valores y fomentar la responsabilidad individual y comunitaria (García González 1997). “Para su concreción es necesario…iniciativas que se inspiren en las necesidades observables de la población y que incorporen a la comunidad como protagonista, no solo como usuaria” (“Atención primaria de la salud” Manuel Maseira compilador, editorial Paidós).
Una acción de este tipo vamos a intentar promover desde “lazos en red”, la red de voluntarios para la prevención del suicidio de Concordia, a partir de las 15 de este domingo en San Carlos, invitando a la comunidad (están todos invitados) a caminar juntos, como una estrategia de salud mental. La invitación es a compartir esta actividad participativa, para reconocer nuestras necesidades y reflexionar en conjunto sobre los modos de satisfacerlas. En este caso haremos dos paradas en la caminata (en el monumento al “Éxodo” y en el Castillo de San Carlos), que serán instancias de comunicación e intercambio de inquietudes e información sobre la prevención del suicidio y sobre la salud mental en general. Activar la participación comunitaria en el reconocimiento y resolución de sus necesidades de salud mental, no como usuaria, sino como protagonista. Pretendemos humildemente fomentar una cultura de la participación comunitaria en salud mental. Luego, a las 18 de este mismo domingo, la propuesta será encontrarnos en la esquina de Gobernador Cresto y Córdoba, donde La genial artista plástica, Sandra Fernández realizó un mural alegórico al día mundial de la prevención del suicidio (gracias a la colaboración en pintura de Color shop)…”siempre elijo formas orgánicas en colores o animales, porque me gusta representar algo vivo en la pared. Elegí representar dos cardenales amarillos (que sean dos simboliza el no estar solo) y una rosa amarilla que significa la alegría de vivir, el optimismo y la energía. Entre otras significaciones, las aves son consideradas mensajeras de esperanzas y transformación. El amarillo es el color utilizado también por el día mundial para la prevención del suicidio”, dice, entre otras explicaciones de tan hermoso mural Sandra, que las ampliará en el encuentro de esta tarde.
Anexo:
Lazos en Red cuenta con dispositivos grupales comunitarios para contribuir al abordaje de la prevención del suicidio: Terapia de grupo para personas en situación de riesgo de suicidio, espacio de contención a familiares de personas que perdieron a un miembro por quitarse la vida (que coordino), taller de tejido a cargo de Silvia Fernández, taller de costura a cargo de Corina Girard, AcompañArte, espacio de contención para personas en situación de riesgo de suicidio, coordinado por Daiana Perez Conti, Jimena López, Mariela Género, Cecilia Caraballo, Eliana Reiniero y Silvia Fernández, generando nuevos espacios de contención a medida que se suman los voluntarios. El teléfono de referencia de lazos en red 3454-038837 (mensajes de texto o audio, no llamados)
Por último, Lazos en Red desea agradecer al director del Parque San Carlos, Paulo Tisocco, por su colaboración y compartir la jornada de caminata.
(*) Psicólogo. MP 243