El vicario de la parroquia de Nuestra Señora de la Piedad de Paraná, Leandro Bonnin, descalificó los carnavales de Entre Ríos, al remarcar que son “una exaltación de la lujuria, del deseo sexual y el descontrol es la lógica”. Si bien en principio apuntó al Carnaval del País de Gualeguaychú, después amplió el concepto para con todos los que se realizan en la provincia, como en Victoria, Gualeguay, Hasenkamp o Concordia, entre otros.
“Es una forma de manipulación de la belleza del cuerpo de la mujer, hiperexpuesta a la mirada de todos. Es, entonces una forma de violencia de género. Es una forma de ‘usar’ los cuerpos para el goce egoísta de los sentidos y del corazón corrompido del varón”, remarcó.
El cura Leandro Daniel Bonnin tiene 33 años, es oriundo de San José (Departamento Colón) y fue ordenado por monseñor Mario Maulión en noviembre de 2005. Actualmente es vicario de la Parroquia de Nuestra Señora de la Piedad de Paraná y es considerado uno de los curas que más se maneja por Internet. Tiene un blog y a su vez una cuenta en Facebook. Fue precisamente en su blog donde le apuntó a los carnavales de Entre Ríos.
“El carnaval (sobre todo, el que tiene formato Río de Janeiro, el que se está sosteniendo en Gualeguaychú desde hace años, y prolifera, desgraciadamente, en cada rincón de la provincia) es una fiesta pagana, donde se exaltan todos los excesos, donde el descontrol es la lógica.
Descontrol que quizá al principio se disimule o se muestre en ‘cuentagotas’, pero que progresivamente abandona su ‘guarida’ y se transforma en el eje, en el hilo conductor de la fiesta. Como pueden leer en cualquier nota sobre los carnavales con más años, se considera este tiempo como un tiempo de ‘vale todo’. Y cuando se dice todo, es todo”, afirmó, según publicó el sitio Análisis Digital.
Al parecer, el cura Bonnin se habría molestado con «algunos excesos» de parte de los turistas que en especial llegaron a Gualeguaychú en el fin de semana largo de carnaval. Sostuvo en su blog que el carnaval “es hoy, sobre todo, una exaltación de la lujuria, del deseo sexual. Es una forma de manipulación de la belleza del cuerpo de la mujer, hiperexpuesta a la mirada de todos.
Es, entonces una forma de violencia de género. Es una forma de ‘usar’ los cuerpos para el goce egoísta de los sentidos y del corazón corrompido del varón. No respetando la nobilísima dignidad de la mujer y el sentido antropológico profundo de su corporeidad”.
Consideró además que “progresivamente los límites se han ido corriendo” y de tal manera “nuestras pantallas de televisión a toda hora, y los sitios de internet de los diarios, están inundados de cuerpos de mujeres semidesnudas, como algo completamente natural. Así se han ido naturalizando lo excesos, en todas las direcciones. Termina pareciéndonos natural que nuestros jóvenes no puedan divertirse sin alcoholizarse, que ciertas drogas estén presentes en todas las edades y condiciones sociales.
Total, vale todo”. Y acotó: “La lujuria es lo contrario del amor y del compromiso que fundan una familia, porque el descontrol en el alcohol y las drogas y la ‘exaltación de la joda’ son lo contrario de la disciplina, del espíritu de superación y sacrificio que forjaron nuestra patria”.
Más adelante, sostuvo que “un cristiano no puede participar de esta fiesta pagana. Un cristiano debe oponerse con todas sus fuerzas a la lógica del descontrol y de la lujuria que impera en estos eventos. Un cristiano no puede cooperar de ninguna manera en la realización de estas fiestas. Nuestro testimonio en favor la belleza de la pureza y del carácter sagrado de la sexualidad, hoy más que nunca, nítido, claro, luminoso”.